José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.

sábado, 7 de septiembre de 2024

EL MARTIRIO DE LA HERMANA LUZ MARINA VALENCIA TREVIÑO, DOCUMENTADO POR EL INFORME DEL MECANISMO PARA LA VERDAD Y EL ESCLARECIMIENTO HISTORICO 2024.

 



INFORME FINAL 2024 DEL MECANISMO PARA LA VERDAD Y EL ESCLARECIMIENTO HISTORICO (MEH). FUE EL ESTADO. VOLUMEN 2-4, PAGINAS 216-221. QUE DOCUMENTA EL MARTIRIO DE LA RELIGIOSA MISIONERA DE LA INMACULADA CONCEPCION, LUZ MARINA VALENCIA TREVIÑO, EN LA GLORIA ESCONDIDA, DEL MUNICIPIO DE CUAJINICUILAPA, GRO.

 

NOTA EXPLICATIVA: El periodista Ramón Gracida Gómez, en el diario El Sur Guerrero, 24-25 agosto 20224, p. 7, nos facilita elementos a tener en cuenta para la comprensión de esta parte del Informe. La violación y el asesinato de la misionera colombiana Luz Marina Valencia Treviño en 1987 en Cuajinicuilapa forma parte de las violaciones graves a derechos humanos en contra de “disidencia religiosa” durante la guerra sucia, documentadas por el Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH), que señala que la “estructura caciquil” posibilitó la falta de esclarecimiento del crimen. Forma parte de la Parte 4 Violaciones graves a derechos humanos en contra de disidencias sociales, del volumen 2 del informe, incluye el capítulo de Violaciones graves a derechos humanos en contra de disidencia religiosa, cuyos practicantes se “caracterizan porque sus comportamientos y creencias se alejan o contraponen al orden establecido”, explica el MEH en el documento de 627 páginas. Uno de los pocos casos que pudieron ser documentados por el mecanismo sobre violaciones graves a los derechos humanos de una mujer vinculada a la Iglesia Católica…

         En esa línea, el periodista Arturo Martínez Natera, en el mismo diario El Sur Guerrero, 4 de septiembre de 2024, p. 20, titula un artículo: Informe del MEH; indiferencia, engaño, fracaso. …El licenciado Abel Barrera (Colectivo Tlachinollan), declaró que el documento no es vinculante y señaló que los obstáculos con los que tropezaron para cumplir cabalmente su encomienda decretada el 6 de octubre de 2021. El acto publico -de la presentación del informe- se realizó sin la presencia de ninguna autoridad, nadie de los integrantes de las dependencias legales; Gobernación, SER, Hacienda, CEAV… Este dato mutila el documento aun cuando no anula el contenido de la Recomendación VG98/2023 de la CNDH que fue aceptada y deberá ser cumplida y acatada so pena de incurrir en indolencia y transgredir los mandamientos constitucionales.

         Continúa diciendo: El Informe del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico es un documento muy importante en sí mismo. Como no se rindió ante el titular de la Secretaría de Gobernación, no del Presidente de la República “titular del Ejecutivo”, carece de formalidad y su valor es ético, histórico, político… La Comisión de la Verdad fue creada provisionalmente mediante un decreto con carácter de transitoria y se extinguirá el 30 de septiembre de 2024 -de allí la premura en dar a conocer el documento-.

Sostiene Martínez Nateras: La Comisión de la Verdad ha fracasado en todos sus mecanismos sin haber logrado ni siquiera el establecimiento de criterios y normas para el acceso a la verdad, la memoria, la reparación integral y la compensación justa. Vamos, el Informe final ni es informe según el decreto y mucho menos final… Es una pena que ni siquiera se les han proporcionado recursos para imprimir su informe.

PARTICULARMENTE, pasa nosotros, como Arquidiócesis de Acapulco, agradecemos la inclusión en éste documento, cuyo valor ético es innegable, y facilita la recuperación de la memoria del pueblo cristiano, en el caso de la religiosa Luz Marina.

Cabe aclarar que estas notas explicativas no pertenecen al cuerpo del Informe, que fue tomado de Internet.

