José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

60 AÑOS DE PRESBITERO DE SERAFIN ARZATE SILVA.

HOMILIA
SESENTA AÑOS SACERDOTALES – BODAS DE DIAMANTE
 SR. CURA SERAFIN ARZATE SILVA.

Templo Expiatorio de San Cristóbal. Acapulco Guerrero, 26 de octubre de 2011.

+ Mons. Felipe Aguirre Franco

Hace hoy sesenta años que el Padre Serafín Arzate Silva comenzó a participar del único, sumo y eterno Sacerdocio de Cristo, al haber sido elegido desde toda la eternidad, como son todos los designios de Dios, por ser El eternamente poderoso, infinito y sapientísimo. Pero si bien la elección es eterna, hace ahora sesenta años que se consolidó en el tiempo una vocación sacerdotal, pues la vocación se da en el tiempo, con el designio amoroso de un Dios que llama y la contestación de amor del hombre que corresponde.

“Antes de formarte en el vientre de tu madre te conocí: antes que salieras del seno materno te consagré y te constituí profeta de las naciones”. Desde entonces comenzó de parte del Señor el idilio de su amor, cuando allá por la tierra caliente del Estado de Guerrero, en San Miguel Totolapan, en medio de la labranza y el verde de los montes, el Dueño de la mies llamó a un adolescente de 15 años llamado Serafín, hijo de los Sres. Santos Arzate y Esther Silva para su servicio; y así como nos narra el Primer libro de los Reyes, que el Profeta Eliseo dejó la yunta y el surco de la siembra, para seguir el llamado del Señor, por medio del Profeta Elías, el joven Serafín, dejándolo todo, ingresó al Seminario Conciliar de Chilapa, en el año de 1940, siendo Obispo Diocesano el Siervo de Dios Don Leopoldo Díaz Escudero y Rector el M. Ilustre Sr. Canónigo Don Constantino Arizmendi. En ese entonces y con sobrada razón esa casa de estudios era llamada “La Atenas del Sur de México”, por su ciencia, por su elevado nivel profesional y por los grandes hombres que de allí emanaron. Allí transcurrió el Seminarista Serafín sus humanidades, la filosofía y la teología durante once años, hasta el día de su Ordenación Sacerdotal, el día 18 de octubre de 1951 en el templo del Dulce Nombre de María, en la ciudad de la sede diocesana de Chilapa, por la imposición de las manos y la oración consecratoria de Mons. Leopoldo Díaz Escudero, junto con otros trece compañeros, de los cuales ya sólo viven tres de ellos: Mons. Ángel Martínez, Mons. Rafael Cortés y el Sr. Canónigo Mario Salgado.

Todo esto lo recordamos hoy y lo ponemos ante la presencia del Señor y de todos sus fieles, porque es necesario tener memoria histórica, como la tenía el pueblo de Israel, para darle gracias a El, “porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. Por ese motivo nos ha invitado hoy el Sr. Cura Don Serafín Arzate Silva, para hacer más vigoroso el himno de gratitud que brota de sus labios al cumplir sesenta años de su sacerdocio, pues en verdad el Señor ha hecho maravillas a través de su Ministerio Sacerdotal. Dentro de esta misma Eucaristía entonaremos con los labios sacerdotales de nuestro festejado celebrante el himno prefacial que entonó en el Cantamisa de su pueblo natal hace seis  décadas: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber  y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, … Porque Cristo… con especial predilección y mediante la imposición de las manos, elige a algunos de entre los hermanos, los hace partícipes de su ministerio de salvación, a fin de que renueven, en su nombre, el sacrificio redentor,  ...lo alimenten con la palabra y lo fortifiquen  con los sacramentos”.

No puede olvidar hoy nuestro sacerdote Serafín Arzate, aquella voz adusta, sonora y elocuente del aquel incansable Obispo de Guerrero, al decirle a él y a los catorce nuevos sacerdotes: “Queridos hijos, que van a ser ordenados Presbíteros, deben realizar, … la función de enseñar en Nombre de Cristo, el Maestro. Transmitan a todos la Palabra de Dios que   han recibido con alegría ...procuren creer lo que leen, enseñar lo que creen y practicar lo que enseñan…a fin de que, con su palabra y su ejemplo, se vaya edificando la casa santa, que es la Iglesia de Dios”. (Ritual de la Ordenación).

