José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.
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martes, 31 de mayo de 2016

LA MIRA ¡MIRALA! LA EPOPEYA CARISMATICA DE LAS CUEVAS DEL PADRE HERMANN. QUINTA ETAPA. CAPITULO SEGUNDO


LA MIRA ¡MÍRALA! LA EPOPEYA CARISMÁTICA DE LAS CUEVAS DEL PADRE HERMANN

QUINTA ETAPA.

CAPITULO SEGUNDO: EL ESPÍRITU SANTO MUEVE E INSPIRA A LAS PERSONAS.

Si renuncias a tu YO, el servicio brotará automáticamente. Tony de Mello No. 3 El Amor p. 19.

Una embajadora del Espíritu Santo de Québec.

Si todo el año de 1974 fue de una importancia capital para la Renovación Carismática, podemos decir que desde el principio del mismo año ocurrió un hecho trascendental que la sacó de la clandestinidad y le imprimió un impulso y una orientación que marcaron definitivamente su destino.
Este hecho capital nos hace ver cómo el Espíritu mismos de Dios interviene directamente y de una manera inesperada en nuestros asuntos humanos e impone su voluntad. He aquí la historia maravillosa de una canadiense carismática, Teresa Como.
Muchísimos turistas canadienses vienen a Acapu1co de Noviembre abril para  disfrutar del sol y el agua cálida del mar. Teresa Como que pasó aquí tres semanas, no llamó la atención Y fue considerada, a lós ojos del mundo, como una de tantas vacacionistas. Sin embargo, tenía una misión más importante que la de los diplomáticos políticos: Teresa fue embajadora del Espíritu en favor de la Renovación en Acapulco.
A mediados de Enero de 1974, Teresa se preparaba a ir de vacaciones a Puerto Rico con dos parejas amigas, ya tenían los 5 boletos en la mano. Dos días antes de la salida, Teresa recibió durante su oración una visión y una profecía. La visión le mostraba un templo con cúpulas, tipo ortodoxo y la voz decía: "Cambia tu boleto. A Acapulco debes ir”. No conocía Acapulco ni tampoco sus compañeros. Pero ellos le tenían una gran confianza por ser ella una carismática seria y respetada y no vacilaron en cambiar sus boletos para Acapulco. Para ayudar a discernir la visión y confirmarla después, dibujó el templo que le había sido revelado y lo dejó a su esposo.
El grupito se alojó en un motel de Caleta. La primera noche Teresa quiso mandar una tarjeta a su esposo y al buscar una típica de Acapulco, descubrió la de la Catedral, idéntica a la de la visión y de su dibujo. Gritó de alegría y sus compañeros igualmente. Pasaron los días y no pasaba nada relacionado con la profecía. Teresa un poco perpleja decía: "El Señor no nos ha traído aquí sólo para ver la Catedral de Acapulco... Es Imposible".
Felizmente tres días antes del retorno a Canadá, el padre Hermann fue a celebrar una misa en el Hotel Alba y del motel vecino vinieron unas personas, entre ellas Teresa. Se acercó al padre y le preguntó si era carismático. La respuesta afirmativa la lleno de alegría y le contó todo. Padre Hermann le hizo ver lo importante Y más aún lo trascendental del hecho: "Fíjate nomás: La Catedral es el templo del Obispo. La visión está vinculada con el templo material y también con el Obispo. El Señor, por esta visión inusitada dada a una extranjera Carismática, quiere vincular la Renovación con la Catedral y con el Obispo. Ahora bien, el nuevo Obispo todavía no consagrado, aceptó la imposición de las manos en la Renovación. Eso lo predispone a abrir su corazón a este mensaje de Canadá. El habla francés". Los llevé a entrevistarse él a Vista Alegre.
Monseñor Rafael Bello no sólo escuchó con interés el mensaje de Teresa sino que la hizo contar cómo se portaba la Renovación en Québec. Después nos llevó delante del Sagrario y todos tomados de la mano oramos. Teresa recibió un mensaje en lenguas para Monseñor Bello que ella mismo interpretó así: "Amigo y hermano mío, tienes la llave de mi Reino en tus manos, en tu alma. Persevera en la humildad; Yo soy quien te hace sentir tu debilidad. Tus oraciones se van directamente al Corazón. Interiormente impulsada, la muchacha añadió: "El Señor le da s usted el don de sanación y la seguridad que Él está siempre a su lado”
Teresa luego dio al padre Hermann una profecía que muy bien puede cada quien aplicársela. Por eso la transcribimos: "Hijo mío muy amado, te amo, te amo, mi mano está sobre ti; en las pruebas llámame que te ampararé. Te conozco por tu nombre y eres precioso a mis ojos. Entre  miles y miles te he escogido para realizar yo por medio de ti, maravillas a mi pueblo. No temas: abriré siempre las puertas delante de ti. Ve en mi paz: Mi Espíritu te indicará el camino que has de seguir. Confía en Mí, te tomo de la mano y, si tropiezas, te tomaré sobre mi hombro. Se a MI escucha; sé fiel y alerta porque por ti voy a llamar a muchas almas. Te amo entrañablemente y te cuido a cada instante de tu vida.
El 7 de octubre de 1973 el P. Rafael Bello había aceptado la Renovación y por eso se proclama el primer carismático de Acapulco. Esta vez como Obispo auxiliar, le abrió las puertas de la diócesis y el Señor quiso que la Renovación tenga en él un abogado y protector. Con razón, pues, damos importancia a la visita a Acapulco de la muchacha de Québec. Hubiéramos tal vez sospechado de una joven de Acapulco. Pero ¿quién dudaría de Teresa y de su misión misteriosa y trascendental?


         El secreto del Obispo.

         El 7 de octubre, cuando el padre Jaime y yo impusimos las manos al padre Rafael Bello, él guardaba un secreto en su corazón y no quiso revelarlo en ese momento.
Dos meses más tarde, llegó a mi casa de repente el P. Bello y de dijo: “Vengo a orar contigo”. En la capilla me dijo: “Toma la Biblia y ábrela con fe. Necesito que el Espíritu Santo me hable claramente”.
El Señor le dio los primeros versículos de la Carta a los Romanos: “lo, siervo de Cristo Jesús y apóstol llamado de Dios, escogido para proclamar el Evangelio de Dios”.
Luego me dijo el padre Bello: "Te aviso que dentro de poco va a salir al público una gran noticia que no te puedo revelar todavía". Al ver su emoción y relacionándola con el recogimiento que tuvo al escuchar el texto de los Romanos, exclamé: "¡Te han nombrado Obispo!" Se concretó a sonreír. De tal manera que sin ¿pecar de indiscreción? Me hizo descubrir un acontecimiento supra importante de su vida. Como despedida dijo: "Me voy fortalecido. Te agradezco".
         Un día en 1988, Monseñor Bello revelará públicamente en qué sentido se sentiría fortalecido por su visita. Escogido para ser Obispo auxiliar de Acapulco, se decidía a aceptar este terrible cargo. Confortado por la oración de un amigo e iluminado por la Palabra de Dios, recibió la gracia de decir SI al Santo Padre.
En aquellos tiempos, pues, muchos acontecimientos venían fortaleciendo la amistad entre el Sr. Obispo y la familia del Centro de La Mira.
Del padre Valeriano, O. M. I., Monseñor Bello decía: "Es un Santo". Monseñor aprovecha sus numerosas visitas a Acapulco para reunirse a orar con nosotros y pedirle consejos a él.
Unos 150 Franco-Canadienses se reunieron en el hotel los Siete Mares, en Caleta, para una misa de acción de gracias, en francés, por la nominación al episcopado del padre Bello.
En su homilía, me hizo ruborizar al declarar a mis paisanos: "Yo Soy el discípulo del padre Hermann".
Por fin Monseñor no ocultaba que había recibido dones del Espíritu Santo por medio de La Mira: primero, el don de amar a los pobres, recibido el 7 de Octubre de 1973 cuando con el P. Jaime le impusimos las manos. De hecho, Monseñor subía caminando, de Vista Alegre hasta Palma Sola, para evangelizar a esas familias marginadas. Segundo, el don de sanación interior cuando la Canadiense Teresa le entregó el mensaje del Señor.

