ENTREVISTA A MONSEÑOR FELIPE AGUIRRE FRANCO, ARZOBISPO DE ACAPULCO, REALIZADA POR LA HERMANA ADRIANA MAZA COUTIÑO, DE LAS DISCIPULAS DE JESUS BUEN PASTOR.
Capítulo II: EN LA INTIMIDAD DEL HOGAR
Mis Papás son: DON INOCENCIO AGUIRRE MAGDALENO Y DOÑA TERESA FRANCO DE SANTOS DE AGUIRRE
Mi Papá era un hombre que había trabajado mucho, con unos alemanes, había estado en San Luis Potosí; después se establece en La Encarnación, con su propio trabajo; entonces pensó en el matrimonio, iba a cumplir los 40 años; mi Mamá tenía 22 cuando se casó, mi Papá 40, así que tenían 18 años de diferencia.
Hay en la casa un acopio grandísimo de cartas que se intercambiaron mis Papás cuando eran novios; son cartas muy atentas, muy sinceras, muy serias pero a la vez muy respetuosas de uno y otro; se hablaban “de usted” en el noviazgo, y se entregaban sus cartas cuando iban a Misa, al Rosario o cuando se encontraban, y desde luego que se respetaban mucho; pocas veces tenían oportunidad de platicar en la puerta de su casa, la carta era casi el medio más ordinario para comunicarse como novios, hasta que llega el día de su matrimonio y se casan en La Encarnación con la presencia del Sr. Cura, Don Plutarco Contreras, en el Templo Parroquial de Ntra. Sra. de la Encarnación, que entonces era la única Parroquia. Se casan el día 26 de noviembre de 1926. Mi Papá le dio un anillo a mi Mamá (no había anillo para el esposo, solamente para la esposa), era una argolla de oro, (a propósito, es una lástima que después de tenerla en mi poder no la he encontrado, no supe dónde quedó, ya que, se la puse un tiempo a mi cáliz de la Primera Misa, pero al desprendérsela para llevarlo a arreglar, no supe dónde quedó).
Al casarse vivieron en la Encarnación. Comenzaron a vivir ahí mismo en La Encarnación, en la casa de mi tía Andreita, pero a mi Papá le ofrecieron la Casa de Ejercicios, es decir, la Casa de la Iglesia, que estaba anexa al Templo de Jesús, María y José y a la casa del Padre Joaquín Martín, que era el Padre Capellán, de ese Templo; mi Papá era el Sacristán, además de ser carpintero. Pronto se fueron a vivir ahí mis Papás, a la casa de la calle Juan C. Parga número 15, (Juan C, es por el Sr. Cura, Juan Parga que fue uno de los que construyeron el Templo de Jesús, María y José, como fruto de un voto que hicieron a causa de un naufragio). Ahora esa casa es un Kinder, que hace esquina con la Calle de Ramón Corona, que todavía lo veo cuando voy a visitar a las Discípulas. Le decían ‘la esquina de la piedra del toro’.
Mis hermanos. Sus hijos fuimos diez en total:
Primeramente está Lupe, la más grande.
Después Ascensión.
Luego Eustaquio.
Luego I’am FAF, Felipe, yo soy el cuarto.
Después de mí vino un niño que se llamaba Bernardo pero murió pequeño, de brazos.
Luego vino Tere.
Luego Bernardo, ese sí vivió, le repusieron el nombre.
Luego vino otro hermanito que murió pequeño y que se llamaba Conrado.
Luego vino María de la Paz y
Después Benjamín que murió a los 16 años en un accidente.
Tres varoncitos que murieron chicos, incluyendo el último que ya era un adolescente de 16 años; así que murieron un Bernardo, un Conrado y un Benjamín. Repusieron el nombre de Bernardo, por eso tengo otro hermano Bernardo, y así somos siete: cuatro varones y tres mujeres. Las mujeres son prolíficas, mínimo tienen 6 hijos y la más grande que es Lupe creo que tiene 10.
Ocupación de mi Papá. Mi Papá se dedicó a la carpintería, tenía un taller grande y hacía todos los trabajos importantes; él sabía hacer trabajos artísticos de ebanistería sobre todo de arte gótico; hay muchas obras que se pudieran coleccionar para hacer una especie de exposición de las obras artísticas que realizó mi Padre tallando la madera.
La vida cristiana de mis Papás. Su vida cristiana no cabe duda que se puede resumir en algunos hechos:
Mi Papá era el jefe de la Adoración Nocturna, esa sección Adoradora de mi Pueblo llegó a tener 31 turnos, uno para cada día, y mi Papá tenía que estar al pendiente que se desarrollara cada turno de la adoración cada día ahí en el Templo de Jesús, María y José. Mi Papá se enlistó como Cristero en la Liga Nacional de la Defensa pero como estaba recién casado se quedó a cuidar el culto en el Templo de Jesús, María y José y a esconder a los Sacerdotes.