El Obispo ordenante le preguntó, tomando sus manos entre las suyas: “¿Prometes a mí y a mis sucesores respeto y obediencia?” – “¡Si, prometo!” contestó el ordenado. Con esa seguridad y fundamentación, el Sucesor de los Apóstoles, desde la Curia Episcopal de Chilapa, envió al nuevo sacerdote a su nueva misión: después de algunos meses fugaces en los pueblos de Tetipac, Teloloapan y Buenavista de Cuéllar, vino la primera parroquia en Zitlala 1955, lugar inhóspito e incomunicado, cuyos caminos debían realizarse a caballo para la atención de los fieles. Debió vivir momentos muy difíciles, al tener que defender los derechos de su parroquia, ante los enemigos que quisieron despojarla, hasta pasar trece días como delincuente por el Reino de Cristo, en la cárcel de Chilpancingo; hasta que el Obispo Auxiliar Don Alfonso Toriz Cobián, los sacerdotes y fieles, lograron su incondicional liberación, rescatando íntegros los predios parroquiales, que arbitrariamente querían ser usurpados.

Enseguida, nombrado párroco en Coatepec Costales, durante dos años; allí a fuerza de azadón, pico, pala y carretilla hizo un camino que lo comunicara con los pueblos cercanos. Luego, párroco durante siete años en Dos Caminos; después de un penoso accidente, fue adscrito en Costa Azul de Acapulco y con alguna atención pastoral a Nuestra Sra. de Covadonga, durante su recuperación. En 1964 es párroco de la comunidad de Copala en la Costa Chica, ya en tiempos de la nueva Diócesis de Acapulco. Hasta que el M. I. Sr. Obispo Dn. José Pilar Quesada Valdez, lo nombró párroco de San Luis la Loma el 13 de septiembre de 1967; durante los siete años de su estancia allí, pudo construir el moderno, digno y espacioso templo parroquial, que conocemos actualmente.

El Siervo de Dios Dn. José Pilar Quesada, lo llamó a la ciudad de Acapulco el 31 de octubre del año de 1974, para que tomara posesión como Párroco de San Cristóbal, en la Colonia Progreso de este lugar, prosiguiendo inmediatamente las actividades ministeriales llevadas a cabo por sus dos anteriores párrocos, Don Jesús Jiménez Abarca y Don Rodrigo Herrera. Bendito sea Dios, que fue en esta época, cuando el Padre Serafín, con su empeño, con su entusiasmo y con su creatividad pastoral, buscando la gloria de Dios y el bien de las almas, con la colaboración constante de sus fieles, comenzó a llevar a cabo la edificación y transformación del templo, con la atención pastoral integral, orgánica y planificada.

No cabe duda, y hoy le damos gracias a Dios, que uno de los hitos más trascendentes en la vida sacerdotal de estas Bodas de Diamante que estamos celebrando, ha sido el acontecimiento de aquel 4 de julio de 1977, cuando a las cinco de la tarde, se inauguró, con gran concurrencia de sacerdotes y fieles de esta parroquia y de toda la Diócesis de Acapulco, este nuevo templo parroquial de San Cristóbal, con el título de Templo Expiatorio Diocesano, después de la dolorosa incautación del templo de la Divina Providencia en el Barrio de Dominguillo; fue una herida sangrante a la Iglesia de Acapulco, la cismática apostasía, de quienes promovieron la separación de la única Iglesia fundada por Cristo, continuada en todo el mundo por sus Apóstoles y sus sucesores. ¡Cuántas lágrimas derramadas en esos días! Por su Obispo diocesano Mons. Rafael Bello, junto con el entonces Obispo Emérito de Acapulco Dn. José Pilar Quesada; pero que fueron transformadas en una gloriosa opoteosis a Jesús Sacramentado, con la procesión y celebración eucarística de aquella tarde, en este mismo lugar.