Su escudo y su lema, el Sr. Obispo los encuentra en La Mira.

Monseñor Rafael Bello se preparaba a su consagración episcopal fijada el 25 de Marzo. Vino a comer y me platicó de su escudo y de su lema. "Quiero algo que se refiera a la evangelización y a los pobres".
Le presenté el blasón de los Misioneros Oblatos, con su doble lema: “Me ha enviado a evangelizar a los pobres y los pobres son evangelizados”. Sorprendido y feliz de tener una rápida solución a su expectativa, dijo: "Mi lema será: Evangelizar a los pobres”
Me atreví a aconsejarle poner la Paloma en una parte libre de su escudo. Dijo: "Conviene en verdad puesto que soy el primer carismático de Acapulco". Como regalo de su consagración episcopal el Centro de La Mira le ofreció la Mitra ornada con una paloma.
Monseñor me encargó de invitar al padre Jaime, de Bolivia, al gran evento del 25 de Marzo. El padre Jaime contestó: "No voy a poder viajar a Acapulco, pero te mando un mensaje que recibí para en la oración: Ap. 11, 3-13. Tardé una semana antes de decidirme a escribir, orando  reflexionando porque me preocupa demasiado el mensaje. Después de todo se hizo claro. Comprendí que Monseñor es un profeta y como todos los profetas auténticos tendrá que sufrir la oposición, el odio y el rencor".

         ¡Juanita! Eso no es el camino.

Juanita Camacho nació y tiene a su familia en la parroquia del Santo Dominguillo, en Acapulco. Tiene unos años trabajando en México en el Secretariado de Acción Social de Monseñor Carlos Talavera. El Altillo y el Secretariado son los dos centros principales de la Renovación en México. Juanita conoció su Pentecostés y, pensando en Acapulco, desea vivamente que los torrentes de Agua Viva inunden también su ciudad porteña-
Naturalmente comunica su anhelo al párroco de San Dominguillo. Padre Carmona, integrista, ¿cómo iba abrirse a una corriente que favorece el desorden en la liturgia?
Juanita se da cuenta que tocó a la mala puerta. Visita luego al párroco de Costa Azul que la interroga sobre las características de la Renovación. No quiso saber nada de oración espontánea, ni de movimientos del cuerpo, ni guitarras en Misa.

Monseñor Bello manda a Juanita a Las Cuevas.

Sin desanimarse, Juanita se acerca a Monseñor Bello recién consagrado Obispo. Muy acogedor y sonriente, Monseñor explica que ya se inició la Renovación. “Vete a ver al padre Hermann en La Mira, le dice, él te reserva sorpresas”.

La sorpresa fue de ver reunidos a muchos jóvenes tocando guitarras y ensayando cantos religiosos para las misas. O ya está preparado para aprender los cantos carismáticos. Todas las tardes, durante sus vacaciones, Juanita sube a La Mira a enseñar a los jóvenes los cantos y a platicar conmigo la Vida Nueva en el Espíritu Santo. Por primera vez oigo nombrar a Monseñor Carlos Talavera, el iniciador de la Renovación en la República. Así que cuando supe más tarde que el predicador del Retiro sacerdotal de julio 74 iba a ser Monseñor Talavera me prometí no perder la oportunidad de conversar con él.

sábado, 28 de mayo de 2016

LA MIRA ¡MÍRALA! LA EPOPEYA CARISMÁTICA DE LAS CUEVAS DEL PADRE HERMANN. QUINTA ETAPA. CAPITULO PRIMERO



         LA MIRA ¡MÍRALA! LA EPOPEYA CARISMÁTICA DE LAS CUEVAS DEL         PADRE HERMANN

         QUINTA ETAPA – 1973-1976

LAS CUEVAS DE LA MIRA: UN GRANERO PARA TODO EL ESTADO.

Nadie se ha emborrachado a base de comprender intelectualmente labra VINO. Es mejor comer que formar teorías acerca de él. ¿Acaso un burro se vuelve sabio por vivir en una biblioteca? Tony de Mello No. 5 p. 15-36-38.

CAPITULO PRIMERO: EL ESPIRITU SANTO ALETEA SOBRE LAS CUEVAS.

El primer carismático de Acapulco.

Hice el viaje de Québec-Acapulco en una flamante y poderosa Ford, para que fuera un instrumento seguro en el transporte de equipos de Evangelización. El padre Jaime Gagnon que iba a Bolivia, hizo una escala en México para convivir 3 dias en Acapulco. Jaime no quedó 3 días sino 3 semanas.
Hicimos muchos contactos y unas reuniones de oraci6n:en el Victoria, en el América, con los Hermanos de La Salle, los Cursillistas, con el grupo de los jóvenes sacerdotes llamados "Rebeldes". Pero el encuentro capital lo tuvimos con el padre Rafael Bello, párroco de la Sagrada Familia. Hablamos con él de lo vivido en el Congreso de Montreal. Jaime dio su testimonio muy personal: "Hubiera abandonado el sacerdocio el año pasado si no hubiera tenido un re-encuentro experimental con el Señor en la Renovación Carismática, porque no veo ningún chiste en mi ministerio. Ahora actúo con el gozo y el poder del Espíritu”
         Cuando hablamos de imposición de manos y de bautismo en el Espíritu Santo, el padre Bello con mucha fe y sencillez nos pidió la imposición de manos. De esta manera, muy discretamente el futuro Obispo de Acapulco dejaba prender en él la llama carismática que iba a arder muy pronto en todo Acapulco y propagarse como un incendio en otras ciudades del Estado. Nos reveló que en el acto de la imposición de las manos recibió el don de amor a los pobres. Así que él se inscribió el primero en la larga lista de los carismáticos de Acapulco. Era el 7 de Octubre de 1973.
Por poco Jaime Gagnon se quedaba aquí, conquistado por Acapulco. Pero Bolivia lo reclamaba. Se fue prometiendo regresar.

Ya se habla de los "escándalos" de las Cuevas.

Allí se dirigió hacia la Cueva y pasó la noche en ese lugar. Y le llegó una palabra de Yavé: ¿Qué haces aquí, Elías?" El respondió: "Ardo de amor celoso por Yavé, Dios de los Ejércitos". 1 Rey 19, 9-10.