Otro de los datos que habla de la vida cristiana de mi Padre era que él hizo obras de arte muy bonitas que todavía están como recuerdos, como monumentos a su memoria en el Templo de Jesús, María y José.
Mi Mamá, también tuvo una vida muy ejemplar, ambos vivían intensamente la Eucaristía, mi Mamá temprano iba a su Misa y luego a sus trabajos del quehacer del hogar. Era una mujer que sabía cantar las alabanzas del Señor, era muy alegre, muy humorista, se dedicaba completamente a la casa, a cuidar sus gallinitas, tenía un corralito para engordar sus puerquitos, hacía la luchita para darnos de comer a todos nosotros ya que en ese tiempo comenzó a abaratarse mucho el trabajo que hacía mi Papá y apenas nos alcanzaba para poder vivir. Si hoy encontrara la maquinita de coser con la que mi Mamá nos arreglaba y nos confeccionaba la ropa, ¡Palabra, que la pondría en un monumento!
Mi casa estaba contigua al Templo de Jesús, María y José, no había que salir a la calle para ir a los actos religiosos; puede decirse que yo nací ahí al pie de dos torres de cal y canto, de estilo gótico, y los cantos de la Iglesia que se escuchaban hasta mi casa, y las campanadas que se escuchaban en las torres de ahí, de Jesús, María y José.
Vivíamos una vida cristiana donde se rezaba diariamente el Rosario, donde todos teníamos oportunidad de acercarnos a la Eucaristía, aún entre semana, a los Sacramentos y al Catecismo.
Empezamos a ir a la escuela de las Religiosas Maestras Católicas del Sagrado Corazón, ellas fueron mis maestras, así que soy condiscípulo del Corazón de Jesús, en el Colegio “Felipe Ramírez” de La Chona.
Todo esto era un ambiente para una vida cristiana muy segura: un gran amor a la Santísima Virgen María, los Padres Predicadores que iban al Templo, los Ejercicios Espirituales y en gran parte mi Mamá era como mi Directora Espiritual para no dejarme llevar por algunas inquietudes de la niñez y de los malos amigos que donde quiera existen o que pudieran merodear por ahí cerca de nosotros.
Nuestra vida familiar. La vida familiar de nosotros como niños era muy alegre, por que éramos capaces de tener una ronda para jugar juntos, un equipo de béisbol para que tuviéramos juegos muy reñidos y emocionantes con la pelota, con el bat...
También podíamos cantar juntos unos corazos buenos por que en la casa todos cantábamos, de una manera o de otra, las hermanas y los hermanos, así que formábamos unos corazos muy buenos. Y pues, los deportes que había ahí en el pueblo: el béisbol, recuerdo que hasta tenía que pagar mandas de rodillas al Sr. de la Misericordia de mi pueblo que prometía yo con tal de que ganara el equipo de béisbol de La Chona a los equipos de Aguascalientes o de Lagos de Moreno que iban ahí a competir.
Tanto Eustaquio como yo, estuvimos en el Colegio “Felipe Ramírez”, Ascensión estuvo en otro Colegio en el “Pablo Anda” que era el Colegio de barrio alto.
También jugábamos mucho con mis primos de mi tía Benita en el establo que estaba a un lado, ahí jineteábamos lo que se pudiera: caballos, burros, becerros y lo que fuera pero había que saber montar; o íbamos al campo y, veíamos pasar muchos ganados; se oía mucho el claxon de las locomotoras, que pitaban en la estación del ferrocarril, íbamos a la estación; cuando terminábamos la escuela íbamos a matar lagartijas, bueno por lo menos yo me conseguía mi resortera, iba a matar lagartijas a las cercas de piedra, ahí encontraba yo lagartijas, pajaritos; y en tiempo de tunas, íbamos a cortar tunas, mezquites, a tumbar nidos de avispas, una vez me picaron como unas 5, 6 o diez avispas en la cabeza por quererles tumbar su panal con la mano, ¡imagínense...! y pues así muchas cosas muy hermosas de toda la niñez.
Mi Primera Comunión. Hice mi Primera Comunión, tenía un Padrino, Don Esteban, que era un artista pero muy borrachito; estuvo conmigo el día de mi Primera Comunión, mandó a hacer una canela para los invitados pero le puso mucho alcohol y los músicos estaban bien borrachos y cantaban bien desafinados en la fiestecita que hubo. Todavía recuerdo muy bien que tenía yo seis años y el P. Joaquín Martín me dio un fervorín muy sentido que aún recuerdo.
