EN ATOYAC, SUMIDO EN LA POBREZA,
PUBLICADO EL 17 JULIO, 1995 EN LA REVISTA PROCESO
EL PADRE MAXIMO GOMEZ RELATA SU INTERMEDIACION EN LOS RESCATES MULTIMILLONARIOS DE HARP HELU Y ESPINOSA MIRELES
ATOYAC DE ALVAREZ, GRO – “¿A lo mejor sí, a lo mejor no ¡Sepa la bola!”, exclama el padre Máximo Gómez, cuando se le pregunta si los millones de dólares pagados por los rescates del banquero Alfredo Harp Helú y el empresario Jorge Espinosa Mireles pudieron tener como destino el financiamiento de grupos guerrilleros
En estos dos casos además de por lo menos otros cinco, el sacerdote Máximo Gómez fue el intermediario para entregar a los plagiarios el dinero en dólares y pesos exigido para liberar a los secuestrados
Sentado en una silla, en el patio contiguo a su iglesia sin efigies de santos, el padre Máximo Gómez Muñoz, vestido con una guayabera luida que muestra sus brazos flaquísimos, aparenta más de los 63 años que tiene
“Hay gente que sospecha de otras cosas, que tengo parte (del dinero de los rescates), cuando nunca he recibido un centavo”, se queja, y acepta: “A mí me han acusado ya de todo Soy de lo peor”, ríe
Desde que llegó a Guerrero, hace 35 años, el padre Máximo ha vivido en medio de la polémica Se ha dicho que es guerrillero y, por su irreverencia ante la “hipócrita” cúpula clerical, hace tiempo fue expulsado de la iglesia diocesana
Dos veces rector del seminario de Acapulco y dos veces expulsado, licenciado en Roma en teología dogmática, señala que “si la teología no es liberadora, no es cristiana”
No cobra por los servicios religiosos en su iglesia, que sólo cuenta con una cruz Allí oficia bajo la permanente vigilancia del gobierno estatal y con el rechazo de los sucesivos arzobispos de Acapulco: el actual, Rafael Bello, ni siquiera lo visita
De sus “burradas”, como las llama, una lo distingue: desde hace 20 años se dedica a ser intermediario entre secuestradores y plagiados “Una persona dijo que eso es porque tengo los suficientes güevos”, dice divertido
Considera que debido a lo anterior los plagiarios del banquero Harp Helú lo escogieron para ser el encargado, al lado de dos sacerdotes dominicos, de entregar el año pasado los 25 millones de dólares que exigieron de rescate
Antes, en 1992, le pidieron y aceptó ser enlace entre la familia del empresario Jorge Espinosa Mireles y sus plagiarios Entregó una última remesa de un millón de dólares
Otros cinco casos, todos en la región de la Costa Grande, han dado experiencia al sacerdote Máximo Gómez, originario de Tepatitlán, Jalisco, para ser intermediario
En dos casos, sin embargo, se le culpa de haber fracasado En el primero, una cantidad menor a la exigida, y la demora en la entrega, desembocaron en la muerte del plagiado En el otro, se trató de un autosecuestro
Todos, secuestradores y familiares de plagiados, llegan hasta la Parroquia del Dios Unico, situada en lo alto de una loma, en los suburbios de esta población, siempre olorosa a café
HARP Y SU LIBERACION
Aquejado de un mal cardiaco, al padre Máximo como lo llama la gente en esta región se le puede encontrar siempre en su iglesia, que el año pasado fue revisada por policías al mando del general Mario Arturo Acosta Chaparro ”la pistola de Rubén Figueroa Figueroa” ante la presunción de que escondía armas para la guerrilla
El 26 de julio de 1994, un hombre desconocido, más o menos joven, llegó a la iglesia para entregarle una carta
En ella, “apelando a su servicio humanitario y sobre todo cristiano”, Harp Helú le pedía fungir como intermediario entre él y sus secuestradores, que lo mantenían cautivo desde el 14 de marzo
La carta, de una cuartilla, escrita a mano, tenía en la parte superior izquierda una fotografía del presidente del grupo financiero Banamex-Accival, quien sostenía el diario Excélsior en su edición del 25 de julio
Harp Helú explicaba que, en caso de aceptar, el padre Máximo tendría que reunirse con los sacerdotes dominicos Angel Zavala y Francisco Zamarrón para recibir el monto del rescate, 25 millones de dólares, aún en poder de los religiosos
