ENTREVISTA A MONSEÑOR FELIPE AGUIRRE FRANCO, ARZOBISPO DE ACAPULCO, REALIZADA POR LA HERMANA ADRIANA MAZA COUTIÑO, DE LAS DISCIPULAS DE JESUS BUEN PASTOR.
Capítulo XVI: “Dos encomiendas valiosas y una opción: Padre en una fundación”.
Responsabilidad riesgosa. No cabe duda que de parte mía brotaron dos encomiendas valiosísimas, de parte de la moción paternal que el Espíritu Santo depositó en mí para poder respaldar y dar paternidad fecunda a una posible fundación Religiosa; era preciso depositar esta responsabilidad riesgosa pero a la vez con el contenido de una emocionante fe, primero al P. Salvador Valadez, quien fue la bujía que buscó aquí y allá, dialogar con la M. Silvia López Pérez y poder hacer los trámites necesarios y por otra parte también mi conversación y el compromiso con la M. Silvia López Pérez y el diálogo con sus Superioras, especialmente con la Congregación de Franciscanas de Jesús Crucificado con sede en Guadalajara, Federación 815, incluyendo mi visita personal, como ya he comentado. Yo les he estimado por sus servicios que han dado al Seminario de Guadalajara mientras estuve allá, por la cercanía que tuve dándoles clases, siendo Director espiritual de muchas de ellas y las clases que di también de “Ascética” a estas Religiosas por allá en aquellos tiempos cuando yo estaba en mis primeros años de Sacerdote en Guadalajara.
Qué situación antecede en mi vida al inicio del Postulantado de esta fundación? El año de 1992 es un año de muchas preocupaciones y proyectos. Fue el año que tuvimos la visita apostólica de Mons. Norberto para ver lo que era nuestro Seminario y ver nuestros proyectos y fue el año en que iniciamos el Curso Introductorio de la Finca la Razón, en Cintalapa, me acuerdo que estaba ya durmiéndome en mi casa y estaba pensando dónde podría ser el año Introductorio, pensé que alguien me había dicho que allá había una casa en Cintalapa de la familia López, la Srita. Toñita López; entonces en ese mismo rato me levanté, fui al teléfono, estaba yo en Guadalajara, ahí en la casa de mis Padres y tomé el teléfono, le hablé al Párroco al Sr. Cura Agustín Montes, era el Párroco de Cintalapa, y le dije que al día siguiente a tales horas me tuviera en el teléfono a Toñita López para que me hablara acerca de su casa, para ver si era posible adquirirla para el Año Introductorio y así fue, se logró el Año Introductorio en la Finca La Razón, Municipio de Cintalapa.
Otra de las ocupaciones era que estábamos preparándonos para celebrar los 500 años del Encuentro de la fe cristiana en nuestros pueblos de América, y yo había sido también designado para participar en la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo y tenía que prepararme; ese año iba yo a llevar una propuesta sobre la importancia de la mujer en general, la mujer en la vida de la Iglesia, en la promoción del Reino y en el mundo; me acuerdo que ese año me asaltaron adelante de Tehuantepec; iban conmigo una Religiosa, una campesina, una indígena, y una mujer de pueblo, más la Madre Cuca de las Religiosas Catequistas, de pronto les dije a los asaltantes que era el Obispo de Tuxtla Gutiérrez y me dijo el líder de ellos: “¡ah! usted es Padrecito?” y me dejo ir, pero antes desenfundaron muchas pistolas: R-15 y cuernos de chivo, cuando vieron que era Padrecito, aflojaron la guardia, a pesar de que me apuntaron muchas pistolas, pero me dejaron ir.
O sea que fue un año de muchas preocupaciones y yo le dije al P. Salvador: ‘haz todo lo que tú puedas’ y a la M. Silvia también, “vamos trabajando por esto”; hice las cartas para pedir la autorización de la M. Silvia; todo esto es antes del Postulantado.
Cómo viví mi relación con Jesús Buen Pastor en este tiempo, qué sucede en los horizontes de mi corazón? Yo recuerdo que puse todo esto en manos de nuestro Señor. Quería que él nos manifestará su voluntad para poder iniciar esta obra; todo fue tan sencillo como ponerlo en las manos de Dios. En el horizonte de mi corazón estaba un gran anhelo de glorificar al Señor y de hacer presente a Jesús Buen Pastor. Todo lo que se trató en la IV Conferencia de Santo Domingo estaba presente en mí, para que lo vivieran las Discípulas de Jesús Buen Pastor. Cuando estuve orando ante el Santísimo Sacramento, allá en la IV Asamblea también las encomendaba, en las celebraciones de la Misa; en todo lo que se trató pensé que realmente tenía una misión evangelizadora esta Congregación que ya se había iniciado en el mes de mayo. (Yo estaba en el mes de octubre del 92, en Santo Domingo. Todo esto lo pensaba, pero eran cosas simultáneas).
Cómo apoyo al P. Salvador y a la M. Silvia en el desarrollo de esta obra de Dios? Dándoles toda la confianza y dialogando constantemente sobre los detalles, sobre el objetivo de esta Congregación, insistimos mucho en que tenían que ser muchachas que supieran aprender como María Magdalena a los pies del Maestro para ser discípulas. Cuándo yo les pregunté por qué pensaban ser discípulas? Padre Salvador y M. Silvia dijeron es preciso que estén siempre en una actitud de aprender del Maestro y de seguir a Jesús, porque el discípulo sigue a Cristo, a su Maestro, sigue a alguien porque aprende de él y sigue sus pasos y tiene que saber estar a sus pies, así como correr la misma suerte de Cristo, “¿quieres ser mi discípulo? ¿quieres seguirme? Toma tu cruz, todos los días y sígueme”. Por eso vimos que convenía el nombre de DISCÍPULAS DE JESÚS BUEN PASTOR; yo quizás espontáneamente habría pensado en otro nombre pero ya que me dijeron esto creo que era también la voluntad de Dios poder escoger muchachas que quisieran aprender de Jesús a amar, a servir y a evangelizar. Y ¡qué bueno! ¡bendito sea Dios!
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