 

 

6.2 TORTURA SEXUAL Y EJECUCION DE LA MISIONERA LUZ MARINA VALENCIA TREVIÑO.

 

 

Empapadita de sangre el cuerpo entero que nadie había limpiado. Le agarré la cabeza y le dije: ‘Luz, parece que hacemos algo, parece que el Evangelio es anunciado’

Hermana Justina Moreno

 

Uno de los pocos casos que pudieron ser documentados sobre violaciones graves a los derechos humanos de una mujer vinculada a la Iglesia católica es el de la tortura sexual y ejecución de la misionera colombiana Luz Marina Valencia Treviño. Nacida en Pasca, Cundinamarca, Colombia el 25 de julio de 1952, desde niña se formó bajo una perspectiva misionera. Inició sus estudios en Magisterio y Catequesis en Venezuela y terminó la Licenciatura en Misionología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en 1986.

 

Luz Marina pertenecía a la orden de las Misioneras de la Inmaculada Concepción que se destacaban por llevar un modo de vida sencillo “desde la opción por los pobres. Ellos son los preferidos y por ellos nos jugamos la vida”. (cfr. “Contra viento y marea. Misioneras de la Inmaculada Concepción. Estilo de vida MIC”, s/f. Consultado: 4 de marzo de 2024. https://www.misionerasinmaculadaconcepcion.com.es/identidad/estilo-de-vida/index.html)

 

Ingresó al país el 5 de septiembre de 1986 adscrita a la Arquidiócesis de Acapulco, pero fue requerida por el padre Luis de Anda Salinas de los sacerdotes Oblatos de María Inmaculada, para desarrollar un trabajo de atención a las comunidades de Salina Cruz, Oaxaca.

 

El equipo misionero estuvo integrado por las hermanas Luz Marina, Justina Moreno, de nacionalidad española y Emma del Valle Menéndez, argentina, que junto al padre estadounidense Roberto Hickl se trasladaron a la Costa Chica el 10 de diciembre de 1986. Su objetivo fue la “promoción de Comunidades Eclesiales de Base y concientización en todos los niveles” (cfr. Flores Rivas, Juan Carlos, “Luz Marina Valencia Triviño: La Gloria Escondida de la Arquidiócesis de Acapulco”, 22 de marzo de 2010. Consultado: 4 de marzo de 2024. https://ephemeridesacapulcanae.blogspot.com/2010/03/luz- marina-valencia-trivino-la-gloria.html), adscritos a la parroquia de San Nicolás Tolentino.

 

Sobre el trabajo realizado por los sacerdotes Oblatos de María Inmaculada y las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, el sacerdote Francis Kabika menciona que, aunque breve, causaron buena impresión entre la población: “ellas ayudaron mucho a la formación de la gente en este pueblo, claro que a través de los grupos eclesiales, pero también ayudaron mucho con la catequesis. También iban mucho a visitar a los enfermos. Básicamente ese era su trabajo pastoral, caminar con el pueblo, acercarse al pueblo y estar con el pueblo”.( cfr. Entrevista 20230925FK. Francis Kabika, Párroco de la San Nicolás Tolentino, Cuajinicuilapa, Guerrero), entrevistado por el MEH, Cuajinicuilapa, Guerrero, 25 de septiembre de 2023, 8:18.)

 

         CUAJINICUILAPA; CACICAZGO Y VIOLENCIA.

 

Las actividades económicas de la región se centraban en el cultivo temporal por la carencia de sistemas de riego, la cría de ganado vacuno y caballar. Era una zona caracterizada por los altos niveles de violencia que registra “una lista numerosa de asesinatos sufridos principalmente por indígenas y campesinos pobres, debido en parte al abandono que las autoridades competentes han tenido en la región de la Costa Chica, en muchos casos donde se violan los derechos humanos”. ( cfr. Kitasawa, Juan F., “Martirio de Luz Marina: por ser mujer, pobre y comprometida”, Christus 620, (noviembre), 1988: 52-54, p. 54.)