“Pensé que no era justo que el hombre, que ya había entregado el rescate a los curas, se fuera a morir”, dice Y aceptó La familia había acordado pagar el rescate después de numerosos regateos un día antes de la fecha de la carta
Cuenta que esa misma tarde, y de acuerdo con las instrucciones del desconocido que le entregó la misiva, un taxi lo recogió en la iglesia para trasladarlo a la central de autobuses de Acapulco
Otro hombre que tampoco se identificó le entregó un boleto de autobús, y en él partió casi a la medianoche hacia la ciudad de México
En la Central Camionera del Sur, un taxista lo esperaba para conducirlo a un hotel, “un buen hotel”, en el que se hospedó Eran como las seis de la mañana y, luego de dos horas, sonó el teléfono
Una voz le indicó que tenía que reunirse con los sacerdotes Zavala y Zamarrón en el Centro Universitario Cultural, en Ciudad Universitaria
Ya en el lugar, y tras encontrarse con los religiosos, que “estaban muy nerviosos”, recibieron otra llamada telefónica Eran cerca de las tres de la tarde
La orden era llevar los 25 millones de dólares, “de un jalón”, en dos automóviles en uno 10 y en el otro 15, a un lugar que se les indicó y que el padre Máximo dice no conocer, como tampoco las características de los vehículos de los sacerdotes que lo acompañaron
Según las instrucciones, estacionaron los autos sobre una avenida, posiblemente Universidad; descendieron, ocultaron las llaves debajo de los tapetes, dejaron las puertas sin seguro y se retiraron a unos 20 metros
“Llegaron de inmediato dos hombres y se llevaron los carros Ya estaba pardeando la tarde y amenazaba el agua”, cuenta el padre Máximo, quien advierte que no recuerda muchos detalles, porque ya se “me borra el caset”
Al cabo de una hora, regresaron en taxi al Centro Universitario, donde también se encontraba Miguel Concha, provincial en México de la orden de los dominicos y presidente del Comité de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria”
“Mientras esperábamos que volvieran a hablar por teléfono para decirnos dónde estaban los carros, traté de que a los padres se les quitara lo nervioso Les conté sobre las otras entregas que había hecho
“¿Entonces ya tiene experiencia?
“A fuerzas les dije No me quedaba otra”
Por fin una voz les indicó por teléfono dónde estaban los automóviles “Le dije que yo me regresaba a Atoyac, pero también le dije: quiero saber si van a cumplir con lo que dijeron, que si entregando esto sueltan al señor Me dijeron que sí, que me fuera sin pendiente”
Al llegar a la habitación del hotel, volvió a sonar el teléfono Le repitió la voz que Harp Helú sería liberado y que para regresar a Atoyac lo iba a esperar alguien en la central, con el fin de entregarle el boleto y dinero para el taxi Así fue
“Me sobraron 16 pesos, que no les he devuelto Al día siguiente, me enteré de que al señor lo habían soltado Desde entonces no volví a ver a nadie”, cuenta el padre Máximo
EL CASO ESPINOSA MIRELES
Más o menos pasó lo mismo en junio de 1992, cuando se presentó un hombre desconocido para pedirle que fuera intermediario en la entrega de un millón de dólares para la liberación de Jorge Espinosa Mireles, de 63 años de edad, dueño de la empresa Printaform, secuestrado los últimos días de abril de 1992
“Esta vez la carta era de los secuestradores Decían: `No queremos dañar a esta familia y además ya entregaron una parte'”
Se repitió el procedimiento Un hombre le proporcionó, en Acapulco, el boleto de autobús Llegó a México Y se entrevistó con un religioso que tenía el dinero y cuyo nombre no recuerda
Espinosa Mireles “se portó muy bien: les dio una parte a los secuestradores, lo liberaron y él se comprometió, una vez suelto, a entregarles la otra parte El total del rescate no lo sé”
Las instrucciones de los plagiarios, recibidas vía telefónica, eran que se entregara el millón de dólares en un portafolios a alguien que en una estación del Metro ”no sé cuál, porque no conozco la ciudad” le dijera: “Yo me lo llevo”
“Estuve ahí esperando con el paquetote, hasta que llegó alguien y me dijo: `Yo me lo llevo’ Pues que se lo lleve, y se lo di”
¿En qué fecha fue esa entrega?