Después del encuentro con el padre Rafael Bello y de la salida del padre Jaime a Bolivia, me tocaba mantener y atizar el fuego del Espíritu.
En la segunda Cuevita a medio terminar a mediados de Octubre, se me juntaban por la tarde unos jóvenes y niños, atraídos seguramente por la novedad de una cueva, pero también, ¿por qué no?, por el Poder de Dios.
Les conté la Buena Nueva del Congreso de Montreal y de los grupos de Oración en los que se manifiesta el Espíritu Santo.
Entonces de ellos mismos vino la iniciativa de hacer un novenario al Espíritu Santo. Fielmente los doce participantes tardaban más de una hora cada noche en la cuevita íntima, gozando de la dulzura de una brisa suave, como Elías. Acostumbrados a orar juntos, no quisieron separarse, al terminar el primer novenario y pidieron otro.
Durante el segundo novenario, una vecina nos vino a avisar que la gente nos criticaba y calumniaba. El chisme más corriente era el siguiente: "'Pasan escándalos en estas cuevas y se hacen brujerías". Otra Señora nos previno: “Están recogiendo firmas y solicitando la expulsión del padre Hermann de la colonia”. El mayor de los jóvenes dijo: “Apenas me estoy saliendo de la droga; si me quitan al pastor ¿a dónde voy a dar?" y se puso a llorar. Tomamos la lectura del día: “Quise triturar a mi siervo con el sufrimiento…”
Muchos participaron con los comentarios del texto. Eso les hizo madurar y los preparó a las burlas que empezaban a sufrir. Y les invité a la confianza: nadie puede cerrar esta puerta sino el Señor.
Se hizo un tercer novenario para confirmar a todos en su fe y en su entrega. No hubo un cuarto, no porque se apagaba el fuego, sino por motivos razonables de trabajo, o tareas de la escuela y de convivencia en la familia. Me sentí un poco triste y no se me quitaba la nostalgia de esos encuentros tan sencillos y tan fervientes.


         Evangelizando por el canto en las encrucijadas.

"Veo nacer una Iglesia nueva, gracias a los grupos de oración autónomos que nacen espontáneamente, sobre todo entre los jóvenes. He enseñado durante 30 años la teología, la misma qué aprendí en la Universidad Gregoriana de Roma, en la ignorancia total de la teología del Espíritu Santo. Dichos grupos me han hecho ver que si el Espíritu dirige la Iglesia por medio de la Jerarquía, la guía también directamente por sus gracias, sus inspiraciones divinas, voces interiores apariciones, profecías y sanaciones" Mons. Franic, Arzobispo de Split en Yugoslavia.

El paso del padre Jaime en Acapulco y la aceptación de parte del padre Bello ya secretamente escogido como futuro obispo, fueron como una lluvia discreta y fecunda sobre la tierna plantita de la renovación Carismática
Por el momento, hablo más de pequeñas fraternidades. No sé por qué la palabra Espíritu Santo y su acción concreta entre los cristianos parecen sospechosas y a sabor protestante. Más aún, un párroco me decía: “Tú y tu Espíritu Santo”.
Identificado o no, el Espíritu Santo actuaba en los núcleos que se reunían en la Progreso. Uno por ejemplo se llamaba: Los Primaveristas, para recordar que las pequeñas comunidades son la primavera de la Iglesia. En las tres misas matutinas que celebraba los domingos en San Cristóbal, yo sostenía y animaba a los responsables.
A estas misas dominicales, me acompañaba el joven Esteban Ortiz y siempre lo invitaba a hacer un comentario al terminar mi hornilla. La gente lo llamaba: El pequeño profeta del P. Hermann. Para descubrir nuevos líderes y formar nuevos núcleos, iba con Esteban a las intersecciones de las calles principales Y, él, arriba de la Ford Pick-up, tocaba y cantaba. A veces hasta cien personas venían a convivir. Casi bastaba cantar y comentar un canto como: Se necesita soñar, o poner los pies sobre la tierra, para entretenerlos una hora.
Este nuevo método de evangelización no podía pasar desapercibido, Muchos amigos cursillistas nos aprobaban, diciendo que nuestro paso por varios sectores los limpiaba y pacificaba. Por eso, cuando un sacerdote francés vino a hablar a la Ultreya un lunes de Noviembre 73, sobre las comunidades de Base, unos cursillistas al ver que muchos se extasiaban y parecían descubrir la luna, les dijeron: "Pero de eso nos habla el padre Hermann desde hace 2 años y no le hacernos caso".

Líderes: de sus grupos van a salir muchos profetas.

No cesaba de estimular a los jornadistas en la formación de pequeños grupos de reflexión y de oración. Para facilitar la comprensión y la discusión del tema, preparé un texto que multipliqué para cada uno. La última parte del texto dice: "TU, pasa a la acción y forma TU pequeña fraternidad".
"Para la formación y el adiestramiento de un líder, más vale la acción que la discusión. Es una ilusión escuchar pasivamente pláticas sobre la formación y pensar así volverse lider".
"¿Quieres pasar a la acción y hacer apostolado? procura con dos, cinco, diez amigos, o vecinos o compañeros de salón o de trabajo, convivir en la alegría, la confianza, el amor, la oración y el intercambio personal.”
"Si a ejemplo de comunidades de la primitiva Iglesia (Hechos 2, 43) logras TU formar tu pequeña fraternidad, habrás realizado una obra maravillosa tal que demostrarás que de veras el Espíritu Santo habita y que estás a punto de cambiar la sociedad, la Iglesia y el mundo”.
         Había más disciplina y aceptación en los núcleos de la Progreso. Me hicieron varias preguntas sobre la manera de llevar un pequeño grupo y les contesté en dos páginas (19/6/74) dando el ejemplo de Jesús y de Pablo que predicaban rara vez en las sinagogas, casi siempre en las casas. Por ejemplo: “Te escribo a tí, Filemón, y a la asamblea que se reúne en tu casa” (1, 2).
         Les explicaba a los responsables: “Ustedes tienen que cuidar la semilla hasta la cosecha. En otras palabras: se les confía a ustedes la misión de formar poco a poco su pequeño grupo para que llegue a ser una comunidad de Fe y Amor, y que sea en el sector un testimonio de la presencia de Cristo resucitado. A la luz de la Palabra de Dios, juzguen su vida personal y busquen la solución a los problemas y necesidades sociales de su colonia”.

Concluyo este apartado con la reflexión de un Oblato que me visitaba a mediados de de 1973. El estaba redactando en California su tesis de doctorado sobre la Comunidad de Base y las Carismáticas. Se asombró al ver CUEVAS al inicio de nuestra obra. Elías, Belén, Pablo han empezado en cuevas. De aquí no va a salir UN profeta sino muchos” P. Bernardo Menard.

jueves, 26 de mayo de 2016

LA MIRA ¡MIRALA! LA EPOPEYA CARISMATICA DE LAS CUEVAS DEL PADRE HERMANN. CUARTA ETAPA.


LA MIRA ¡MÍRALA! LA EPOPEYA CARISMÁTICA DE LAS CUEVAS DEL PADRE HERMANN         

CUARTA ETAPA                 1972-1973

         LAS CUEVAS DE LA MIRA NACEN Y SE HACEN FAMOSAS.

         Como nacieron las famosas Cuevas.