 

El periódico Unomásuno registró que en la región de la Costa Chica, hay un número elevado de asesinatos de campesinos en procesos de recuperación y defensa de las tierras frente al despojo (cfr. Vergara Aceves, Jesús, Unomásuno, 9 de abril de 1987), se calcularon alrededor de 30 asesinatos por mes, uno diario en promedio (cfr. Campa, Homero, “Una monja colombiana, otra víctima de los caciques de Cuajinicuilapa”, Proceso, 13 de abril de 1987).

 

La población de la zona era –y continúa siendo– predominantemente afromexicana, “con insistencia en afirmarse con una identidad propia como mecanismo de defensa y contestación” (cfr. Flores Rivas, Op. Cit., 2010).

 

Gloria Escondida es una cuadrilla o rancho de difícil acceso, el lugar más pobre y lejano de la parroquia de Cuajinicuilapa, sin servicios de luz ni agua potable (cfr. Kitasawa,Op. Cit., 1988, p. 52).

 

El lugar estaba habitado por aproximadamente 15 familias de trabajadores del campo, todos al servicio de Nicolás Flores, cacique principal, su hermano Fernando y su hijo Candelario. La familia Flores, además de las tierras de Cuajinicuilapa tenían propiedades en Acapulco y compartían el poder económico y político en la región de la Costa Chica con otras familias de Ometepec, Cruz Grande y San Marcos (cfr. Mendoza Zaragoza, Ramón, “Reflexiones sobre el martirio de Luz Marina”, Centro Regional de Informaciones Ecuménicas, A. C., Documento N. 53, Año X, 1987, p 1 ).

 

Gloria Escondida funcionaba como una antigua hacienda, los Flores “tienen como propiedad privada las tierras del poblado, y los campesinos que habitan ese lugar son utilizados como peones y muchas veces son explotados con salarios de hambre”. Según testimonios, entre enero y marzo de 1987, los campesinos no habían recibido salario, por lo que los caciques, además de ser dueños de las tierras, “eran dueños de las vidas de las personas” (Ibidem., p. 2).

 

En palabras del diácono Héctor del Castillo Salceda, integrante del equipo misionero: en la región existen algunos grupos reducidos de prepotentes que generan violencia y muerte. En los primeros meses de este año constatamos la muerte violenta de algunas personas. Son dos realidades que coexisten y contrastan agudamente: un amplio pueblo sencillo y acogedor y un reducido grupo de gente violenta (cfr. Arzobispado de Acapulco. “Luz Marina Valencia Treviño, Misionera de la Inmaculada Concepción. Primera Mártir de la Arquidiócesis de Acapulco”, 1989, p. 10).

 

Dentro de este mundo de violencia, las mujeres eran las víctimas más frecuentes del poder económico y político de los caciques. Probablemente regidas por el “derecho de pernada”, las mujeres eran “oprimidas por el cacique y oprimidas por el varón. Con signos de prepotencia, los ‘dueños’ de esa zona se sienten con autoridad para ultrajar a las mujeres y disponer de ellas a como les da en gana” (cfr. Mendoza, Op. Cit., 1987, p. 3).

 

Además del abuso sexual, la violencia contra las mujeres también se reflejó en asesinatos, “muchas mujeres, indígenas y campesinas especialmente, han muerto por el único crimen de ser mujeres, de ser codiciadas y sometidas al capricho prepotente” (Ibidem., p. 4).

 

LAS MISAS EN GLORIA ESCONDIDA Y ATENTADO CONTRA MIGUEL GUZMAN.

 

Como parte del plan pastoral del equipo misionero, se acordó que entre el 18 y el 21 de marzo de 1987, la hermana Luz Marina y el padre Hickl visitarían varios lugares lejanos a la parroquia. Los religiosos llegaron a Gloria Escondida el 20 de marzo de 1987, era la segunda visita del equipo misionero al rancho en seis meses. La primera visita estuvo a cargo del diácono Héctor del Castillo.