Mis devociones. Mis Papás me enseñaron mucho la devoción al Santísimo Sacramento y a la Virgen María, recuerdo que mi Mamá me decía: “mira, ves esa ruedita blanca que está ahí, ahí está el Niño Jesús. Haber dile, repite conmigo: Niñito Jesús – Niñito Jesús, que en la Hostia estás – que en la Hostia estás, para mí te quiero - para mí te quiero, y para mí serás – y para mí serás, Niñito Jesús – Niñito Jesús, mi encanto y lucero – mi encanto y lucero, dueño de las almas- dueño de las almas, llévanos al cielo – llévanos al cielo”, ahí estaba yo rezando; me acuerdo que tenía mi Mamá un chal negro, largo y que cuando se daba su manita de gato se ponía su polvito y me gustaba el olorcito del polvo que se ponía ella, ya que me alcanzaba a llegar por que estaba yo ahí a un ladito de ella sentado sobre los talones de mis zapatos en el templo, rezándole al Niño Jesús que estaba en la Eucaristía.
Así desde niño me infundieron mucho amor a la Santísima Virgen María. Desde entonces aprendí muchos cantos muy hermosos, los cantos y canciones que aprendí de niño nunca se me han olvidado, los sigo repitiendo, por que lo que aprendí cantando no se me ha olvidado. Así hubiera yo aprendido la filosofía y la teología, porque otra suerte hubieran tenido conmigo.
Mis hermanos. Con todos mis hermanos me llevaba muy bien. Mi hermana Lupe es la más grande de todos y le tocó cargarme, cuando yo era pequeño. Tiene 10 hijos y yo les llamo “los cítricos”, porque se apellidan Limón. Se puede decir que Ascensión heredó el ser artista como mi Papá, sabe hacer muchas cosas de arte con la madera, y es muy buen dibujante. Ha sido Párroco en diferentes Parroquias y en la que se encuentra actualmente ya ha durado más de 25 años. Mantiene floreciente la Acción Católica, la Catequesis, el Sacramento de la Confesión y el fervor de la gente. Es muy estimado donde quiera. Eustaquio era más cuate en cuanto que iba más conmigo y como éramos un año y medio de diferencia pues parecíamos cuates y andábamos más por todas partes y cuando él entró al Seminario yo todavía estaba en la Chona, cuando me había peleado con alguien le decía: “vas a ver cuando venga mi hermano Eustaquio, eh” y había veces que mi hermano Eustaquio llegaba y se parapetaba con el otro para hacerme justicia con el que me había golpeado, cuando yo no podía ganarle por que estaba más chico; entonces llegaba mi hermano Eustaquio y me vengaba. En ese sentido me llevé muy bien con Eustaquio. Organiza muy bien sus Parroquias. Estuvo conmigo en Villacorzo, Chiapas, durante seis años como Párroco. Promueve mucho las experiencias pastorales de jóvenes, de familias y la Catequesis Familiar. Es muy emprendedor. Mi hermana Tere sabe acoplarse muy bien en el tono para las canciones, para poder cantar yo una tonada arribita y ella una tonada más abajito, hacerle la segundita, ella sabe muy bien hacer esa clase de cantos y cantar a dúo junto conmigo. Es Mamá de dos Sacerdotes, Benjamín (actual Rector del Seminario de San Luis) y Efraín (Sacristán Mayor de la Catedral de San Luis Potosí). Tiene seis hijos. Bernardo me ha acompañado mucho ahora posteriormente como laico que es. Dicen que se parece mucho a mí. Tiene cuatro hijos y uno de ellos, Benjamín, está en 4° de Teología en el Seminario de Guadalajara. Vive en Guadalajara y apoya mucho a todos los hermanos. A mi hermana la más chica, María de la Paz, me tocó cargarla mucho cuando ella estaba pequeña, yo tenía que llevarla de aquí para allá y a veces lloraba y nomás por que lloraba creían que yo la hacía llorar y no era yo sino que por ser ella delicada, por que ya lo que quería era molestar y me regañaban, me llegaron a llamar la atención nomás por hacerle yo un favor a mi hermanita como era la más chiquita, y lloraba por alguna cosa y luego me echaban la culpa a mí, pero en fin son cosas que se pasan y que se recuerdan con mucha añoranza. Tiene seis hijos y vive actualmente en Ajijia, Jalisco, junto al Lago de Chapala.
La admiración por mis Papás. Yo admiraba en mi Papá lo bien hecho para hacer las cosas, la capacidad artística, lo dibujante, transformó el arte griego, clásico, del interior del templo de mi pueblo, en arte gótico por que así se lo pidió el Sacerdote de mi pueblo, el P. Joaquín Martín.