Desde esa fecha, se promovieron diversas obras en bien de la feligresía: la defensa y aseguramiento del Atrio, la terminación de la obra arquitectónica  del templo y de la casa parroquial y pastoral. Culmina hasta la actualidad de nuestros días, repitiendo las palabras redactadas por el Sr. Cura Arzate, en su libro “Pregonero de la Palabra”: Hemos llegado a estas fechas, presentando a las colonias Progreso y Florida y a toda la ciudad y Puerto de Acapulco, un templo limpio y hermoso, arquitectónicamente ventilado, adornado con mármoles travertinos, mármoles blancos y negro de Guerrero, y mosaicos venecianos e industriales; pasajes escriturísticos  en vitrales emplomados y el solemne vitral en la fachada del templo; un reloj monumental con melodía, campanas finas de Guadalajara, Jal.; una hermosa capilla con nichos y un rico piso de mármol rústico en la zona frente al templo con bonitas jardineras”. (Curriculum Vitae Sr. C. S. Arzate S.)

Por tal motivo describió muy bien en este párrafo el predicador de las Bodas de Plata Sacerdotales hace 35 años, el Padre J. Ascensión Barboza Peñaflores, cuando dijo: “Padre Serafín: Aún siendo joven presentaste el rostro en defensa de los derechos de la Iglesia ¡Cómo te dio toda la razón tu Prelado de entonces, que supo valorizar tu acción heroica! En muchos años no se había dado, ni se ha dado después, un caso semejante. Gran parte de los talentos que el Señor te dio los has empleado en la construcción y mejoramiento de los bienes inmuebles de la Iglesia. ¡Qué bien nos hablan tus templos de tu acendrada piedad eucarística. Que el Señor te siga conservando incansable en todas tus actividades parroquiales” (Bodas Jubilares de Plata 18 octubre 1976).

A todo esto debe añadirse la obra eclesial y pastoral que se desarrolla en esta comunidad sancristobalense, ubicada en la colonia Progreso de Acapulco, una de las parroquias más fervorosas de la Arquidiocesis de Acapulco, por su constante y nutrida participación cultual y pastoral de sus fieles, a cuyo caminar se ha adherido en estos últimos años el Pbro. Lic. Adolfo Silva Pita, ex Rector del Seminario diocesano.

Hemos manifestado algunos aspectos de la acción pastoral de un sacerdote que ha desgastado su vida durante sesenta años, como la más valiosa perla de diamante para colocarla en la corona de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, siguiendo el mandato del Señor: “Ut videant opera vestra bona et glorificent Patrem vestrum qui in coelis est” “Que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos”.(Mt, 5,16) “Non nobis, Domine, non nobis; sed Nomini tuo da gloriam”. “No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre sea toda la gloria”. (Sal. 115). “Te Deum laudamus, te Dominum confitemur”. “A ti, Señor, alabamos; a ti, Señor, te damos gracias”. Pues es justo y necesario.

II

Padre Serafín, El Señor te ha dicho: “Mira que pongo mis palabras en tu boca. No digas: he aquí que soy un muchacho que no sabe hablar, te dijo hace 60 años el Señor, porque a donde quiera que te mande tú irás y les dirás lo que yo te mande” – “Mira que te he puesto para que levantes o destruyas, para que edifiques y plantes”. (Jeremías).

Por eso hace sesenta años llevas en tus labios la sed hiriente del Crucificado para anunciar la Palabra, oportuna o importunamente, a fin de que sea “cada voz que articule tu boca, una diáfana gota de la sangre de Dios”, “cuius una stilla, salvum facere totum mundum quit ab omni scelere“ya que una sola gota de su sangre bastaría para salvar a todo el mundo, de las heridas del pecado” (Adoro te devote. Sto. Tomás de Aquino).

