El pasado día miércoles 26 de enero de 2022, en la Memoria litúrgica de Santa Margarita de Hungría, a las 12 del día, falleció en el monasterio de Balcones al Mar, en Acapulco, Gro. Sor MARIA LUCIA JIMENEZ NUÑEZ, religiosa Clarisa Capuchina. de 92 años de edad, y 66 de vida contemplativa. En el último año estuvo postrada en cama a raíz de un infarto cerebral, su corazón quedó muy débil, y finalmente murió de un infarto.
Descansa en paz, esposa de Cristo, entra a tomar parte del gozo de tu Señor.
DATOS BIOGRAFICOS
DE LA M. MA. LUCIA JIMENEZ NÚÑEZ
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SU
NOMBRE DE BAUTISMO FUE MARGARITA; NACIO EN APASEO EL ALTO, GUANAJUATO EL 10 DE
JUNIO DE 1929.
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SUS
PADRES JESÚS JIMÉNEZ RESÉNDIZ Y SILVERIA NÚÑEZ GARCÍA.
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INGRESÓ
AL MONASTERIO DE CLARISAS CAPUCHINAS DE SANTA MARIA DE GUADALUPE Y SANTA COLETA,
CDMX, EL 18 DE AGOSTO DE 1947.
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TOMÓ
EL HABITO EL 8 DE SEPTIEMBRE DE 1951, CAMBIANDO SU NOMBRE POR EL DE MARIA LUCÍA.
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HIZO
SU PROFESIÓN DE VOTOS TEMPORALES EL 12 DE DICIEMBRE DE 1952.
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PROFESÓ
DE VOTOS PERPETUOS EL 12 DE DICIEMBRE DE 1955.
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FALLECIÓ
EL 26 DE ENERO DE 2022, A LA EDAD DE 92 AÑOS.
La. M. Lucia formó parte del grupo
fundador del Monasterio de Clarisas Capuchinas en Acapulco, el 10 de diciembre
de 1959. Con mucha responsabilidad ejerció en el monasterio los servicios de formadora, Ecónoma y Abadesa,
así como el de Consejera federal.
Se distinguió por ser una hermana
alegre, muy positiva y con una gran confianza en la Providencia Divina. Tuvo
especial cariño a la Virgen Inmaculada y a nuestro padre san Francisco.
Se esforzó por vivir con fidelidad su
consagración al Señor, practicando la caridad y la paciencia con las hermanas,
a quienes inculcaba la confianza en la Providencia.
De corazón compasivo, se distinguió
también por ser caritativa con los pobres que acudían al Monasterio en busca de
ayuda material o espiritual.
Le gustaba ser amistosa y compartir con
los demás lo que aprendía, fue de espíritu tenaz, creativo y emprendedor.
En la enfermedad se mostró serena,
confiada en la misericordia del Señor y en la protección de la Santísima
Virgen; deseaba hacer la voluntad de Dios y aceptó con paciencia la cruz de la
enfermedad postrada en cama durante todo un año.
Ofreció sus sufrimientos por las
necesidades de la Iglesia y por los sacerdotes de la diócesis.
La recordamos como una hermana fraterna,
cercana y caritativa, abandonada en las manos del Señor. Sabemos que seguirá
acompañando a la comunidad desde el cielo.
Hnas. Clarisas Capuchinas de
María Inmaculada