Admiraba pues, la capacidad artística de mi Papá, también su fidelidad y su constancia para la Adoración Nocturna, para andar aquí y allá promoviendo la fe cristiana de nuestro pueblo, por que fue un laico muy comprometido. Era un hombre enamorado de la Eucaristía. Se gozaba mucho con los “éxitos” en mis estudios o en mis resultados positivos sacerdotales.
En mi Mamá admiré su espíritu de sacrificio, su esfuerzo, su ternura para con nosotros, lo cariñosa que era siempre, siempre fue muy cercana, muy humorista, muy alegre, y buena para platicar y muy pronta para reaccionar a favor de nosotros, siempre nos acompañaba para una cosa y para otra, no nos faltaba. Se puede decir que mi Mamá fue en gran parte el alma de nuestra vocación sacerdotal, por que siempre la vocación es un regalo de Dios pero pasa por el corazón de nuestras madres y mi Mamá decía “no me vayan a dejar sola”, y antes de morirse nos lo volvió a decir, le decíamos: “no, pues no la vamos a dejar sola, ¿cómo?”, “no me dejen sola en el purgatorio” nos volvía a decir; mi hermano le dijo: “no, pues mejor se va derechito al cielo” y contestaba ella “no, no crean que he sido tan buena, tengo que irme a dar una purificadita al purgatorio”. Era muy reconocida ahí en mi Pueblo, le preguntaban que por qué tenía tres hijos Sacerdotes y ella decía “pues, es obra de Dios yo solamente le agradezco a Dios y pido por ellos para que sean Sacerdotes Santos”.
Su actitud fue siempre abierta, humorista, se puede decir también que era una mujer muy cercana a los demás, su espíritu de trabajo constante, mi Mamá era muy aseada, muy limpia, su casa la quería tener siempre muy bien presentada, le gustaba cultivar las flores.
Los valores que mis Padres infundieron en nosotros. Creo que es en primer lugar: el amor a la Eucaristía, el amor a la Virgen Santísima, el amor al Papa, el amor a la Iglesia, el deseo de santidad, el espíritu de sacrificio, ya que mi Mamá era una mujer muy sacrificada, muy llena de espíritu de sacrificio y muy fervorosa, en todo.
En cuanto qué devoción me inculcaron mis Papás, pues me enseñaron a tenerle devoción al Sr. De la Misericordia de mi pueblo, por sus brazos abiertos, por eso el día que me ordené Sacerdote le dije “yo quiero ser un buen pastor que tenga los brazos abiertos al estilo del Sr. De la Misericordia de la Chona”; también nos enseñaron a tener una gran devoción a la Santísima Virgen María en Nuestra Señora De Guadalupe y como Ntra. Sra. Del Perpetuo Socorro, tenerle mucha devoción a la Eucaristía, yo siempre desde pequeño me he propuesto no dejar de comulgar diariamente y ahora de Sacerdote que no me falte la Misa todos los días, en cuanto sea posible la busco, no me quedo sin ella; también me inculcaron mucho amor al sacerdocio, mi vocación sacerdotal por ahí llegó, me enseñaron a saber respetar al Sacerdote y pues a sabernos tratar entre nosotros amigablemente, a tener limpieza de corazón, a vivir lejos del pecado, mi Mamá nos exhortó mucho a que no nos dejáramos llevar por los malos amigos o por las malas inclinaciones, mi Papá era hasta cierto modo más austero, más exigente para la honradez, para la limpieza de vida, para vivir lejos de todo lo que fuera pecado.
Nuestro ingreso al Seminario. De niños entramos al Seminario, al terminar nuestra niñez: yo entré a los once años, mi hermano Ascensión como de trece, Eustaquio como de doce y cada uno empieza a hacer su vida; ellos entraron a Lagos de Moreno por que estaba más cerca de La Chona, a pesar de que nos tocaba Aguascalientes, así entramos al de Guadalajara, al Seminario auxiliar de Lagos y San Juan de los Lagos.
Cuando éramos pequeños era natural que alguien pensara que íbamos nomás por que nos volábamos de ir pero que no era una cosa muy comprometida. De todas maneras con el tiempo se fue descubriendo que íbamos por que pensábamos tener la vocación de Dios nuestro Señor. Mi Papá alguna vez llegó a decirme: “no, ustedes nomás se vuelan, se vuelan no quieren aquí trabajar”, yo le dije: “no, nosotros sí vamos de adeverás”. Mi Papá me acuerdo que me arregló un beliz de madera con su manija de metal, casi pesaba más el mismo beliz que lo que llevaba adentro, pero es el que me sirvió para entrar al Seminario y mi Mamá me llevó al Seminario.