Tú mismo te comprometiste a encarnar en tu vida las estrofas del himno que compusiste para la gran Misión de la Diócesis de Acapulco: “Es el tiempo que todos empiecen/ a jugarse la vida en la cruz;/ a vivir como vive Jesús./ Implantando la ley del perdón./ Proclamando que aquello de antaño/ siga siendo lo mismo, sin mengua;/ Es el mismo Jesús y su lengua/ que nos habla y nos da el corazón”. (29 enero 1978).

Deseando ser vivamente el pregonero incansable de la Palabra, “al llegar a la Celebración de los sesenta años de su Sacerdocio, el Sr. Cura Serafín Arzate Silva ha querido coleccionar algunos de sus sermones, fervorines, oraciones fúnebres, discursos, alocuciones, homilías, poemas, composiciones poéticas-musicales y los históricos sermones “de campanillas” de estricto corte clásico, haciendo derroche de toda la floritura literaria, usando las alegorías, metáforas, sinécdoques, metonimias y paradojas a profusión”. (Pregonero de la Palabra).

Esto es lo que se puede llamar, en el Padre Serafín, un magisterio carismático y profético, que está latente en su predicación de la Palabra de Dios, actividad que ha desarrollado en su retórica pastoral con profusión generosa. Pues la fe, nos dice el Apóstol San Pablo, viene por el oído; “pero ¿cómo van a invocar al Señor, si no creen en El? ¿y cómo van a creer en El, si no han oído hablar de El? ¿y cómo van a oír hablar de El, si no hay nadie que se lo predique? … ya lo dijo Isaías: “Señor, ¿quién ha creído en nuestra predicación?Por lo tanto la fe viene de la predicación y la predicación consiste en anunciar la palabra de Cristo”. (Rom 10.12-17).

III

Padre Serafín, ahora me refiero a tu Sacerdocio al servicio de la Palabra de Dios, junto con todos tus hermanos sacerdotes, los que hoy te acompañamos y los de tu Presbiterio; deseo hacerlo con las palabras recientes del Magisterio en la reciente Exhortación Verbum Domini, que se dirige a los sacerdotes: “El Sacerdote es ante todo, Ministro de la Palabra de Dios; es el ungido y enviado para anunciar a todos el Evangelio del Reino, llamando a cada hombre a la obediencia de la fe y conduciendo a los creyentes a un conocimiento y comunión cada vez más profundos del misterio de Dios, revelado y comunicado a nosotros en Cristo”. “El Sacerdote debe ser el primero en cultivar una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios… necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que ella penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de sí una mentalidad nueva: “la mente de Cristo”. Consiguientemente, sus palabras, sus decisiones y sus actitudes han de ser cada vez más una transparencia, un anuncio y un testimonio del Evangelio”. (No. 80).

Padre Serafín, al llegar hoy a los sesenta años de su Sacerdocio, en sus Bodas de Diamante Sacerdotales, ha querido publicar un libro que nos ha hecho llegar, en el cual usted mismo se autodenomina “Pregonero de la Palabra”, como señal de que también le ofrece hoy al Hijo de Dios, la Palabra hecha carne, en la ofrenda de su patena sacerdotal, su voz ronca y cansada, pero a la vez sincera y vigorosa, para seguir entonando hasta el último aliento de esta vida las alabanzas del Señor; para seguir convocando a las ovejas y defenderlas de los lobos rapaces que merodean en torno al rebaño del Buen Pastor. Escuche lo que, con estos himnos litúrgicos, le interpela en su vida sacerdotal el Señor:

“Es fuego tu Palabra, que tu boca quemó,
tus labios ya son llamas y ceniza tu voz;
da miedo proclamarla, pero el Señor te dice:
No temas, contigo estoy”.

“Grita, lleno de gozo,
pregonero, que traes noticias buenas:
se rompen las cadenas,
y el sol de Cristo brilla esplendoroso.

Grita, sin miedo, grita,
levanta sin temores,
pregonero, tu voz dulce y tenaz.

Si dejas los pedazos
de tu alma enamorada en el sendero,
¡qué dulces, pregonero,
que hermosos, qué divinos son tus pasos!”

Hasta la eternidad.   –AMEN-

+ Felipe Aguirre Franco
Arzobispo Emérito de Acapulco.

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