LA NAO DE CHINA Y CULTURA CATOLICA
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas .
Queremos aportar nuestro granito de arena a la recientemente creada Feria Internacional de la Nao 2007.
Y se refiere a la cultura católica que permeaba toda la vida novohispana. Medición del tiempo, nomenclatura de naves y lugares, estaba impregnado de la fe cristiana, y nada se explicaba sin ella.
Entre las razones que reforzaron el intercambio Acapulco-Manila, aparece uno de primer orden: la evangelización de nuevas tierras conquistadas. La nao no solamente transportaba mercancías, sino primordialmente, a su regreso al Oriente: misioneros.
Basta revisar los nombres de la lista de galeones que presenta Ostwald Sales Colín en su espléndido trabajo: El Movimiento portuario de Acapulco. El protagonismo de Nueva España en la relación con filipinas, 1587-1648, páginas 185-186, editado por Plaza y Valdés, México. Todos los barcos llevan nombres de Santos: Nuestro Señor Hermano, San Agustín, La Trinidad, Nuestra Señora de Atocha, San Jacinto, San Francisco, San Ambrosio, Nuestra Señora de la Limpia, Concepción, Nuestra Señora del Rosario, Santa Isabel, San Pedro y San Pablo, San Luis, San Juan Bautista, San Nicolás, Nuestra Señora de la Encarnación, San diego, San Francisco Javier, San José, y la infaltable: Nuestra Señora de Guia.
Comerciantes, marinos y aventureros, todos entremezclados, e impregnados todos por una cultura católica común, antes de partir y adentrarse en el océano que no dejaba de imponer miedo y respeto, acudían a la parroquia de Acapulco, o al templo del convento franciscano de Nuestra Señora de Guía, para postrarse ante el Dios altísimo e implorar protección.
Y a su vuelta volvían, religiosamente, a dar gracias por la travesía y por los frutos obtenidos de intrépidas empresas, marinos y comerciantes aventureros, así como conquistadores de almas filipinas, chinas y japonesas.
Entre los santos viajeros que cruzaron el el océano en la mítica nao de oriente podemos contar a San Felipe de Jesús, inquieto hijo de la Iglesia, que se embarcó en este puerto para buscar fortuna en el lejano Oriente, y que el 5 de Febrero de 1597 alcanzará la palma del martirio, crucificado, en la colina santa de Nishizaka en Nagasaki, Japón.
Posteriormente en 1619, otro santo viajero será nuestro paisano acapulqueño Fray Bartolomé Días-Laurel, quien naciera en el Pozo de la Nación en 1599, y en la flor de su juventud, dejando casa, amigos y patria, se embarcó en la mítica nao de Oriente para ganar almas a Cristo. Igualmente alcanzó la gloria del martirio, en la misma colina de Nagasaki un 16 de Agosto de 1627, quemado vivo a fuego lento.
La nao de Filipinas llegaba a Acapulco cargada de riquezas materiales: porcelanas, sedas, mercancías de todo tipo; pero a su regreso llevaba la riqueza mayor que el cielo prodigaba al Oriente: los frailes misioneros que buscaban almas para extender el reino de Cristo.
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