Después de las Pascuas de Resurrección, decido construir en La Mira una modesta residencia de 6x4 metros. Debo apurarme, puesto que mi prima Nicole Morin va a venir a ayudarme a formar una estudiantina a partir de mediados de mayo hasta fines de julio.
         El jefe de la colonia, Señor Secundino Ochoa, me entregó el terreno de 300 metros reservado a una capilla. Tiene una enramada media destruida donde el Párroco del Carmen celebró por última vez una Misa cinco años antes. Mi intención queda clara desde el principio. No vengo a inaugurar una nueva parroquia, ni me apropio de una parroquia ajena. Construyo en un espacio limitado las bases de un Centro Comunitario semejante a los que he trabajado en Canadá, que irradien sobre toda una ciudad y una diócesis, y que dependen directamente de la autoridad diocesana.
         El terreno se ve muy ingrato, en la falda de la colina, cubierto de rocas y de arbustos, refugio de los marranos. Tengo la impresión que ningún colono lo ha querido. Hay que emparejarlo para ganar superficie y ocupar el subsuelo. ¿Quién lo va a hacer si no lo hago yo? Todos los días, con la pala y la carretilla, transporto tierra, nivelo. La gente me ve extraño. Dicen: ¡qué lástima! Este padrecito escarba la tierra en vez de cantar vigilias y celebrar misas a nuestros querido difuntos…
         Los difuntos nunca me preocupan mucho. En mi trabajo físico pesado, me sostiene la ilusión de preparar un lugar donde vendrá a renovarse la juventud.
         Me siento sobre las enormes piedras y digo en mi oración: Señor haz que estas piedras se vuelvan pan”. En eso, recuerdo las grutas de Balcones al Mar, donde hemos tenido jornadas y encuentros de líderes. Siento que me estoy enamorando de las piedras y que las podremos colocar en forma de cuevas donde haríamos encuentros y corrillos que proporcionarían el pan espiritual a cincuenta, a cien, a miles de gentes.
         Así es como nació el proyecto de Las Cuevas de La Mira que iban a servir de cuadro a una hermosa epopeya carismática. Pero no nos adelantemos tanto.
         Durante los trabajos de construcción de la pequeña residencia, me alojo en la casa de don Secundino y de doña Chuchita, y doña Clementina me preparaba los alimentos.
         Conviene subrayar que en esta primavera de 1972 don Remigio empieza a trabajar en nuestro Centro y seguirá haciéndolo fielmente hasta ahora (1991).

         Mi prima Nicole forma la estudiantina de La Mira.

         Llega mi prima Nicole con su guitarra y los cantos que aprendió el año pasado en Cuernavaca. Demuestra su entusiasmo exuberante al ver que de veras me estoy enraizando sólidamente en Acapulco.
La residencia se eleva sobre seis columnas. Debajo podemos ocupar todo el espacio como salón de reuniones y de ensayos de música.
La llegada de Nicole crea sensación en la colonia. Ella toca y tiene una voz encantadora. Habla perfectamente el español. Irradia la alegría de vivir. Sobre todo tiene algo que a ningún muchacho deja indiferente: ojos de un azul intenso como si reflejaran el firmamento y las aguas de la bahía.
Nicole forma la estudiantina de La Mira; compramos guitarras y todas las noches había prácticas durante cuatro horas. Así que jóvenes que no sabían nada de música pudieron en dos semanas tocar la Misa Panamericana. Los hermanos de La Salle, religiosas del Zumárraga, del América y del Victoria venían a participar en nuestras misas dominicales. Invitado por el padre Rafael Bello a celebrar una Misa en la Sagrada Familia, llevé conmigo a la estudiantina. Después unos cursillistas nos invitaron al Bejuco, a Tres Palos.
También íbamos a los. Bajos del Ejido a fraternizar con el grupo del padre Miguel. Mi Camioneta Chevrolet nevaba en letras llamativas el nombre de la estudiantina. El tránsito local y la Policía Federal de caminos, al cruzar o doblar el grupo, saludaban al conjunto de 20 muchachos con simpatía en su capilla móvil. Novedades de Acapulco hizo un reportaje. El nombre de La Mira salía de la noche y unos presintiendo el futuro repetían: “La Mira, ¡Mírala!”
         A mediados de julio, teníamos 18 guitarras y 2 mandolinas, 30 jóvenes practicaban. Los alumnos de la primera hora se volvían de pronto profesores para los nuevos. Un grupo acompañó a Nicole, una semana, en un pueblo de la montaña, vacunando, ayudando a hacer la carretera. Empezamos una estudiantina en La Laja y seguimos un tiempo asesorándolos. Decían los muchachos: “Lo que hemos aprendido queremos transmitirlo”. Teníamos un círculo bíblico. Sin quererlo y sin darse cuenta, por el solo impacto de su presencia y de sus actividades, el grupo de La Mira cambió la mentalidad de muchos sectores, desbarató pandillas peligrosas e hizo que los jóvenes buscaran y realizaran algo positivo.
         Por lo tanto, desde el principio, el Centro tuvo una irradiación social y no se encerraba en sí mismo. Muchos no ven esos frutos y acusan a la estudiantina o grupos carismáticos de servir de nada, que mejor no existieran.

         En 1972 tenían mala fama las guitarras en la liturgia.

         Conviene señalar que en los años 71 y 72 en Acapulco, no se admitían guitarras en los templos. En el Retiro anual de sacerdotes, del 4 al 8 de septiembre de 1972, Monseñor José Pilar Quezada declaraba que no convenía tocar guitarras en la Misa, y Juvenal Porcayo, Vicario General, justificaba ese juicio con el siguiente silogismo: “La guitarra provoca movimientos corporales. Ahora bien, no se deben permitir tales movimientos en el culto. Por lo tanto se debe prohibir la guitarra en los templos”. Yo contestaba: “¿Piensan que David no se movía cuando danzaba con toda la fuerza de su juventud delante del Señor?”. Hoy con la mentalización realizada y la aceptación general de la Misa de juventud (el padre Juvenal unos años después la aceptó en Costa Azul) uno no puede comprender la oposición de hace 18 años atrás. Es que en ese tiempo, la celebración de la Misa se hacía muy calmada, de daba preferencia a la devoción individual: el cajón de los difuntos y las vestiduras negras predominaban en el culto. No se podía ni concebir una celebración gozosa con cantos jubilosos y ademanes exuberantes.
         Tampoco se veía asistencia juvenil. Los sacerdotes lo confesaban: “Los jóvenes no se paran en la Iglesia”. Los jóvenes se justificaban: “Cuando voy es por la fuerza, todo eso lo veo muy aburrido”.


         A Nicole suceden Sor Manuela, Guadalupana, y Beatriz Ferrara.

