José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.
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jueves, 29 de noviembre de 2007

DESDE GUERRERO UNA HERMOSA MAÑANA 4

EL ESTADO DE GUERRERO,
CORAZON GUADALUPANO DE LA NACION MEXICANA.
Pbro. Juan Carlos Flores Rivas.

Ya hemos abordado en entregas anteriores, cómo nuestra Costa Guerrerense ha aportado originalidad a la devoción guadalupana, y que en el origen de la misma aparece reiteradamente el Generalísimo Don José María Morelos, y lo mismo podemos decir a nivel de nuestra región guerrerense, cuando en 1813, en la ciudad de Chilpancingo se instaló el Congreso de Anáhuac, reuniendo distintas voces para dar forma a una nación que fuese común a todos, y es proclamada María Santísima de Guadalupe, Patrona de nuestra libertad.
Además del acta formal de Independencia, Morelos escribe un documento titulado: Los sentimientos de la Nación, en el cual, en veintitrés puntos, sienta las bases para un proyecto de un país justo, con miras a la igualdad, sin esclavitud, equilibrio de poderes, soberanía, proscribe cualquier viso de tortura y solemniza el 16 de septiembre; sentimientos del más puro y original cristianismo que se encuentra en las raíces de nuestra cultura guadalupana y guerrerense.
En el punto diecinueve hace hincapié en lo siguiente: “Que en la misma legislación se establezca por ley constitucional la celebración del día doce de diciembre en todos los pueblos, dedicado a la patrona de nuestra libertad, María Santísima de Guadalupe, encargando a todos los pueblos la devoción mensual”.
Para 1884, el insigne guerrerense, nacido en Tixtla de origen humilde y padres indígenas, Ignacio Manuel Altamirano, escribe una deliciosa crónica: La Fiesta de Guadalupe, en la que declara: “Si hay una tradición verdaderamente antigua, nacional y universalmente aceptada en México, es la que se refiere a la aparición de la Virgen de Guadalupe (...) No hay nadie, ni entre los indios más montaraces, ni entre los mestizos más incultos y abyectos que ignore la aparición de la Virgen de Guadalupe... En ella están acordes no sólo todas las razas que habitan el suelo mexicano, sino lo que es más sorprendente aún todos los partidos que han ensangrentado el país, por espacio de medio siglo (...) En el último extremo, en los casos desesperados, el culto a la Virgen Mexicana es el único vínculo que los une. La profunda división social desaparece también, solamente ante los altares a la Virgen de Guadalupe. Allí son igualados todos, mestizos e indios, aristócratas y plebeyos, pobres y ricos, conservadores y liberales... Los autores fueron el obispo español Zumárraga y el indio Juan Diego que comulgaron juntos en el banquete social con motivo de la Aparición, y que se presentan en la imaginación popular, arrodillados ante la Virgen en la misma grada... En cada mexicano existe siempre una dosis más o menos grande de Juan Diego. (...) El día en que no se adore a la Virgen del Tepeyac en esta tierra, es seguro que habrá desaparecido no sólo la nacionalidad mexicana, sino hasta el recuerdo de los moradores del México actual”.
Estos Sentimientos, son los que constituyen al Estado de Guerrero como el corazón guadalupano de la nación mexicana.