No me acuerdo
Lo que sí recuerda es la primera vez que actuó como enlace con secuestradores
En 1975, antes de que se ordenara sacerdote, el párroco de Atoyac en ese entonces, Isidoro Rodríguez, “un viejito de mucho capital”, le pidió ser enlace con sujetos que amenazaban con secuestrarlo
Acababa de llegar a Atoyac y eran los años convulsos de la guerrilla No obstante, aceptó, aun cuando sabía que el dinero exigido por los plagiarios no iba a ser enviado “Me mandó (a la cita) con recortes de periódico”
Pese a que entregaron un paquete con dinero ficticio, la intervención del Ejército evitó que fuera secuestrado el cura o alguno de sus allegados
En otra ocasión, en los años ochenta, el padre Máximo entregó 1,200 millones de pesos a los plagiarios de Adán Quiñónez, un rico comercializador de café Y participó en la liberación, hace seis años, del doctor Marco Antonio Galeana, tras el pago de 1,000 millones a sus captores
LOS “FRACASOS”
Sin embargo, reconoce que “en un mes fracasé dos veces”
Heriberto Flores, campesino pobre, pero hermano de un rico, fue plagiado en mayo de este año y sus captores exigían una segunda remesa para el rescate
Se fue al monte con 30,000 nuevos pesos, donde supuestamente debía entregar el dinero No encontró a nadie
Regresó a la iglesia y, horas más tarde, le informaron que Heriberto había sido hallado muerto Quizá, dice, los familiares se equivocaron en las fechas y la cantidad era menor a la exigida
Su último “fracaso”, como lo califica el padre Máximo, fue hace mes y medio
Un vaquero, que trabajaba con un pariente dueño de un rancho, se autosecuestró Hizo que el ranchero aportara 15,000 nuevos pesos y que la familia, “pidiendo limosna”, contribuyera con 7,000
Al final se descubrió el truco, y el autosecuestrado, cuyo nombre dice no recordar el sacerdote, fue a parar a la cárcel con dos cómplices
De todo esto, nadie le ha dado las gracias, aunque un párrafo de una carta de Harp Helú reconoce su colaboración
“El éxito de mi rescate se lo debo principalmente a Dios Nuestro Señor y después a personas que como usted han aceptado colaborar como intermediarios Qué Dios los bendiga”
¿A dónde va a parar el dinero?
No tengo idea
¿Será para financiar la compra de armas para la guerrilla que, se dice, existe en Guerrero?
No tengo idea, como uno ni los ve ni los trata A lo mejor sí, a lo mejor no ¡Sepa la bola!
A usted lo han acusado de ser guerrillero
A mí me han acusado ya de todo, tanto el gobierno como la gente o el clero Me han acusado de todo Soy lo peor Y eso me sirve, porque no les extraña cada burrada que haga Soy de lo peor
EL PADRE MAXIMO GOMEZ RELATA SU INTERMEDIACION EN LOS RESCATES MULTIMILLONARIOS DE HARP HELU Y ESPINOSA MIRELES
ATOYAC DE ALVAREZ, GRO – “¿A lo mejor sí, a lo mejor no ¡Sepa la bola!”, exclama el padre Máximo Gómez, cuando se le pregunta si los millones de dólares pagados por los rescates del banquero Alfredo Harp Helú y el empresario Jorge Espinosa Mireles pudieron tener como destino el financiamiento de grupos guerrilleros
En estos dos casos además de por lo menos otros cinco, el sacerdote Máximo Gómez fue el intermediario para entregar a los plagiarios el dinero en dólares y pesos exigido para liberar a los secuestrados
Sentado en una silla, en el patio contiguo a su iglesia sin efigies de santos, el padre Máximo Gómez Muñoz, vestido con una guayabera luida que muestra sus brazos flaquísimos, aparenta más de los 63 años que tiene
“Hay gente que sospecha de otras cosas, que tengo parte (del dinero de los rescates), cuando nunca he recibido un centavo”, se queja, y acepta: “A mí me han acusado ya de todo Soy de lo peor”, ríe
Desde que llegó a Guerrero, hace 35 años, el padre Máximo ha vivido en medio de la polémica Se ha dicho que es guerrillero y, por su irreverencia ante la “hipócrita” cúpula clerical, hace tiempo fue expulsado de la iglesia diocesana
Dos veces rector del seminario de Acapulco y dos veces expulsado, licenciado en Roma en teología dogmática, señala que “si la teología no es liberadora, no es cristiana”
No cobra por los servicios religiosos en su iglesia, que sólo cuenta con una cruz Allí oficia bajo la permanente vigilancia del gobierno estatal y con el rechazo de los sucesivos arzobispos de Acapulco: el actual, Rafael Bello, ni siquiera lo visita