         Al despedirse en los últimos días de Julio, Nicole sufre mucho de la separación inevitable. Ella y los muchachos, sus hijos, lloran. Pero ella, con orgullo, puede decir que no ha sembrado en vano. Su obra no perecerá. Sus hijos ya entrenados enseñan a nuevos miembros de la estudiantina.
         En este periodo nos fue de una gran ayuda la madre Manuela, Guadalupana. A nadie había revelado que pertenecía a la Renovación en el Espíritu Santo. Fuimos a orar con ella a las Cumbres de Caletilla y nos enseñó cantos nuevos. Un día, ella misionaba en Espinalillo y fuimos a cantar y orar con los jóvenes de ahí.
         Después de la madre Manuela, viene de México una muchacha muy entregada que retoma la obra de Nicole. La muchacha se llama Beatriz Ferrara H. Tiene su carrito. Un día al ver pasar la camioneta con la estudiantina nos sigue a La Mira y se ofrece a ayudarnos durante las vacaciones en Acapulco. Después, viene de la capital los fines de semana sólo para encontrarnos y servir a la estudiantina. Cuando no le fue más posible seguir viniendo, mandaba cartas en las que decía entre otras cosas: “Por motivo de mis estudios no he podido ir y estar con ustedes en La Mira, pero yo estoy segura que se siguen superando. Ahora estudio piano y el idioma alemán. Les prometo que una vez que tenga tiempo estaré siempre con ustedes, aunque de corazón y pensamiento sigo permaneciendo en su compañía”.
         Los muchachos tenían un elixir en la persona de Beatriz, que les contagiaba su espíritu, de buen humor y de alegría. Esto nos escribía en una misiva un 16 de septiembre de 1972: “Nunca debemos darnos por vencidos; pues mientras hay vida hay esperanza, y mientras tenemos salud, tenemos y debemos luchar. Así que deseo nuevamente no se desanimen y sigan ensayando, para lograr lo que con tanto entusiasmo iniciaron”.

         Me dieron una regañada en la judicial.

… Es desalentador y la manera como estas cosas se han manejado han permitido que quienes de verdad delinquieron anden sueltos en tanto que en las cárceles hay inocentes que purgan delitos que no han cometido y seres humanos sanos mandados al manicomio mientras que los desequilibrados nadie hace caso de su atención psiquiátrica. Procurador General de Justicia, Lic. Edmundo Olguin (1981).

         Me hubiera faltado una deliciosa experiencia en Acapulco si no hubiera sufrido algo de la Judicial.
         El domingo 20 de agosto formamos un Comité Ejecutivo de la Estudiantina y nombramos al joven René Ávila Díaz, como presidente. Su familia muy honrada y el joven es serio, estudioso y estimado de todos. Durante la noche del domingo al lunes, se comete un robo en la colonia La Mira. En la mañana siguiente viene la Judicial y para demostrar su eficiencia atrapa al primero que pasa y lo lleva a la cárcel. Es nuestro flamante presidente, René Ávila.
Me viene a buscar la mamá desconsolada y la acompaño a la cárcel. En el camino recordaba la escena de Nueva York, relatada en La Cruz y el Puñal: el predicador Wilkerson se presentó en defensa de unos pandilleros y fue sacado por la policía del Tribunal. Aquí va a ser diferente, porque en México hay mucho respeto hacia los padrecitos. A demás, Ávila es absolutamente inocente.
La mamá de René y yo nos presentamos ante el Comandante Wilfrido Castro Contreras y trato de explicar que el joven ha sido arrestado por equivocación. Cuál no es mi sorpresa al oír la voz enojada del Comandante que me dice: "Usted, padre, no conoce a los La Mira; son una bola de delincuentes. El Joven Ávila está preso y tengo el derecho de guardarlo en la cárcel los días necesarios para los interrogatorios". Hace una señal para que nos saquen de su oficina.
         Nos esperan los fotógrafos en la puerta. No sé por qué se muestran tan groseros. No capto sus palabras raras, pero es fácil comprender que me ofenden. Lo sabré mejor después por los periódicos. “La verdad” publica una foto en el momento en que el Comandante me regaña con la leyenda: “El padre Hermann Morín se presentó ayer ante el Comandante a abonar la conducta del joven René Ávila Díaz, quien fue detenido por la Policía Judicial”. “La Prensa Libre”, despreciativa, debajo de mi foto escribe: “Por metiche le dieron su maltratada hoy en la mañana en la Judicial a este cura flaco que fue a abonar la conducta de un presunto ladrón”.
         A David Wilkerson le resultó positivo su enredo con la policía porque puso las pandillas de su lado. Aquí el asunto no toma grandes proporciones. Pero mi visita a la cárcel hizo que René fuera liberado unas pocas horas después. La estudiantina, en la noche, festejaba su liberación. Por mi parte, antes de dormir, medito la sabia reflexión de la mamá de David: “El Señor procede en forma misteriosa para llevar a cabo sus maravillas”
         La estudiantina sigue con sus actividades. Se elige una reina: Elizabeth Cárdenas López, y una princesa: Guadalupe Gutiérrez Sauri. Los integrantes de la estudiantina se dan al baile: Esteban y Vicente Ortiz Pavón, Nicolás y Refugio Flores, Carlos Castro, Lupita Nieto, René Ávila, etc…

         ¿Quién es el peor: el padre Hermann o el padre Carmona?

El Centro de La Mira no es un gueto, es más bien un trampolín. No es un pozo sino un manantial cuyas aguas frescas desbordan y fecundan colegios, colonias, pueblos y otros movimientos. En la Misa de las 6 p.m. en La Mira, los domingos, vienen los hermanos de La Salle, religiosas del Victoria, del América, del Zumárraga, del Guajardo. “Si el padre se dedica a los pobres, nosotros no debemos quedarnos atrás”.
         No pierdo el contacto con la Jornada y los Cursillos. Con los jornadistas no hay fricciones, puesto que los jóvenes son más flexibles, no tienen prejuicios y aceptan el cambio y aun lo desean. Pasamos momentos muy agradables con los jornadistas de los años 72 y 74.
         Recuerdo a Pepe Soto, los Marroquines, los Sandovales, Cristi, Trini, Pati de las Rosas y muchos más. Pero falta a la Jornada la distribución de los jornadistas en pequeños grupos para asegurar su perseverancia y sobre todo el poder de los carismas del Espíritu Santo.
         Asisto regularmente a la Ultreya los lunes en la Casa de la Cristiandad. Pero mis métodos pastorales chocan demasiado con uno de ellos que no han recibido ninguna influencia del Vaticano II. Pedro Kuri me llama la atención: “Dentro de cinco o diez años, te daremos toda la razón tal vez. Pero por el momento estás demasiado adelantado”. Pero yo por más que me examino, no veo qué tendría que cambiar o corregir. En Bolivia, ya hace 10 años atrás, todas estas actitudes e innovaciones pastorales eran aceptadas. México no es Bolivia o Chile, pero no es una razón para quedar estancados.
         Unos amigos cursillistas me apoyan francamente, como Miguel Bugarini, Humberto Reyes, Jorge Prado. Otros me rechazan. Una vez, al verme llegar a la Ultreya, uno de los más integristas dice a su vecino: “ya llega padre satanás”. Otros me comparan con Moisés Carmona. Pero para mi consuelo la esposa de Pedro Kuri precisa: “Padre Hermann no es peor que padre Carmona”. ¡Que consuelote! Dice una chismosa: “Este padre viene a cambiar nuestras tradiciones sagradas”. Le contestan: “Padre Hermann tiene a su favor 80 %  y 100 % de la juventud”.

Sin el apoyo moral de los Hermanos de La Salle no hubieramos subsistido.

La boca habla de lo que está lleno
el corazón (Lc 6, 45).

