José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.

jueves, 26 de febrero de 2009

LA VIDA COTIDIANA EN LA PARROQUIA DE ACAPULCO EN EL SIGLO XVI

VIDA COTIDIANA EN LA PARROQUIA DE ACAPULCO EN EL S. XVI.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas

Una nueva forma de plantear el estudio de la historia de la Iglesia, se propone recuperar la vida cotidiana, ya que la Iglesia, no es solo la jerarquía (pues el estudio de esta vendría a ser una jerarcología); ni solo la historia de los obispos (que se constituye en una episcopología); sino que la Iglesia es el pueblo de Dios (fieles laicos y fieles clérigos e incluso los infieles de uno y ambos lados). Sólo una historia que recupere todas estas dimensiones podría presentarse con pretensiones de científica, integral e integradora.
Recuperar la vida cotidiana es difícil, porque quienes han escrito los libros clásicos de historia han sido o clérigos, o personalidades, y se quedan en la mera crónica de estos estamentos, pero a pesar de esas deficiencias, sus materiales se nos presentan como materia prima de la cual podemos sacar importantes conclusiones.
Históricamente hay noticias de que Acapulco empieza a poblarse en 1550, aunque en ese lugar había funcionado un astillero desde alrededor de 1528. Pero con anterioridad debió de existir alguna población, pues de este puerto zarparon en 1532 las embarcaciones de Hurtado de Mendoza, y en 1535 salieron de él los navíos que Cortés envió con víveres a Pizarro.
Peter Gerhard en su Geografía Histórica de la Nueva España nos dice: “La situación histórica en el momento del contacto (con los españoles) puede reconstruirse aproximadamente con ayuda de documentos del siglo XVI. Acapolco (que estaba a cierta distancia del mar, Acamalutlan, Citlalan, Coyucac, Nahuallan, Tepexóchitl, Tezcatlan, Xalzapotalan y Yacapul eran probablemente señoríos semiindependientes conectados de alguna manera con el vecino reino de Mexcaltépec (cf. Zacatula)...Mexcaltépec y sus dependencias, que incluían el puerto de Acapulco, fueron encomendados al conquistador Juan Rodríguez de Villafuerte, vecino de Zacatula desde la década de 1520. en la década de 1540 Rodríguez fue sucedido por una hija, Aldonza de Villafuerte, quine se casó después con García de Albornoz (doña Aldonza aparece como única encomendera en 1587-1597).
Hacia 1548 el Corregidor de Pochotitlán, Ceutla, Suchitepec y Xocutla fue elevado al rango de alcalde mayor del puerto de Acapulco y más tarde se le concedió jurisdicción en las encomiendas vecinas. Como había escasa actividad en el puerto hasta la llegada del primer galeón con mercancías de la China en 1573, y como el clima de la costa era considerado insalubre, el alcalde mayor vivió al principio en Acamalutla, pueblo situado en la sierra. Aun después de la iniciación del comercio con china el magistrado residía normalmente tierra adentro, en Tixtla o Cuernavaca o incluso en la ciudad de México, y sólo iba a Acapulco cuando estaba ahí la nao (generalmente desde diciembre hasta marzo. El resto del año quedaba en el puerto un teniente del alcalde mayor.
La población nativa se redujo bruscamente aquí como en otras partes a lo largo de la costa en las décadas de 1520 y 1530 y nuevamente en la epidemia de 1545-1548. La mayoría de los indios sobrevivientes fueron alcanzados por la epidemia de 1576-1579, pues en 1569 se informa que hay 1589 tributarios y en 1646 apenas 309.
Si bien el astillero real, que probablemente estuvo al principio en Puerto Marqués, empleaba a algunos españoles y negros en la década de 1530 y después, pasaron varias décadas antes que el puerto fuera escogido como extremo oriental de la ruta comercial transpacífica. Durante estos años, los barcos que comerciaban con Centroamérica y el Perú preferían el puerto de Huatulco, situado a bastante distancia hacia el sur en Oaxaca. Mientras tanto, unos pocos españoles con esclavos negros llegaron a la región y establecieron plantaciones de cacao a lo largo de la costa. El asentamiento portuario surgió en la década de 1570 y adquirió gradualmente una pequeña población permanente de negros, mulatos, filipinos y unos pocos españoles (naturalmente había una gran población transeúnte durante el invierno, cuando estaba en el puerto la nao de Manila). La población no indígena de la jurisdicción era de 50 familias en 1569”.
José Antonio Calderón Quijano, en una importante monografía que presenta en el Volumen IV de Estudios de Historia Novohispana, UNAM, 1971, pp. 59-75, con el título de Nueva cartografía de los puertos de Acapulco, Campeche y Veracruz, nos ayuda a ubicar este primer momento de la historia novohispana.
“Más de dos siglos (1555-1778), fue el puerto de partida y de llegada de la línea de navegación comercial más duradera de la historia. Anualmente, y durante más de doscientos años, zarpaba de él la nao de la China en primavera, y rendía viaje el galeón de Manila en Navidad. Ferias, depredaciones piráticas e infinitas vicisitudes de todo tipo tuvieron lugar en aquella tranquila y anchurosa bahía... Su importancia mercantil la hizo ser el nexo y la unión de todo el tráfico de oriente y occidente a través del virreinato de Nueva España, en colaboración con Veracruz, el otro gran puerto mexicano.
Bernardo de Balbuena en la Grandeza Mexicana lo describe así:
En ti se junta España con la China, Italia con Japón,
y finalmente un mundo entero en trato y disciplina.
Y en este contexto, surge la Iglesia, atravesada por la alegría y el dolor, los anhelos y las esperanzas, las luces y sombras de los pueblos costeros.

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