 

Según la hermana Justina Moreno, el padre Hickl celebró dos misas. En la primera “habló de la riqueza y de la justicia. Puso como ejemplo el de la comunidad, donde unos pocos (la familia Flores) acaparan la tierra y la riqueza, mientras pagan bajos salarios a los campesinos (1500 pesos por una jornada en la cosecha de la copra)” (cfr. Campa, Op. Cit., 1987).

 

Por la tarde celebraron el bautizo de un niño, seguido de una convivencia con los habitantes de Gloria Escondida.

 

Al concluir sus actividades decidieron pernoctar en el lugar, para al día siguiente continuar con sus visitas a otros poblados. Se decidió que la hermana Luz Marina se quedara en la casa del campesino Miguel Cosme Guzmán y su esposa Caritina Cruz Vázquez. La familia Cosme Cruz era reconocida por su cercanía con la gente de la Iglesia, también iniciaron un movimiento para habilitar la figura del comisariado ejidal en el rancho, con la intención de tener un representante campesino de la comunidad ante el municipio.

 

El padre Roberto Hickl, por su lado, se hospedó en una casa desocupada que pertenecía a la familia Flores. Miguel Cosme lo acompañó y lo dejó instalado y listo para descansar. Cuando Miguel regresaba a su casa, alrededor de las 21:30 fue baleado. Intentó responder, pero su rifle no funcionó, “en un primer momento quiso refugiarse en su casa, pero decidió salir en busca de ayuda, que no le pudieron dar por carecer de armas.” (cfr. Kitasawa,Op. Cit., 1988, p. 53).

 

ATAQUE.

 

Mientras Miguel Cosme buscaba ayuda, María Luisa, su hija mayor y la hermana Luz Marina fueron atacadas por cuatro individuos armados que irrumpieron en la casa. Hay al menos tres versiones de los hechos que apuntan varios detalles que podrían ampliar el número de víctimas del asalto a la casa de la familia Cosme Cruz. Según la homilía de Rafael Bello en la misa de cuerpo presente: unos hombres armados llamaron a la puerta y una niña [María Luisa Cosme Cruz] salió a preguntarles que qué querían; como los hombres empezaron a maltratar a la niña, entonces salió doña Caritina junto con la religiosa para decirles que la dejaran, fue cuando los maleantes dijeron que precisamente buscaban a la monja, que era lo que querían, produciéndose desde luego un forcejeo para llevársela a rastras a pesar de la oposición y gritos de la ahora desaparecida (cfr. Arzobispado de Acapulco, Op. Cit., 1989).

 

Esa misma versión la recoge el padre Francis Kabika, actual párroco de San Nicolás Tolentino. En entrevista señaló que

 

“En esta misma casa donde ella se quedó, había una niña de unos 15 años. Los hombres querían violarla. Cuando ella escuchó los gritos, siendo una mujer, salió a ayudar a esta niña. Y otra vez, fue en ese transcurso de liberar la niña cuando uno de los hombres, sin querer, disparó la pistola, se le quedó la bala en la panza. Y otra vez, se escondió y sangró hasta la muerte” (cfr. Entrevista 20230925FK. Francis Kabika (Párroco de la San Nicolás Tolentino, Cuajinicuilapa, Guerrero), entrevistado por el MEH, Cuajinicuilapa, Guerrero, 25 de septiembre de 2023, 4:35).

 

Según estas versiones, el ataque contra la hermana fue propiciado por la intención de la misionera de defender a la niña que iba a ser torturada sexualmente. En la que presentó el periodista Homero Campa, los hombres que irrumpieron en la casa, llegaron directamente por la hermana Luz Marina. Lograron llevársela a pesar de los gritos y oposición de la señora Caritina, su hija María Luisa de 15 años y otros menores de diez años que se encontraban en el hogar:

 

“La intentaron raptar, querían subirla a una camioneta que, según indicaciones de los vecinos, es propiedad de los Flores” (Probablemente se trató de una camioneta Chevrolet roja).

 

La hermana se opuso y ahí la violaron y le dieron un balazo en el vientre, que le salió por un riñón. No murió en el momento. Todavía pudo arrastrarse para esconderse de nuevo en la choza de la familia Cosme. Cuatro individuos intentaron sacarla otra vez. [Caritina] Vázquez se opuso. También fue ultrajada (Esta misma versión es sustentada en Kitasawa, Op. Cit., 1988, p. 53).