Capítulo II: EN LA INTIMIDAD DEL HOGAR
Mis Papás son: DON INOCENCIO AGUIRRE MAGDALENO Y DOÑA TERESA FRANCO DE SANTOS DE AGUIRRE
Mi Papá era un hombre que había trabajado mucho, con unos alemanes, había estado en San Luis Potosí; después se establece en La Encarnación, con su propio trabajo; entonces pensó en el matrimonio, iba a cumplir los 40 años; mi Mamá tenía 22 cuando se casó, mi Papá 40, así que tenían 18 años de diferencia.
Hay en la casa un acopio grandísimo de cartas que se intercambiaron mis Papás cuando eran novios; son cartas muy atentas, muy sinceras, muy serias pero a la vez muy respetuosas de uno y otro; se hablaban “de usted” en el noviazgo, y se entregaban sus cartas cuando iban a Misa, al Rosario o cuando se encontraban, y desde luego que se respetaban mucho; pocas veces tenían oportunidad de platicar en la puerta de su casa, la carta era casi el medio más ordinario para comunicarse como novios, hasta que llega el día de su matrimonio y se casan en La Encarnación con la presencia del Sr. Cura, Don Plutarco Contreras, en el Templo Parroquial de Ntra. Sra. de la Encarnación, que entonces era la única Parroquia. Se casan el día 26 de noviembre de 1926. Mi Papá le dio un anillo a mi Mamá (no había anillo para el esposo, solamente para la esposa), era una argolla de oro, (a propósito, es una lástima que después de tenerla en mi poder no la he encontrado, no supe dónde quedó, ya que, se la puse un tiempo a mi cáliz de la Primera Misa, pero al desprendérsela para llevarlo a arreglar, no supe dónde quedó).
Al casarse vivieron en la Encarnación. Comenzaron a vivir ahí mismo en La Encarnación, en la casa de mi tía Andreita, pero a mi Papá le ofrecieron la Casa de Ejercicios, es decir, la Casa de la Iglesia, que estaba anexa al Templo de Jesús, María y José y a la casa del Padre Joaquín Martín, que era el Padre Capellán, de ese Templo; mi Papá era el Sacristán, además de ser carpintero. Pronto se fueron a vivir ahí mis Papás, a la casa de la calle Juan C. Parga número 15, (Juan C, es por el Sr. Cura, Juan Parga que fue uno de los que construyeron el Templo de Jesús, María y José, como fruto de un voto que hicieron a causa de un naufragio). Ahora esa casa es un Kinder, que hace esquina con la Calle de Ramón Corona, que todavía lo veo cuando voy a visitar a las Discípulas. Le decían ‘la esquina de la piedra del toro’.
Mis hermanos. Sus hijos fuimos diez en total:
Primeramente está Lupe, la más grande.
Después Ascensión.
Luego Eustaquio.
Luego I’am FAF, Felipe, yo soy el cuarto.
Después de mí vino un niño que se llamaba Bernardo pero murió pequeño, de brazos.
Luego vino Tere.
Luego Bernardo, ese sí vivió, le repusieron el nombre.
Luego vino otro hermanito que murió pequeño y que se llamaba Conrado.
Luego vino María de la Paz y
Después Benjamín que murió a los 16 años en un accidente.
Tres varoncitos que murieron chicos, incluyendo el último que ya era un adolescente de 16 años; así que murieron un Bernardo, un Conrado y un Benjamín. Repusieron el nombre de Bernardo, por eso tengo otro hermano Bernardo, y así somos siete: cuatro varones y tres mujeres. Las mujeres son prolíficas, mínimo tienen 6 hijos y la más grande que es Lupe creo que tiene 10.
Ocupación de mi Papá. Mi Papá se dedicó a la carpintería, tenía un taller grande y hacía todos los trabajos importantes; él sabía hacer trabajos artísticos de ebanistería sobre todo de arte gótico; hay muchas obras que se pudieran coleccionar para hacer una especie de exposición de las obras artísticas que realizó mi Padre tallando la madera.
La vida cristiana de mis Papás. Su vida cristiana no cabe duda que se puede resumir en algunos hechos:
Mi Papá era el jefe de la Adoración Nocturna, esa sección Adoradora de mi Pueblo llegó a tener 31 turnos, uno para cada día, y mi Papá tenía que estar al pendiente que se desarrollara cada turno de la adoración cada día ahí en el Templo de Jesús, María y José. Mi Papá se enlistó como Cristero en la Liga Nacional de la Defensa pero como estaba recién casado se quedó a cuidar el culto en el Templo de Jesús, María y José y a esconder a los Sacerdotes.