En junio empiezo a relacionarme con los Hermanos de La Salle por medio de un lasallista canadiense que está de vacaciones conmigo. Todos los lunes voy a celebrarles la misa de 7 p.m, Nace una amistad que durará muchos años. Como toman cursos de verano en su Universidad de México y están al acecho de todo lo nuevo capaz de perfeccionar su vida y su enseñanza, encuentro en ellos hombres maduros y abiertos a una pastoral renovada. Ven venir cada lunes a la tarde como una fiesta. Compartimos comentarios sobre la Palabra de Dios y sólo después hacemos el rito penitencial, tardando bastante en la Reconciliación con Dios y los hermanos.
         Los hermanos insisten para que yo participe en un Congreso de 3 días en su colegio con los maestros, sobre la dinámica de grupos, a principios de septiembre.
         Sin el apoyo moral de los hermanos de La Salle, mi vida y la vida de nuestro Centro de La Mira hubiera sido muy distintas, aún más tal vez no hubiéramos subsistido.

         La diócesis me acepta como “Miembro de la tribu”.

A fines de julio diez jóvenes sacerdotes vienen a comer en La Mira, como muestra de solidaridad. Unos días después vienen también dos párrocos de la ciudad.
         En el Retiro sacerdotal de septiembre, Monseñor Quezada pide que yo dé un informe a los padres sobre el encuentro en el Colegio La Salle. Después, apoyado por un compañero, propongo el estudio inmediato del documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la Absolución Sacramental Colectiva, de junio de 1972. La propuesta es aprobada por unanimidad, puesto que este decreto de Roma toca un punto urgente y candente de la pastoral diaria.
         Al terminar el retiro, los jóvenes sacerdotes afirman que el Clero de Acapulco me acepta “como miembro de la tribu”.

Nuestra especial gratitud al padre Rodrigo Herrera.

         El padre Rodrigo merece una mención especial en la historia de nuestro Centro y un lugar de predilección en nuestra gratitud.
Lo conocí primero en las Ultreyas y a veces le suplía en la misa a los cursillistas que en este tiempo asistían numerosos, alrededor de 250. Cuando fue nombrado párroco de San Cristóbal, en la primavera de 1972, me invitó a colaborar con él. Acepté gozoso por dos motivos: primero me había encariñado con la gente de la Progreso y, segundo, sentía que me iba a llevar muy bien con el nuevo párroco, sencillo, abierto y de ninguna manera receloso. Tal fue su confianza hacia mí que me ofreció el cuarto del ex párroco para que yo pudiera vivir en la Casa Parroquial.
No pude aceptar por los compromisos de La Mira, pero me comprometí a celebrar las tres misas matutinas del domingo.
         Después le platicaba sobre mi propósito que me traía en jaque desde Bolivia, Panamá y Cuernavaca: la nueva pastoral en onda que consiste en formar comunidades pequeñas cristianas para renovar la parroquia y hacer de ella una Comunidad viva de pequeñas comunidades.
También mencionaba yo grupos de oración en casas particulares y misas de juventud.
El padre Rodrigo me explicó: "Todo eso me parece hermoso, creo no es mi carisma. Confío en ti: haz tú tantos grupos como quieras en la parroquia, te apoyo".
Fue como si Nuestro Señor mismo nos abriera una puerta de par en par con acceso a una reserva inagotable de juventud: la Progreso y la Florida y sus calles pletóricas de niños y jóvenes.

         Ya en 1972 teníamos muchas Comunidades en la Progreso.

         Ya como párroco interino a fines de 1971 había hecho contactos con familias del Multifamiliar. En aquel entonces hablábamos de. Formar células domésticas y el horario preveía: ambientación, lectura bíblica, comentarios y oración a partir del texto sagrado, problemas sociales del sector, evaluación del trabajo de la semana anterior y planeación de la siguiente.
Ahora a mediados de 1972 se podía extender la dinámica de pequeños grupos a todos los sectores de la parroquia. En poco tiempo se crearon comunidades fraternales (el nuevo nombre de las células) en las calles de Campeche, Sinaloa, Chiapas, Flores Magón, Uruapan, Sonora, Durango, Coahuila, Actopan, Bernal Díaz del castillo, Chihuahua, Michoacán, Monterrey, Cerrada de Torreón y Puebla.
Estas reuniones nos acercaron a pandillas de mariguanos de la Florida. Tuvimos la colaboración de la señora Raquel en la calle de Michoacán: nos ofreció su salón al lado de su tienda.
Los muchachos le tenían confianza, así que muchos adictos a la droga aceptaron reunirse con nosotros en la casa de Raquel. Ellos mismos nos hicieron una lista de 20 preguntas que servirían de temas para el próximo encuentro. A Cristi Serna que me acompañaba le encantaban esos encuentros.
Todos los problemas pasaban a esas preguntas: el amor libre, la droga, los secuestros, la existencia de Dios, la política y las injusticias, el por qué el mundo está contra la juventud, etc…
Muchos de estos jóvenes tanto de los grupos de la Progreso como de las pandillas se ganaron nuestra confianza y los invitamos a La Mira y más tarde al primer seminario de Renovación Carismática en el Zumárraga. Entre ellos destaca Daniel Betanzos.
El padre Rodrigo se informaba de todo y a veces me acompañaba a los grupos. Además, abrió las puertas del grandísimo templo de San Cristóbal para que se iniciara la Misa de Juventud.

Deber y meta del cristiano: formar fraternidades.

A fines de Mayo de1973, pocos días antes de salir de vacaciones a Canadá, quise dejar bien claro a mis amigos y discípulos lo que era mi meta y mi ideal, y para ellos mi herencia, eso es: mi convicción acerca de las fraternidades cristianas o Comunidades de Base.
Dejé un texto de 7 párrafos dando la definición de la Comunidad, sus condiciones, sus elementos, el objetivo común, insistiendo sobre 3 puntos:
         Es levadura: se mezcla entre las necesidades concretas de los hombres.
         Es signo legible para que el mundo diga: ¡mirad cómo se aman!
         Requiere un proceso de crecimiento y madurez.
         Terminaba con un deseo: ¡ojala tengamos pronto unas fraternidades en La Jardín, en Los Bajos, en la Progreso, en el centro, en La Mira! ¡unámonos!

         Las autoridades Oblatas ¿cómo ven mi apostolado en Acapulco?

         Según la norma general, compete a las autoridades supremas decidir la fundación de una comunidad nueva en un país y en una diócesis y siempre nombran un equipo de tres o dos religiosos para realizarla. Pero hay siempre casos de excepción.
         Por ejemplo Monseñor Grath Arzobispo de Panamá, quien me acogió en su diócesis, me decía: “Somos dos originales, usted y yo. Usted es el único Oblato en Panamá y yo el Clérigo de la Santa Cruz.
         Llegué a Acapulco sin haber sido mandado, ni invitado y ni acompañado de un hermano. Situación original y no muy normal que fue saneada después.
         Primero de parte del Obispo de Acapulco, Monseñor Quezada me dijo que mi venida era providencial, me acogió como a uno de sus diocesanos y me nombró párroco inmediatamente.
         De parte de los OMIS hubo al principio reticencia. En septiembre de 1972 me mandaron un visitador, P. Luis Valbuena, que dio un informe tan favorable al Consejo General que el nuevo Superior General me escribió de su puño y letra: “Quiero asegurarte, Hermann, mi admiración, mi gratitud y mi aprecio por todo lo que haces y sobre todo por lo que eres como persona y Oblato”. Richard Henley OMI.
         Al mismo tiempo, el P. Leo Deschatelets, 25 años Superior General y que resignó en Mayo de 1972, me escribió también: “Admiro los designios de Dios sobre usted y me alegro inmensamente por todo lo que está realizando en Acapulco. ¡Ojalá que entre los Oblatos, usted pueda encontrar imitadores! Dígnese el Señor darle la gracia de ver crecer este Centro donde le ha plantado tan providencialmente. Leer sus cartas será para mí siempre un gozo”.
         El Salmista (133) tiene razón: ¡Qué cosa mejor es la vida fraterna!" Es como un perfume, un rocío y una bendición. Algo muy distinto del juridicismo.