 

Hasta las cuatro de la mañana los homicidas rondaron la casa. A las cinco, la hermana Luz Marina murió (cfr. Campa, Op. Cit., 1987).

 

La niña María Luisa, testigo del incidente, fue citada para un careo con Fernando Flores, uno de los perpetradores detenido dos meses después de la ejecución. En el careo, María Luisa, entonces con 16 años apuntó:

 

“Cerca de las 21:00 horas del 20 del mes de marzo del año pasado al frente de tu hermano Candelario Flores Saavedra y de tu primo Javier Flores Bailón, llegaste a mi hogar, en donde dormía en compañía de mis cuatro hermanos pequeños y de mi madre Caritina Cruz Vázquez, así como de la religiosa Luz Marina Valencia Treviño, que se encontraba como huésped, empuñando una pistola calibre .38 super, con la cual amenazaste con matarnos a todos si no te entregábamos a la monjita como gritaba.

 

La amenazaste con la pistola, la sujetaste fuertemente de los cabellos con la mano izquierda y a rastras la sacaste de mi hogar, al tiempo que diste orden a tu hermano Candelario y a tu primo Javier para que hicieran lo mismo conmigo, pero yo logré escapar y corría a ocultarme” (cfr. Arzola Nájera, José, “Hunden al asesino de la monjita colombiana”, Novedades de Acapulco, 8 de marzo de 1988).

 

Todas las versiones coinciden en que la hermana Luz Marina fue torturada sexualmente y luego recibió un disparo en el abdomen. El disparo no la mató rápidamente, permaneció desangrándose durante siete horas. Algunos señalaron que quedó tirada donde la dejaron sus ejecutores, otros que consiguió regresar a la casa de los Cosme Cruz, donde fue cuidada hasta su muerte. También coinciden en que no pudieron brindarle atención médica inmediata, por la dificultad que presentaba el traslado por la falta de vías de acceso, luego porque los atacantes permanecieron rondando el lugar, al menos hasta la cuatro de la mañana y evidentemente, nadie se atrevió a salir por miedo.

 

RECEPCION DEL CUERPO.

 

Al día siguiente, el padre Hickl enterado de la situación trasladó el cuerpo a Cuajinicuilapa, donde fue recibido por el diácono Héctor y las religiosas Justina y Ema, integrantes del equipo misionero. Horas después llegó el arzobispo Rafael Bello Ruiz junto a algunas religiosas misioneras carmelitas de Santa Teresa, para acompañar el proceso. La hermana Justina Moreno, narró el momento de la llegada del cuerpo de Luz Marina: abrí las puertas, pues ya la traían y debíamos identificarla. “Llegó en un catre viejo, sucio, envuelta en un petate -como esterilla- atada con unas cuerdas. Cuando la destaparon y la vi, pensé en el ‘Siervo de Yahvé’ sin figura humana. Empapadita de sangre el cuerpo entero que nadie había limpiado. Le agarré la cabeza y le dije: ‘Luz, parece que hacemos algo. Parece que el Evangelio es anunciado’. Fue mi primer sentimiento. Sentí la pobreza, la soledad, el dolor tan inmenso que no se puede explicar” (Arzobispado de Acapulco, Op. Cit., 1989).

 

Fue enterrada en el panteón municipal de Cuajinicuilapa (En 2012 sus restos fueron trasladados a la parroquia de San Nicolás Tolentino).

 

La noticia de la ejecución de la misionera se extendió rápidamente porque en Ayutla de los Libres se estaba realizando el Primer Congreso Misionero Diocesano, donde los participantes, mayoritariamente personas vinculadas a la Teología de la Liberación y a la opción por los pobres, fueron informados de los acontecimientos (cfr. Mendoza, Op. Cit., 1987).