Otro de los datos que habla de la vida cristiana de mi Padre era que él hizo obras de arte muy bonitas que todavía están como recuerdos, como monumentos a su memoria en el Templo de Jesús, María y José.
Mi Mamá, también tuvo una vida muy ejemplar, ambos vivían intensamente la Eucaristía, mi Mamá temprano iba a su Misa y luego a sus trabajos del quehacer del hogar. Era una mujer que sabía cantar las alabanzas del Señor, era muy alegre, muy humorista, se dedicaba completamente a la casa, a cuidar sus gallinitas, tenía un corralito para engordar sus puerquitos, hacía la luchita para darnos de comer a todos nosotros ya que en ese tiempo comenzó a abaratarse mucho el trabajo que hacía mi Papá y apenas nos alcanzaba para poder vivir. Si hoy encontrara la maquinita de coser con la que mi Mamá nos arreglaba y nos confeccionaba la ropa, ¡Palabra, que la pondría en un monumento!
Mi casa estaba contigua al Templo de Jesús, María y José, no había que salir a la calle para ir a los actos religiosos; puede decirse que yo nací ahí al pie de dos torres de cal y canto, de estilo gótico, y los cantos de la Iglesia que se escuchaban hasta mi casa, y las campanadas que se escuchaban en las torres de ahí, de Jesús, María y José.
Vivíamos una vida cristiana donde se rezaba diariamente el Rosario, donde todos teníamos oportunidad de acercarnos a la Eucaristía, aún entre semana, a los Sacramentos y al Catecismo.
Empezamos a ir a la escuela de las Religiosas Maestras Católicas del Sagrado Corazón, ellas fueron mis maestras, así que soy condiscípulo del Corazón de Jesús, en el Colegio “Felipe Ramírez” de La Chona.
Todo esto era un ambiente para una vida cristiana muy segura: un gran amor a la Santísima Virgen María, los Padres Predicadores que iban al Templo, los Ejercicios Espirituales y en gran parte mi Mamá era como mi Directora Espiritual para no dejarme llevar por algunas inquietudes de la niñez y de los malos amigos que donde quiera existen o que pudieran merodear por ahí cerca de nosotros.
Nuestra vida familiar. La vida familiar de nosotros como niños era muy alegre, por que éramos capaces de tener una ronda para jugar juntos, un equipo de béisbol para que tuviéramos juegos muy reñidos y emocionantes con la pelota, con el bat...
También podíamos cantar juntos unos corazos buenos por que en la casa todos cantábamos, de una manera o de otra, las hermanas y los hermanos, así que formábamos unos corazos muy buenos. Y pues, los deportes que había ahí en el pueblo: el béisbol, recuerdo que hasta tenía que pagar mandas de rodillas al Sr. de la Misericordia de mi pueblo que prometía yo con tal de que ganara el equipo de béisbol de La Chona a los equipos de Aguascalientes o de Lagos de Moreno que iban ahí a competir.
Tanto Eustaquio como yo, estuvimos en el Colegio “Felipe Ramírez”, Ascensión estuvo en otro Colegio en el “Pablo Anda” que era el Colegio de barrio alto.
También jugábamos mucho con mis primos de mi tía Benita en el establo que estaba a un lado, ahí jineteábamos lo que se pudiera: caballos, burros, becerros y lo que fuera pero había que saber montar; o íbamos al campo y, veíamos pasar muchos ganados; se oía mucho el claxon de las locomotoras, que pitaban en la estación del ferrocarril, íbamos a la estación; cuando terminábamos la escuela íbamos a matar lagartijas, bueno por lo menos yo me conseguía mi resortera, iba a matar lagartijas a las cercas de piedra, ahí encontraba yo lagartijas, pajaritos; y en tiempo de tunas, íbamos a cortar tunas, mezquites, a tumbar nidos de avispas, una vez me picaron como unas 5, 6 o diez avispas en la cabeza por quererles tumbar su panal con la mano, ¡imagínense...! y pues así muchas cosas muy hermosas de toda la niñez.
Mi Primera Comunión. Hice mi Primera Comunión, tenía un Padrino, Don Esteban, que era un artista pero muy borrachito; estuvo conmigo el día de mi Primera Comunión, mandó a hacer una canela para los invitados pero le puso mucho alcohol y los músicos estaban bien borrachos y cantaban bien desafinados en la fiestecita que hubo. Todavía recuerdo muy bien que tenía yo seis años y el P. Joaquín Martín me dio un fervorín muy sentido que aún recuerdo.