De sus “burradas”, como las llama, una lo distingue: desde hace 20 años se dedica a ser intermediario entre secuestradores y plagiados “Una persona dijo que eso es porque tengo los suficientes güevos”, dice divertido
Considera que debido a lo anterior los plagiarios del banquero Harp Helú lo escogieron para ser el encargado, al lado de dos sacerdotes dominicos, de entregar el año pasado los 25 millones de dólares que exigieron de rescate
Antes, en 1992, le pidieron y aceptó ser enlace entre la familia del empresario Jorge Espinosa Mireles y sus plagiarios Entregó una última remesa de un millón de dólares
Otros cinco casos, todos en la región de la Costa Grande, han dado experiencia al sacerdote Máximo Gómez, originario de Tepatitlán, Jalisco, para ser intermediario
En dos casos, sin embargo, se le culpa de haber fracasado En el primero, una cantidad menor a la exigida, y la demora en la entrega, desembocaron en la muerte del plagiado En el otro, se trató de un autosecuestro
Todos, secuestradores y familiares de plagiados, llegan hasta la Parroquia del Dios Unico, situada en lo alto de una loma, en los suburbios de esta población, siempre olorosa a café
HARP Y SU LIBERACION
Aquejado de un mal cardiaco, al padre Máximo como lo llama la gente en esta región se le puede encontrar siempre en su iglesia, que el año pasado fue revisada por policías al mando del general Mario Arturo Acosta Chaparro ”la pistola de Rubén Figueroa Figueroa” ante la presunción de que escondía armas para la guerrilla
El 26 de julio de 1994, un hombre desconocido, más o menos joven, llegó a la iglesia para entregarle una carta
En ella, “apelando a su servicio humanitario y sobre todo cristiano”, Harp Helú le pedía fungir como intermediario entre él y sus secuestradores, que lo mantenían cautivo desde el 14 de marzo
La carta, de una cuartilla, escrita a mano, tenía en la parte superior izquierda una fotografía del presidente del grupo financiero Banamex-Accival, quien sostenía el diario Excélsior en su edición del 25 de julio
Harp Helú explicaba que, en caso de aceptar, el padre Máximo tendría que reunirse con los sacerdotes dominicos Angel Zavala y Francisco Zamarrón para recibir el monto del rescate, 25 millones de dólares, aún en poder de los religiosos
“Pensé que no era justo que el hombre, que ya había entregado el rescate a los curas, se fuera a morir”, dice Y aceptó La familia había acordado pagar el rescate después de numerosos regateos un día antes de la fecha de la carta
Cuenta que esa misma tarde, y de acuerdo con las instrucciones del desconocido que le entregó la misiva, un taxi lo recogió en la iglesia para trasladarlo a la central de autobuses de Acapulco
Otro hombre que tampoco se identificó le entregó un boleto de autobús, y en él partió casi a la medianoche hacia la ciudad de México
En la Central Camionera del Sur, un taxista lo esperaba para conducirlo a un hotel, “un buen hotel”, en el que se hospedó Eran como las seis de la mañana y, luego de dos horas, sonó el teléfono
Una voz le indicó que tenía que reunirse con los sacerdotes Zavala y Zamarrón en el Centro Universitario Cultural, en Ciudad Universitaria
Ya en el lugar, y tras encontrarse con los religiosos, que “estaban muy nerviosos”, recibieron otra llamada telefónica Eran cerca de las tres de la tarde
La orden era llevar los 25 millones de dólares, “de un jalón”, en dos automóviles en uno 10 y en el otro 15, a un lugar que se les indicó y que el padre Máximo dice no conocer, como tampoco las características de los vehículos de los sacerdotes que lo acompañaron
Según las instrucciones, estacionaron los autos sobre una avenida, posiblemente Universidad; descendieron, ocultaron las llaves debajo de los tapetes, dejaron las puertas sin seguro y se retiraron a unos 20 metros
“Llegaron de inmediato dos hombres y se llevaron los carros Ya estaba pardeando la tarde y amenazaba el agua”, cuenta el padre Máximo, quien advierte que no recuerda muchos detalles, porque ya se “me borra el caset”
Al cabo de una hora, regresaron en taxi al Centro Universitario, donde también se encontraba Miguel Concha, provincial en México de la orden de los dominicos y presidente del Comité de Derechos Humanos “Fray Francisco de Vitoria”
“Mientras esperábamos que volvieran a hablar por teléfono para decirnos dónde estaban los carros, traté de que a los padres se les quitara lo nervioso Les conté sobre las otras entregas que había hecho
“¿Entonces ya tiene experiencia?
