José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.

jueves, 20 de diciembre de 2007

POLEMICA 2007

BAHIA DE SANTA LUCIA Y DE ACAPULCO.
Pbro. Lic Juan Carlos Flores Rivas.


Nuevamente tiene lugar la Celebración del Dia de la Bahía de Santa Lucía, y saludamos la polémica que no deja de aportar promoción a la efemérides. Un artículo más, ahora en el Diario El Sol de Acapulco, firmado por Rodrigo Juárez Ortiz, bajo el título De la irrealidad.
No tenemos el gusto de conocer personalmente al que escribe, pero por el estilo, no parece ser académico.
Es curiosa la argumentación que presenta cargada de descalificaciones –algunas que rayan en el racismo- para quienes no comparten con él su punto de vista, y que hacen del artículo todo menos científico: “aventurero ganapán peninsular”, “arbitrariamente se le puso ese nombre”, “todo ha sido una fantasía”, “Reina de los Mares que nada tiene que ver con la multicitada”, “intromisión descarada de representantes del Vaticano”, “intención espeluznante de regresar a esa época del oscurantismo”, “imaginación perversa, torva, dolosa y criminal de ese clero católico”, “clérigos de marras”, “falacias de siempre, fanatismo que conlleva la ignorancia…actitudes prepotentes y abusivas”…
Curándose en salud, el autor declara: “no se trata de desvirtuar, ni muchísimo menos de atentar en contra de la convicción religiosa de nadie”… “una ves más insistimos que la religión es un área de la persona humana muy respetable y todo el mundo tiene el derecho de creer y practicar la que más le acomode”…
Ya en otras ocasiones hemos analizado el argumento de la cartografía, que no puede utilizarse como última palabra. La cartografía es una ciencia auxiliar, pero no es solo en base a ella que se llega a dilucidar cuestiones históricas.
Cuando se argumenta que en ningún mapa se menciona el nombre de Santa Lucía, igualmente podemos decirlo de la Bahía de Río de Janeiro, que todos saben que se llama Guanabara y nadie siente, un nombre o el otro, ni la ausencia en la cartografía moderna de uno o de otro, como la negación de ninguno de ellos. Para nosotros, sin confusión ni distinción la misma y única Bahía, es y seguirá siendo de Santa Lucía y de Acapulco. Sin divisiones esquizofrénicas, ni oscurantistas. Como igualmente somos mexicanos y católicos, y no por eso sufrimos una división de la personalidad.
Muchos quisieran que fuéramos fantasías, lamentamos desilusionarlos, aquí estamos, aquí hemos estado, y estaremos para servir a todos. Tristemente tendrán que decir: “con la Iglesia topamos”… y no nos quedará más que responderles “ladran… señal de que vamos avanzando”…
Como tampoco son fantasía, ni la bahia –que es objeto de polémicas; ni el decreto que instituyó el Día de la Bahía de Santa Lucía, aceptado por unanimidad del Cabildo de Acapulco en 2003-; ni la participación de todos los actores sociales en la efemérides: autoridades civiles y eclesiásticas, lancheros y buzos, poetas y músicos, gente sencilla y letrados, pues queremos construir Acapulco como casa de todos.
Para el caso del varón Alejandro de Humbolt, lo único que puede ser dicho con contundencia es que da fe de la existencia del nombre de Santa Lucia para una rada que él describe. Y no creemos que en Acapulco existan dos bahías, y eso es evidente hasta para el menos avezado en cuestiones geográficas.
Invitamos a todos los que quieran debatir a que lo hagan con argumentos convincentes, y no con descalificaciones gratuitas, a que no confundan la gimnasia con la magnesia (como el caso de de Juárez Ortiz, que en el mismo paquete mete bahía e inquisición). Y que nos concedan el derecho de réplica, como personas civilizadas.
Por último declaramos, y no es un artilugio de la mente, que no somos representantes del Vaticano, el Vaticano no necesita que lo representemos. El Estado de la ciudad del Vaticano es un ente que protege jurídicamente a la persona del Papa -cabeza de la Iglesia Católica y sujeto de derecho internacional-, felizmente reinante Benedicto XVI, y no al revés, y esto es aceptado en el derecho internacional por el conjunto de naciones civilizadas -aunque en el rancho no lo acepten algunos-.
Ni buscamos revanchas, y lo único que tenemos de oscuro es la piel, orgullosamente costeña “de la costa”. Y no se espanten con el petate del muerto.
Lo único que pedimos es que Santa Lucía nos aplique un buen “colirio”, para que podamos ver -si queremos ver-, y oír -si queremos oír-; con la gran convicción de que ACAPULCO, BIEN VALE UNA MISA.

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