Mis devociones. Mis Papás me enseñaron mucho la devoción al Santísimo Sacramento y a la Virgen María, recuerdo que mi Mamá me decía: “mira, ves esa ruedita blanca que está ahí, ahí está el Niño Jesús. Haber dile, repite conmigo: Niñito Jesús – Niñito Jesús, que en la Hostia estás – que en la Hostia estás, para mí te quiero - para mí te quiero, y para mí serás – y para mí serás, Niñito Jesús – Niñito Jesús, mi encanto y lucero – mi encanto y lucero, dueño de las almas- dueño de las almas, llévanos al cielo – llévanos al cielo”, ahí estaba yo rezando; me acuerdo que tenía mi Mamá un chal negro, largo y que cuando se daba su manita de gato se ponía su polvito y me gustaba el olorcito del polvo que se ponía ella, ya que me alcanzaba a llegar por que estaba yo ahí a un ladito de ella sentado sobre los talones de mis zapatos en el templo, rezándole al Niño Jesús que estaba en la Eucaristía.
Así desde niño me infundieron mucho amor a la Santísima Virgen María. Desde entonces aprendí muchos cantos muy hermosos, los cantos y canciones que aprendí de niño nunca se me han olvidado, los sigo repitiendo, por que lo que aprendí cantando no se me ha olvidado. Así hubiera yo aprendido la filosofía y la teología, porque otra suerte hubieran tenido conmigo.
Mis hermanos. Con todos mis hermanos me llevaba muy bien. Mi hermana Lupe es la más grande de todos y le tocó cargarme, cuando yo era pequeño. Tiene 10 hijos y yo les llamo “los cítricos”, porque se apellidan Limón. Se puede decir que Ascensión heredó el ser artista como mi Papá, sabe hacer muchas cosas de arte con la madera, y es muy buen dibujante. Ha sido Párroco en diferentes Parroquias y en la que se encuentra actualmente ya ha durado más de 25 años. Mantiene floreciente la Acción Católica, la Catequesis, el Sacramento de la Confesión y el fervor de la gente. Es muy estimado donde quiera. Eustaquio era más cuate en cuanto que iba más conmigo y como éramos un año y medio de diferencia pues parecíamos cuates y andábamos más por todas partes y cuando él entró al Seminario yo todavía estaba en la Chona, cuando me había peleado con alguien le decía: “vas a ver cuando venga mi hermano Eustaquio, eh” y había veces que mi hermano Eustaquio llegaba y se parapetaba con el otro para hacerme justicia con el que me había golpeado, cuando yo no podía ganarle por que estaba más chico; entonces llegaba mi hermano Eustaquio y me vengaba. En ese sentido me llevé muy bien con Eustaquio. Organiza muy bien sus Parroquias. Estuvo conmigo en Villacorzo, Chiapas, durante seis años como Párroco. Promueve mucho las experiencias pastorales de jóvenes, de familias y la Catequesis Familiar. Es muy emprendedor. Mi hermana Tere sabe acoplarse muy bien en el tono para las canciones, para poder cantar yo una tonada arribita y ella una tonada más abajito, hacerle la segundita, ella sabe muy bien hacer esa clase de cantos y cantar a dúo junto conmigo. Es Mamá de dos Sacerdotes, Benjamín (actual Rector del Seminario de San Luis) y Efraín (Sacristán Mayor de la Catedral de San Luis Potosí). Tiene seis hijos. Bernardo me ha acompañado mucho ahora posteriormente como laico que es. Dicen que se parece mucho a mí. Tiene cuatro hijos y uno de ellos, Benjamín, está en 4° de Teología en el Seminario de Guadalajara. Vive en Guadalajara y apoya mucho a todos los hermanos. A mi hermana la más chica, María de la Paz, me tocó cargarla mucho cuando ella estaba pequeña, yo tenía que llevarla de aquí para allá y a veces lloraba y nomás por que lloraba creían que yo la hacía llorar y no era yo sino que por ser ella delicada, por que ya lo que quería era molestar y me regañaban, me llegaron a llamar la atención nomás por hacerle yo un favor a mi hermanita como era la más chiquita, y lloraba por alguna cosa y luego me echaban la culpa a mí, pero en fin son cosas que se pasan y que se recuerdan con mucha añoranza. Tiene seis hijos y vive actualmente en Ajijia, Jalisco, junto al Lago de Chapala.
La admiración por mis Papás. Yo admiraba en mi Papá lo bien hecho para hacer las cosas, la capacidad artística, lo dibujante, transformó el arte griego, clásico, del interior del templo de mi pueblo, en arte gótico por que así se lo pidió el Sacerdote de mi pueblo, el P. Joaquín Martín.
