José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.

miércoles, 21 de junio de 2017

HOMILIA DEL ADMINISTRADOR DIOCESANO DE ACAPULCO CON MOTIVO DE LA PEREGRINCION AL TEPEYAC 2017


HOMILIA DEL MUY ILUSTRE ADMINISTRADOR DIOCESANO
DE LA ARQUIDIOCESIS DE ACAPULCO
MONSEÑOR RAFAEL VALENCIA GONZALEZ,
CON MOTIVO DE LA PEREGRINACION ANUAL
A LA INSIGNE Y NACIONAL DE LA BASILICA DE GUADALUPE
TEPEYAC, CIUDAD DE MEXICO, 21 DE JUNIO DE 2017

“Yo soy la madre del amor, del temor del conocimiento y de la santa esperanza”.

Queridos Hermanos:

Con grande alegría y esperanza venimos como peregrinos de la Arquidiócesis de Acapulco para ponernos a los pies de nuestra Madre, la Señora del cielo, que ha venido presurosa a nuestro árido Tepeyac, para "mostrar y dar" todo su "amor y compasión, auxilio y defensa, pues yo soy su piadosa madre".
En el relato evangélico se nos presenta a María, que después de haber recibido el anuncio del Arcángel Gabriel sale presurosa a las montañas de Judea en busca de su parienta Isabel, para ponerse a su servicio. Lleva consigo el misterio de su vida, por consiguiente, aunque es larga la distancia que recorrió, no lo hace sola: “La Virgen tierna y pura, llevaba al Hijo de Dios en el trono de su corazón…”

Por el sí que María dio a Dios, se convierte en madre por medio de la acción poderosa de Dios. El Hijo de Dios se ha encarnado en su cuerpo y ha iniciado su propia existencia humana y su propio crecimiento.
En su visita a su parienta Isabel, Ella lleva en su seno al Salvador del mundo, al Hijo de Dios, al Rey de justicia y de paz, eso hace que Isabel quede llena del Espíritu Santo y exclame: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
En el acontecimiento guadalupano, sucede algo parecido, María se encamina presurosa hacia las montañas del Tepeyac, a visitar este pueblo que estaba sufriendo, de igual manera, no viene sola, trae en su seno al Hijo de Dios.
Ella, nos trae no solo consuelo, alegría, esperanza, sino ante todo nos trae al Hijo de Dios, pues ella es la Madre del verdadero Dios por quien se vive. María, quiere atendernos, escucharnos, aliviar nuestros males, solucionar nuestros problemas, alcanzarnos la salvación por medio de su Hijo, por ello nos dice con tanta ternura y amor: ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
María se nos presenta como discípula perfecta de Cristo, que nosotros estamos llamados a imitar en sus virtudes y cualidades humanas y cristianas, tales como: la actitud de escucha que se expresa en la fe, Ella creyó en la Palabra de Dios, así lo manifestó cuando dijo: “he aquí la esclava del Señor hágase en mí según tu palabra”. Por ello es dichosa, porque se dispuso a cumplir lo que Dios le pedía, abandonándose completamente a hacer su voluntad. Ella nos enseña a ser servidores, se pone a nuestro servicio, está siempre dispuesta a interceder por nosotros y a ayudarnos en nuestras necesidades, sobre todo en estos momentos que vivimos como País y de manera particular en nuestro Estado de Guerrero, donde tristemente el flagelo de la violencia, de la pobreza, siguen golpeando fuertemente a nuestra pueblo, que Santa María de Guadalupe, la madre de la esperanza, nos acompañe, nos de la fuerza para que como Iglesia seamos signo de la misericordia de Cristo, para acompañar el sufrimiento, el dolor y las necesidades de nuestro pueblo.
María es la estrella de la evangelización, en cuanto que, ella dio a Jesús al mundo, y nos guía al encuentro de Él; de manera particular lo trajo a esta tierra nuestra, nos enseña que el regalo de la fe es para todos sin distinción. Que su ejemplo nos anime a nosotros como Iglesia Particular a seguir impulsando con nuevo ardor y entusiasmo la evangelización, porque estamos convencidos que es a partir del encuentro con Cristo, como se da un verdadero cambio del corazón, que es el principio para que haya un cambio del orden social en que vivimos; esta realidad tan compleja y difícil nos desafía a anunciar con alegría el Evangelio.
En esta hora de prueba que nos toca vivir en buena parte de nuestra geografía Diocesana, deben resonar con mucha ternura, amor, pero también con toda su fuerza las palabras que nuestra Madre dirigió a san Juan Diego: “¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? Ella ha venido para estar con nosotros, para compartir nuestra historia y nuestro caminar, que reconfortante es en nuestra vida la presencia de la madre, cuanto alivio, serenidad y fortaleza nos hace sentir, porque nos sentimos acompañados, apapachados y aunque pasemos por momentos difíciles, cuánto mitiga el dolor, el sufrimiento, la tristeza, la soledad la presencia de la madre.
Tenemos la certeza de que no estamos solos en nuestro caminar como Iglesia, como hombres y mujeres de fe, como cuidadanos, Cristo y su Madre Santísima nos acompañan, por más desalentador que parezca el horizonte, siempre hay lugar para la esperanza, porque creemos que es Dios el que conduce la historia y porque desde la fe celebramos el triunfo de la vida sobre la muerte, el triunfo del amor sobre el odio, el triunfo del bien sobre el mal. Que Santa María de Guadalupe anime nuestro caminar y sostenga nuestra esperanza.
Pidamos especialmente en este Eucaristía a Dios, por la poderosa intercesión de nuestra Madre que pronto conceda a esta Iglesia Particular un Obispo, que haciendo presente a Jesús el Buen Pastor apaciente a este pueblo que sufre, para que se siga acompañando a las víctimas de la violencia y trabajando en la construcción de la paz.
Que Santa María de Guadalupe, nos cubra con su manto, para que vivamos en este mundo llenos de esperanza, para que cada día nos convirtamos a Cristo y transformemos nuestra sociedad.

Santa María de Guadalupe: Salva nuestra Patria y Conserva nuestra Fe. Amén

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