         Una despedida festiva, 2 de junio de 1973.

En la primavera de 1973, sentí la necesidad de encontrar mi familia de la sangre y mi familia religiosa después de 3 años de estar separado de ellas.
Muchos acontecimientos había vivido en tres años. Primero, salí de Bolivia en Abril de 1971 para ir a misionar a Panamá. Allá me sumergí durante 3 meses en el estudio de la vida en el Espíritu Santo. A causa de la persecución, me vine a México y sabiendo de las pequeñas comunidades de Base bien vivas de Cuernavaca me fui allá a vivir experiencias únicas inolvidables. Por fin, me vino el llamado de Acapulco y en menos de 2 años me sentí parte de la vida religiosa del puerto.
Quería confrontar mis experiencias con las de las Comunidades cristianas de Canadá y ver de una manera pragmática si la corriente Carismática estaba bien aceptada, cómo funcionaba y si realmente daban frutos de conversión y santidad, frutos de armonía y paz.
La Estudiantina de La Mira distribuyó un volante que rezaba: “¡GRANDIOSA FIESTA, sábado 2 de Junio a las 8 p.m., en el Centro de Comunidad de La Mira, por motivo de la inauguración de la Cueva del Espíritu Santo por Mons. José Pilar Quezada, y de la despedida del padre Hermann. Habrá actuación de varias Estudiantinas, Concurso de Canciones, rifas, baile".
Efectivamente se hizo presente el Sr. Obispo y parecía feliz de ver a tanta, gente y con tanta alegría. Pero tuvo la sorpresa de su vida cuando me preguntó dónde estaba la capilla y le enseñé la Cueva que parecía un cráter. Me dijo: "Voy a bendecir la Cueva del Espíritu Santo, pero en cuanto a celebrar la Misa en eso, te lo dejo a ti”.

Dos encuentros carismáticos en Québec y Montreal, Canadá.

         Durante mis largas vacaciones en Canadá, dediqué mucho tiempo a hacer contacto con responsables carismáticos y grupos de oración. Dos encuentros fueron particularmente determinantes.
El primero en Québec, una sesión de formación a la vida en el Espíritu Santo animada por el padre Valeriano Gaudet, el mismo quien me inició en Bolivia en 1970 y quien animaría en Acapulco en febrero de 1975 nuestro segundo seminario de iniciación.
El segundo, en Montreal, del 17 al 19 de Agosto, un Congreso Carismático bilingüe (francés e inglés) en el Colegio Loyola de los jesuitas. Asistí al lado de dos Oblatos que me iban a visitar en Acapulco poco después. P. Jaime Gagnon e Yvon Poirier. Eran 4, 000 los participantes. Constantemente mi mente viajaba entre el salón del Congreso en Montreal y la Cueva del Espíritu Santo de La Mira. A cada rato me decía: "Eso sí se puede aplicar en Acapulco. Esos carismas sí los deben tener los jóvenes en las Cuevas. También eso y eso".

         Como para demostrarme que en realidad todo eso se cumpliría, lágrimas de gozo inundaban mi rostro y después ríos hasta mojar el piso a mis pies. Quince días después, al dejar Montreal para México yo estaba bien decidido a realizar en Acapulco lo que daba tantos frutos en el norte.

martes, 24 de mayo de 2016

LA MIRA ¡MIRALA! LA EPOPEYA CARISMATICA DE LAS CUEVAS DEL PADRE HERMANN. TERCERA ETAPA

         
LA MIRA ¡MIRALA! LA EPOPEYA CARISMATICA DE LAS CUEVAS DEL          PADRE HERMANN

         TERCERA ETAPA – 1972 - 1973

EL SEMBRADOR LLEGA A SU TIERRA PREDESTINADA: ACAPULCO.

“Nuestra única protección es la diplomacia abierta. Dejen que la luz blanca de la publicidad sirva a la historia y que todo el mundo se mantenga honesto.

         Acogida fraterna de los Pasionistas y de Monseñor Quezada.

Llegué a Acapulco en la tarde del 7 de octubre. Recuerdo bien la fecha porque, en el autobús, pensaba en la fiesta de N. S. del Rosario y pedía su protección. En Acapulco, me fui directamente con los Padres Pasionistas al pie de la Cuesta.
         El Padre Miguel me recibió con a un hermano que hubiera conocido años antes y, en dos o tres horas, me enteré de la vida del pueblo acapulqueño, en lo económico y pastoral, de un pueblo que él amaba y por el cual daba su tiempo y su corazón.
         Los Padres Pasionistas me ofrecieron trabajo con ellos y me dieron un cuarto. El 8 sin tardar, me llevaron a ver al Señor Quezada para que él aceptara que me integrara a la Comunidad de los Pasionistas. “No. Lo mando a usted a San Cristóbal. Su venida es providencial. El párroco está en tratamiento en México”. El domingo 10, celebré cuatro misas por primera vez en mi vida y di la homilía en las 7 misas.
El lunes 11, el padre Miguel me llevó a conocer La Mira y proféticamente me dijo: “Este lugar está reservado desde hace años. Tómalo como centro de tu apostolado en favor de la gente abandonada”. La noche del 11 al 12 de octubre no pude dormir. Reflexioné mucho. Mi ideal era ser misionero itinerante de las colonias pobres y me veía encadenado como párroco.
         Subí a La Mira y dije a la gente que me iba a venir a vivir con ellos. Comuniqué mi ilusión a Monseñor Quezada. Él se enojó: “¿usted nos quiere ayudar? Entonces regrese a San Cristóbal por favor y no quiero recibir más quejas contra usted”. Eso yo no lo podía sospechar: tanto en Canadá como en Bolivia no cualquiera tenía acceso al Obispo. Pero en Acapulco me di cuenta de que todo era muy diferente.

         Las travesuras de un párroco interino.

En vez de deprimirme, tomé el lado humorístico de las cosas y pensé: buscan quejas y chismes, yo mismo se las voy a hacer para abonarlos en cuenta.
Por ejemplo, dejé de: confesar en el cajón y me sentaba en la primera banca, seguro de ahuyentar así a las escrupulosas que exigían la rejilla. La primera vez oí una reflexión muy expresiva: este padre no se sienta a confesar. Tuve una inspiración: recibí de pié a las personas de quienes yo podía adivinar que venían nomás a ocupar al padre. Me decían: “No tengo nada que decir, pero me da tanto consuelo reconciliarme con usted”. Contestaba yo: “A usted le da consuelo pero a mí no tanto, con siete homilías, los bautismos y las encuestas matrimoniales y las entrevistas y las quinceañeras y los niños espantados”. No había diáconos en ese tiempo. Entonces yo recibía de pie a estas ancianas y antes que hablaran les hacía la señal de la cruz en la frente diciendo: “Usted señora es más santa que yo, váyase en paz”.
Para dar la paz yo bajaba hacia el pueblo y no negaba un beso de paz a los jóvenes.
Yo confesaba individualmente hasta donde se podía y al ver a tantas personas deseosas de la reconciliación, las preparaba con un examen colectivo.