Admiraba pues, la capacidad artística de mi Papá, también su fidelidad y su constancia para la Adoración Nocturna, para andar aquí y allá promoviendo la fe cristiana de nuestro pueblo, por que fue un laico muy comprometido. Era un hombre enamorado de la Eucaristía. Se gozaba mucho con los “éxitos” en mis estudios o en mis resultados positivos sacerdotales.
En mi Mamá admiré su espíritu de sacrificio, su esfuerzo, su ternura para con nosotros, lo cariñosa que era siempre, siempre fue muy cercana, muy humorista, muy alegre, y buena para platicar y muy pronta para reaccionar a favor de nosotros, siempre nos acompañaba para una cosa y para otra, no nos faltaba. Se puede decir que mi Mamá fue en gran parte el alma de nuestra vocación sacerdotal, por que siempre la vocación es un regalo de Dios pero pasa por el corazón de nuestras madres y mi Mamá decía “no me vayan a dejar sola”, y antes de morirse nos lo volvió a decir, le decíamos: “no, pues no la vamos a dejar sola, ¿cómo?”, “no me dejen sola en el purgatorio” nos volvía a decir; mi hermano le dijo: “no, pues mejor se va derechito al cielo” y contestaba ella “no, no crean que he sido tan buena, tengo que irme a dar una purificadita al purgatorio”. Era muy reconocida ahí en mi Pueblo, le preguntaban que por qué tenía tres hijos Sacerdotes y ella decía “pues, es obra de Dios yo solamente le agradezco a Dios y pido por ellos para que sean Sacerdotes Santos”.
Su actitud fue siempre abierta, humorista, se puede decir también que era una mujer muy cercana a los demás, su espíritu de trabajo constante, mi Mamá era muy aseada, muy limpia, su casa la quería tener siempre muy bien presentada, le gustaba cultivar las flores.
Los valores que mis Padres infundieron en nosotros. Creo que es en primer lugar: el amor a la Eucaristía, el amor a la Virgen Santísima, el amor al Papa, el amor a la Iglesia, el deseo de santidad, el espíritu de sacrificio, ya que mi Mamá era una mujer muy sacrificada, muy llena de espíritu de sacrificio y muy fervorosa, en todo.
En cuanto qué devoción me inculcaron mis Papás, pues me enseñaron a tenerle devoción al Sr. De la Misericordia de mi pueblo, por sus brazos abiertos, por eso el día que me ordené Sacerdote le dije “yo quiero ser un buen pastor que tenga los brazos abiertos al estilo del Sr. De la Misericordia de la Chona”; también nos enseñaron a tener una gran devoción a la Santísima Virgen María en Nuestra Señora De Guadalupe y como Ntra. Sra. Del Perpetuo Socorro, tenerle mucha devoción a la Eucaristía, yo siempre desde pequeño me he propuesto no dejar de comulgar diariamente y ahora de Sacerdote que no me falte la Misa todos los días, en cuanto sea posible la busco, no me quedo sin ella; también me inculcaron mucho amor al sacerdocio, mi vocación sacerdotal por ahí llegó, me enseñaron a saber respetar al Sacerdote y pues a sabernos tratar entre nosotros amigablemente, a tener limpieza de corazón, a vivir lejos del pecado, mi Mamá nos exhortó mucho a que no nos dejáramos llevar por los malos amigos o por las malas inclinaciones, mi Papá era hasta cierto modo más austero, más exigente para la honradez, para la limpieza de vida, para vivir lejos de todo lo que fuera pecado.
Nuestro ingreso al Seminario. De niños entramos al Seminario, al terminar nuestra niñez: yo entré a los once años, mi hermano Ascensión como de trece, Eustaquio como de doce y cada uno empieza a hacer su vida; ellos entraron a Lagos de Moreno por que estaba más cerca de La Chona, a pesar de que nos tocaba Aguascalientes, así entramos al de Guadalajara, al Seminario auxiliar de Lagos y San Juan de los Lagos.
Cuando éramos pequeños era natural que alguien pensara que íbamos nomás por que nos volábamos de ir pero que no era una cosa muy comprometida. De todas maneras con el tiempo se fue descubriendo que íbamos por que pensábamos tener la vocación de Dios nuestro Señor. Mi Papá alguna vez llegó a decirme: “no, ustedes nomás se vuelan, se vuelan no quieren aquí trabajar”, yo le dije: “no, nosotros sí vamos de adeverás”. Mi Papá me acuerdo que me arregló un beliz de madera con su manija de metal, casi pesaba más el mismo beliz que lo que llevaba adentro, pero es el que me sirvió para entrar al Seminario y mi Mamá me llevó al Seminario.
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