 

Rosa María Macía, Superiora General de la Congregación, fue informada a través de una llamada telefónica con el arzobispo de Acapulco, Rafael Bello Ruiz el 21 de marzo de 1987. En su comunicación, monseñor Bello aseveró haber “recibido seguridades de las autoridades civiles y militares del Estado de Guerrero que realizarán exhaustiva investigación y castigo justiciero a los culpables que todavía no han sido identificados” (Arzobispado de Acapulco, Op. Cit., 1989).

 

La embajada colombiana también se comunicó exigiendo el esclarecimiento de los hechos.

 

Los pobladores del municipio hicieron actos de protesta frente al palacio municipal. Aprovecharon que el día 26 de marzo el gobernador Alejandro Cervantes Delgado visitó Cuajinicuilapa, fue interpelado por campesinos y por el equipo pastoral, que solicitaron apurar las investigaciones. El gobernador, a quien le faltaban 5 días para concluir su gestión, respondió: “Yo no vine a arreglar problemas de monjas; la muerte ella se la buscó y la encontró” (Mendoza, Op. Cit., 1987, p. 4).

 

Tanto los testigos de la tortura sexual y la ejecución de Luz Marina Valencia Treviño, como el equipo pastoral, se mantuvieron firmes señalando a la familia Flores como responsables de la ejecución. Tras dos meses de persecución en los estados de Guerrero y Michoacán, fue localizado por la Policía Judicial el ex marino Fernando Flores Saavedra (cfr. Proceso judicial llevado a cabo en Ometepec, Guerrero. Núm. ABAS/01/093/987), hijo del cacique Nicolás Flores, en el municipio de Cuautepec, junto a uno de sus cómplices, Pedro Javier Metodio “El Chiquis” (cfr. Arzola Nájera, Op. Cit., 1988).

 

Mientras tanto, Candelario Flores Bailón, hijo de Fernando, también implicado en la comisión de los hechos, continuó prófugo (cfr. Luz Marina Valencia Treviño. Misionera de la Inmaculada Concepción, primera mártir de la Arquidiócesis de Acapulco, Acapulco: Imprimatur, 1989, p. 53, 56).

 

La estrategia del abogado de los presuntos culpables fue “tratar de tergiversar la realidad de los hechos” en los medios de comunicación, pero también presionar a los testigos con ofertas de dinero y bienes para cambiar sus declaraciones. La familia Cosme Cruz no se dejó intimidar con las amenazas, pero muchos de los vecinos que confirmaban sus declaraciones retiraron sus nombres de la denuncia (cfr. Kitasawa,Op. Cit., 1988, p. 53).

 

REPERCUSION Y LECTURA CON PERSPECTIVA DE GENERO.

 

En 2016 la Arquidiócesis de Acapulco conmemoró el martirio de Luz Marina, reconoció públicamente que “la dignidad de la mujer tiene que ser valorada, protegida y defendida en toda circunstancia. No debieran tolerarse ya las expresiones de una cultura machista que cosifica a la mujer y la coloca en una situación de alta vulnerabilidad” (cfr. Arquidiócesis de Acapulco, “Comunicado. El martirio de una misionera”, 2016).

 

La tortura sexual y posterior ejecución de la misionera colombiana Luz Marina Valencia Treviño, dejó en evidencia las condiciones de violencia que enfrentaban las mujeres de la región afromexicana e indígena de la Costa Chica. Es decir, en este caso se conjuga su condición de mujer, cristiana y misionera.

 

La reflexión al interior de la Iglesia, “si es significativa la denuncia, no lo es tanto por tratarse de una religiosa, sino por tratarse de la dignidad de una mujer. La mujer sigue siendo objeto codiciable del machismo, sea cual sea su condición” (cfr. García Gutiérrez, Mercedes, “Misioneras Cruzadas de la Iglesia”, Esquila Misional 238, año XXXV, (mayo), 1987, p. 19).

 

Desde el punto de vista misionero, “una misionera es un pobre más”, y su búsqueda por hacer eficaz su pobreza es a través de la erradicación de la pobreza de los demás, su principal arma es la denuncia de “la causa estructural que la genera y asumiendo el conflicto” (cfr. Ibidem., p. 19).


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