“A fuerzas les dije No me quedaba otra”
Por fin una voz les indicó por teléfono dónde estaban los automóviles “Le dije que yo me regresaba a Atoyac, pero también le dije: quiero saber si van a cumplir con lo que dijeron, que si entregando esto sueltan al señor Me dijeron que sí, que me fuera sin pendiente”
Al llegar a la habitación del hotel, volvió a sonar el teléfono Le repitió la voz que Harp Helú sería liberado y que para regresar a Atoyac lo iba a esperar alguien en la central, con el fin de entregarle el boleto y dinero para el taxi Así fue
“Me sobraron 16 pesos, que no les he devuelto Al día siguiente, me enteré de que al señor lo habían soltado Desde entonces no volví a ver a nadie”, cuenta el padre Máximo
EL CASO ESPINOSA MIRELES
Más o menos pasó lo mismo en junio de 1992, cuando se presentó un hombre desconocido para pedirle que fuera intermediario en la entrega de un millón de dólares para la liberación de Jorge Espinosa Mireles, de 63 años de edad, dueño de la empresa Printaform, secuestrado los últimos días de abril de 1992
“Esta vez la carta era de los secuestradores Decían: `No queremos dañar a esta familia y además ya entregaron una parte'”
Se repitió el procedimiento Un hombre le proporcionó, en Acapulco, el boleto de autobús Llegó a México Y se entrevistó con un religioso que tenía el dinero y cuyo nombre no recuerda
Espinosa Mireles “se portó muy bien: les dio una parte a los secuestradores, lo liberaron y él se comprometió, una vez suelto, a entregarles la otra parte El total del rescate no lo sé”
Las instrucciones de los plagiarios, recibidas vía telefónica, eran que se entregara el millón de dólares en un portafolios a alguien que en una estación del Metro ”no sé cuál, porque no conozco la ciudad” le dijera: “Yo me lo llevo”
“Estuve ahí esperando con el paquetote, hasta que llegó alguien y me dijo: `Yo me lo llevo’ Pues que se lo lleve, y se lo di”
¿En qué fecha fue esa entrega?
No me acuerdo
Lo que sí recuerda es la primera vez que actuó como enlace con secuestradores
En 1975, antes de que se ordenara sacerdote, el párroco de Atoyac en ese entonces, Isidoro Rodríguez, “un viejito de mucho capital”, le pidió ser enlace con sujetos que amenazaban con secuestrarlo
Acababa de llegar a Atoyac y eran los años convulsos de la guerrilla No obstante, aceptó, aun cuando sabía que el dinero exigido por los plagiarios no iba a ser enviado “Me mandó (a la cita) con recortes de periódico”
Pese a que entregaron un paquete con dinero ficticio, la intervención del Ejército evitó que fuera secuestrado el cura o alguno de sus allegados
En otra ocasión, en los años ochenta, el padre Máximo entregó 1,200 millones de pesos a los plagiarios de Adán Quiñónez, un rico comercializador de café Y participó en la liberación, hace seis años, del doctor Marco Antonio Galeana, tras el pago de 1,000 millones a sus captores
LOS “FRACASOS”
Sin embargo, reconoce que “en un mes fracasé dos veces”
Heriberto Flores, campesino pobre, pero hermano de un rico, fue plagiado en mayo de este año y sus captores exigían una segunda remesa para el rescate
Se fue al monte con 30,000 nuevos pesos, donde supuestamente debía entregar el dinero No encontró a nadie
Regresó a la iglesia y, horas más tarde, le informaron que Heriberto había sido hallado muerto Quizá, dice, los familiares se equivocaron en las fechas y la cantidad era menor a la exigida
Su último “fracaso”, como lo califica el padre Máximo, fue hace mes y medio
Un vaquero, que trabajaba con un pariente dueño de un rancho, se autosecuestró Hizo que el ranchero aportara 15,000 nuevos pesos y que la familia, “pidiendo limosna”, contribuyera con 7,000
Al final se descubrió el truco, y el autosecuestrado, cuyo nombre dice no recordar el sacerdote, fue a parar a la cárcel con dos cómplices
De todo esto, nadie le ha dado las gracias, aunque un párrafo de una carta de Harp Helú reconoce su colaboración
“El éxito de mi rescate se lo debo principalmente a Dios Nuestro Señor y después a personas que como usted han aceptado colaborar como intermediarios Qué Dios los bendiga”
¿A dónde va a parar el dinero?
No tengo idea
¿Será para financiar la compra de armas para la guerrilla que, se dice, existe en Guerrero?
No tengo idea, como uno ni los ve ni los trata A lo mejor sí, a lo mejor no ¡Sepa la bola!
A usted lo han acusado de ser guerrillero
A mí me han acusado ya de todo, tanto el gobierno como la gente o el clero Me h
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