Monseñor Quezada apuntaba todas las quejas en un papelito y de vez en cuando me llamaba para que yo enmendara mi conducta. Puedo certificar que las quejas eran auténticas y Monseñor me repetía exactamente lo que la secretaria le babia dicho que yo había dicho y hecho. Doy testimonio que Monseñor Quezada no inventaba acusaciones falsas (como más tarde se le ocurría a otros tantas veces).
         Con todo, comparecer delante del jefe y escuchar más de ocho recriminaciones, confieso que la emoción se me subía y lloraba. Paternalmente Monseñor me perdonaba y me invitaba a componerme. Yo le prometía sinceramente en su oficina. Pero en San Cristóbal, en pleno bullicio de las actividades, era imposible cumplir y para salir de los problemas invocaba una virtud poco conocida, epiqueya, que consiste en que uno, confrontando situaciones inextricables, hace lo posible.
         Una vez, teniendo en casa a un Oblato de Chile, el hermano Camilo, Monseñor Quezada me hace comparecer a su oficina, “Ven, Camilo, dije, quiero que conozcas a mi Obispo”.
En otra circunstancia, me acompañó el padre Jaime Gagnon, misionero en Bolivia.
Yo pienso que estos hechos nos enseñan una verdad iluminadora para nuestra conducta, a nosotros los sacerdotes como a los laicos. Es esta: el sentido del humor puede evitar pleitos familiares, luchas de capillas y conflagraciones entre naciones. A muchos el sentido del humor los libera del fanatismo, de la envidia y del odio. Nos tomamos serio. Hay que reírse de uno mismo.

Mi primer cumpleaños en Acapulco.

El 24 de Noviembre de 1971, un miércoles celebraba en San Cristóbal mi primer cumpleaños en Acapulco. Edith, "La Chata” cursillista, invitó a todo mundo. El inmenso templo de San Cristóbal casi se llenó por la noche para festejar al párroco interino. Conocí bien a los muchachos del coro de Edith y me sentía en confianza para revelar a los asistentes mis inquietudes pastorales y mis sueños apostólicos. Dije: “Quiero hacerles participar de mi inquietud acerca de la evangelización en Acapulco. Ayer fui a visitar al párroco de Coyuca de Benítez, enfermo. De los 40, 000 católicos de su parroquia, 300 asisten a misa los domingos. Muchos de los novios que se casan, hacen al mismo tiempo la Primera Comunión”, Coyuca es una muestra de la situación real de la vida cristiana en nuestras ciudades y pueblos.
“Se debe declarar el estado de emergencia y promover métodos pastorales nuevos, los de San Pablo: crear constelaciones de núcleos bíblicos y de pequeñas comunidades cristianas que van a contagiar el ambiente. Para eso, contar con la juventud. Escribe Bernanos: Cuando la juventud se enfría, el mundo entero se pone a titiritar. De las pandillas de viciosos, haremos pandillas de fe y amor. Dijo Jesús: Yo vine a prender fuego y cómo desearía que ya estuviera ardiendo”. De incendiarios necesitamos, llenos de poder del Espíritu Santo. Envía, Señor, tu Espíritu y repuebla la faz de la tierra.
He aquí, como conclusión, las cualidades que espero encontrar en los jóvenes: alegría, inteligencia, optimismo, valentía, audacia, orgullosos de su fe, entregados a Cristo y a los demás, revolucionarios y movidos por el Espíritu Santo”.

El párroco de San Cristóbal.

El Padre Jesús Jiménez, enfermo por un exceso de trabajo, recibía su tratamiento en la Capital. Le llegaban a menudo noticias de Acapulco.
Llegó de prisa el 12 de Diciembre por la tarde, un poco alterado, y me pidió que dejara la parroquia.
         Fue un regalo de la Virgen de Guadalupe mi liberación de ser párroco y le agradecía mucho a ella. En verdad, a pesar de mis errores, me entregué sinceramente a la comunidad de San Cristóbal y ella respondía magníficamente, a tal punto que me encariñé con ella y al salir con mi maleta no dije adiós sino hasta luego.
         ¿Pero a dónde ir? Llamé por teléfono a Monseñor Quezada. Me contestó: “Usted quería ir a La Mira: ¡Váyase allá!”. En La Mira no había dónde hospedarme.

         Forzado a contactos enriquecedores.

         Por haber participado en una Jornada en Balcones al Mar, conocí a la Comunidad de las Capuchinas. Al saber de mi apuro me ofrecieron la hospitalidad con espontaneidad y alegría, del 12 al 20 de diciembre.
Después las Franciscanas del Colegio Zumárraga me pidieron que me quedara con ellas deseosas de tener la Misa diaria en su capilla, durante las vacaciones de Navidad y del Año Nuevo. Con ellas conocí esta costumbre bendita de las posadas. Era pura devoción, vivencia exacta de lo que vivió María en Belén, y lo que me tocaba vivir a mí también.
Por eso, cuando los Cursillistas me invitaron a su posada en la Casa de la Cristiandad, acepté con gusto.
Miguel Bugarini, a su turno, me ofreció la hospitalidad en Enero. Estando completamente libre, dedicaba muchas horas a la búsqueda de una colonia que respondiera mejor a mis sueños de vivir entre los marginados.
Ya conocía La Mira, pero quería visitar unas colonias más para hacer una mejor elección.
Monseñor Juvenal Porcayo me ofreció una porción de su parroquia; la colonia Hermenegildo Galeana, en el cerro detrás de Costa Azul. Muchas veces subí allá y estaba a punto de decidirme a vivir allá, cuando los jefes de los paracaidistas fueron atacados y maltratados. A partir de ese momento, la gente se mostró recelosa      , sospechaba que yo pudiera ser un espía.
En tales circunstancias, yo vi que no convenía seguir es esta dirección y pensé que en La Mira podría establecer mi pequeña residencia.

         Misionero en Los Bajos, El Conchero y El embarcadero.

El padre Miguel no me perdía de vista y se acercaba la cuaresma. Necesitaba ayuda para numerosas colonias y pueblos; me vino a buscar a la casa de Bugarini. Me dio un cuarto en la residencia de los pasionistas del Pie de la Cuesta y me proporcionó un safari. Me responsabilizó de tres pueblos: El Conchero, Los Bajos y El embarcadero.
Estos dos meses pasados en la compañía de los Pasionistas me enriquecieron mucho. Sobre todo la experiencia y la entrega total del padre Miguel me impresionaron. Otra ventaja: yo seguía asesorando las Jornadas que se realizaban a veces en Las Cuevas de Balcones al Mar y en el Guajardo, a veces en el Leopoldo Díaz Escudero y en el Zumárraga. Esos contactos con los jóvenes me preparaban directamente a lo que iba a ser mi misión principal. Durante tres o cuatro años, participé fielmente como asesor espiritual de la Jornada. Conozco a verdaderos apóstoles entre los muchachos y las muchachas de la Jornada.

Los Cursillistas también me invitaban a la Ultreya. Yo había hecho mi Cursillo en Bolivia en 1960. Casi todos los lunes asistía a la Ultreya, confesando y celebrando la Misa. Rápidamente me hice amigo del padre Rodrigo y de los principales líderes: Pedro Kuri, Humberto Reyes, Miguel Bugarini, Jorge Prado y otros más.