“¡Jerusalén, Jerusalén!... ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos…”
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.
Estamos ya a menos de 15 días de iniciar las solemnes fiestas de la Pascua. Y escribo en plural, porque especialmente este año 2010, se dará una admirable coincidencia de cristianos de todas las denominaciones y judíos en las fiestas pascuales. El próximo 28 de Marzo de este año 2010, coinciden la Solemnidad cristiana del Domingo de Ramos de la Pasión del Señor, con la fiesta judía del 14 de Nissan, en la que se recuerda la Salida de Egipto.
Y la celebración litúrgica de estos misterios de salvación, se viven intensamente en la Ciudad Santa de Jerusalén. Un servidor, pudo vivir con intensidad la Semana Santa en Jerusalén, en el año 1999. En estos días, turistas y peregrinos están en fiesta, en cada ángulo de la Basílica de la Resurrección o del Santo Sepulcro, descubren una tradición distinta. Hay quien se escandaliza por la falta de unidad, otros se alegran de tal diversidad. Otros incluso lo encuentran todo un poco confuso. De cualquier forma, el Status Quo cumple su labor de “regulador”, coordinando las distintas celebraciones. Aunque la celebración del domingo por la mañana en el altar de Santa María Magdalena, en presencia del Patriarca o de algún representante suyo, pueda dar la sensación de confusión, pues en el mismo momento los coptos celebran ante su oratorio, los armenios frente al Santo Sepulcro y los siríacos en su capilla, se viven momentos de oración intensa que no hay que vale la pena vivir, por lo menos una vez en la vida.
Así, por la noche, mientras se celebra el Oficio de lectura por los franciscanos en la capilla de la Aparición de la Virgen, los ortodoxos, griegos, rumanos y rusos manifiestan su devoción a la Santa Tumba, la rodean con sus oraciones, su afecto, con multitud de secretos murmurados ante las piedras, hasta que el sacristán ortodoxo les indica con gestos que se deben retirar… Alrededor del edificio se deja un vacío y, por algunos minutos, permanece inmerso en la oscuridad y el silencio. La procesión de los latinos (católicos), a su vez, todos los días a las cinco de la tarde, rodea el Santo Sepulcro y recorrer la Basílica, mientras el órgano va in crescendo haciendo resonar por doquier la alegría de la Resurrección; el Custodio sale de la Tumba exhibiendo el Evangelio… ¡Cristo ha resucitado! Los ortodoxos, que están por todas partes alrededor, no pierden un instante de esta aclamación totalmente ajena a su rito y, cuando los latinos vuelven hacia su capilla, también ellos regresan a sus devociones, mientras la campana de los armenios acompaña con su ritmo alguna incensación…
A pesar de que Jerusalén y los Santos Lugares alcanzan estos días el récord de afluencia de turistas y peregrinos y que durante el día es muy difícil recogerse, durante las noches del sábado al domingo, y en particular en el tiempo de Cuaresma, el Santo Sepulcro se convierte en una oración fervorosa y una experiencia de Pascua.
Desde el Monte de los Olivos, se puede apreciar una de las pocas panorámicas más fascinantes de la Ciudad Santa, y en ese lugar, la tradición señala el punto desde donde Jesús llora por Jerusalén. Actualmente una bellísima Capilla llamada Dominus flevit (donde el Señor lloró), conmemora el acontecimiento. “¡Ciudad de Dios, qué dulce es contemplar tu belleza desde el Monte de los Olivos!” Así escribía el Patriarca de Jerusalén, Sofronio, (634-38) en sus famosas Odas sobre los Lugares Santos. Las palabras de Jesús sobre el final de Jerusalén y del mundo (Mt 24; Mc 13; Lc 21) eran consideradas por la Iglesia antigua como misterios de salvación revelados a los Apóstoles y a los más íntimos entre sus amigos.
Llanto de Jesús por Jerusalén. “Y cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: -¡Si conocieras también tú en este día lo que te lleva a la paz! Sin embargo, ahora está oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti en que no sólo te rodearán tus enemigos con vallas, y te cercarán y te estrecharán por todas partes, sino que te aplastarán contra el suelo a ti y a tus hijos que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de la visita que se te ha hecho.” (Lucas 19,41-44)
Lamento por Jerusalén. En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron: “Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte. “Y él les dijo: “Vayan a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén.“¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se les va a dejar su casa. Les digo que no me volverán a ver hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (Lucas 13,31-35).
Alguien que escucha podría decir: el significado de estas palabras es evidente. Ellas se han cumplido en lo referente a Jerusalén: el ejército romano la asedió y saqueó hasta llegar a destruirla y llegará un tiempo en que no quedará de ella piedra sobre piedra. Yo no niego absolutamente que aquella Jerusalén haya sido destruida como consecuencia de los delitos de sus habitantes; pero me pregunto si estas lágrimas no se refieran también a nuestra Jerusalén; somos nosotros evidentemente la Jerusalén sobre la cual Jesús lloró, nosotros que creemos tener el alto conocimiento de los misterios. Si después de haber conocido los misterios de la verdad, después de haber escuchado la palabra del Evangelio y las enseñanzas de la Iglesia, después de haber gozado la visión de los misterios de Dios, uno de nosotros peca, Jesús se lamentará y llorará sobre él en cuanto no se llora sobre los paganos sino sobre quien, después de haber pertenecido a Jerusalén, ha cesado de formar parte (Orígenes, Homilía 38, 3 sobre Lucas).
Sobre todo en estos días tan trágicos, resuenan en nuestras conciencias las palabras de Jesús sobre Jerusalén. Violentos encuentros están en curso entre centenares de jovenes palestinos y las fuerzas del orden israelíes en numerosos barrios de Jerusalén este: «Jornadas de la rabia» en respuesta a la inauguración de la sinagoga Hurva en la Ciudad vieja. La policía por cinco días ha bloqueado los accesos a la Explanada de las Mezquitas y ha reforzado las medidas de seguridad en todos los barrios de Jerusalé Este, en previsión de la violencia. Se trata de la 'Hurvà (ruina, en hebreo), una sinagoga inaugurada en la noche del pasado domingo 14 de Marzo (vísperas del primer día de Nissan), después de haber sido reconstruida por tercera vez en los últimos 250 años. Una antigua profecía relaciona la tercera inauguración con el período del Tercer Templo, por lo cual algunos grupos radicales hebreos han aprovechado para reivindicar el derecho a entrar en la explanada de las Mezquitas, donde hace dos mil años surgía el templo bíblico. Pero los palestinos consideran todo esto una provocación. Pero el nudo mayor son los nuevos asentamientos, pues el Estado hebraico ha tomado la decisión de construír habitaciones para hebreos en las zonas ocupadas de Jerusalén Este decisión sostenida por el premier Benjamin Netanyahu, para construir 1, 600 nuevos alojamientos, que ha creado una profunda crisis entre Washington y el Estado hebraico, y ha ulteriormente inflamado los ánimos de los palestinos.
¡Oramos por la Tierra Santa, y deseamos paz a Jerusalén!
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