18 DE MARZO DE 1958: ERECCION CANONICA
DE LA DIOCESIS DE ACAPULCO
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas
El término “erección canónica” se refiere en diversas circunstancias a la creación oficial de una institución eclesial, por la autoridad competente, de acuerdo con las normas vigentes en su momento. Se refiere al fundamento jurídico y no al establecimiento físico. En el caso de una diócesis el derecho canónico caracteriza a las diócesis, como iglesias particulares, en las cuales y desde las cuales existe la Iglesia Católica una y única, y corresponde a la suprema autoridad de la Iglesia, en este caso el Papa, erigirlas canónicamente, gozando en virtud del derecho canónico, de personalidad jurídica.
Posteriormente, el 18 de Diciembre del mismo año, el Santo Padre Juan XXIII nombra al Señor Cura de San Andrés, en Tlaquepaque, de la Arquidiócesis de Guadalajara, Jalisco como Primer Obispo de Acapulco, el Siervo de Dios Monseñor José Pilar Quezada Valdés.
ANTECEDENTES:
A principio del Siglo XIX, tuvo lugar una consulta para erigir un obispado en la Costa del Mar o de Acapulco. Los documentos se encuentran en el Archivo General de la Nación, actualmente en el antiguo edificio de la antigua cárcel de Lecumberri, en la ciudad de México. En aquél entonces la balanza favoreció a Chilapa, sin embargo, por las vicisitudes de los tiempos, la diócesis se erigirá a mediados de siglo. Acapulco era ya mencionada desde ese entonces, como posible sede de una diócesis, al grado de que la región, por mucho tiempo será llamada Provincia del Mar del Sur o de Acapulco.
Será hasta a mediados del Siglo XX, cuando a raíz de un fuerte movimiento telúrico que sacudió el Estado de Guerrero el 28 de julio de 1957, que afectó seriamente muchas poblaciones y derribó algunos templos, el Delegado Apostólico en México Monseñor Luigi di Raimondi, visitó esta parte del Obispado de Chilapa, entregando a los damnificados la ayuda pecuniaria en nombre del Santo Padre el Papa Pío XII. Ya entonces, al reconocer el estado de la región, se vio la necesidad de crear una nueva Diócesis para la mejor atención de los pueblos de la costa del Estado.
Se tomaba, para la creación de esta nueva Diócesis, 22 parroquias, 4 Vicarías Fijas y una Capellanía, todas del Obispado de Chilapa.
Parroquias: San Agustín, en Coahuayutla; San Felipe de Jesús, en La Unión; Nuestra Señora de Guadalupe, en Zihuatanejo; San Pedro Apóstol, en Petatlán; San Luis Rey de Francia, en San Luis de La Loma; San Bartolomé Apóstol, en Tecpan; San Jerónimo, en San Jerónimo; Santa María de la Asunción, en Atoyac de Álvarez; San Miguel Arcángel, en Coyuca de Benítez; Nuestra Señora del Carmen, en el Barrio del Hueso; Nuestra Señora de la Soledad, en el Centro; San Isidro Labrador, en La Sabana; San Felipe de Jesús, en Dos Arroyos; San Marcos Evangelista, en San Marcos; Santiago Apóstol, en Cuautepec; Santiago Apóstol en Ayutla de Los Libres; San Luis Rey de Francia, en San Luis Acatlán; San Miguel Arcángel, en Azoyú; Santiago Apóstol, en Ometepec; San Juan Bautista, en Igualapa; San Miguel Arcángel, en Xochistlahuaca; Nuestra Señora del Rosario, en Tecoanapa.
Vicarías: Purísima Concepción, en Tlacoachistlahuaca; San Nicolás de Tolentino, en Cuajinicuilapa; Sagrado Corazón de Jesús, en el Fraccionamiento Costa Azul; San José, en Las Mesas (Mpio. de San Marcos); y Capellanía de la Colonia Progreso.
Estando vacante la diócesis de Chilapa, gobernaba el Canónigo Egidio Martínez Vargas, por el traslado del anterior obispo monseñor Alfonso Toriz Covian, como Obispo de Querétaro. Corresponderá a este canónigo coordinar la fundación de la nueva diócesis, recorrió toda la costa para tal efecto, y hizo entrega de la nueva jurisdicción al ejecutarse la bula.
Con una población aproximada para aquél entonces de 294, 240 habitantes; distribuidos en una área aproximada de 25 000 kilómetros cuadrados.
Para el 9 de octubre de 1958, fallece el Papa Pio XII, y le sucede el 28 del mismo mes el Papa Juan XXIII, quien para el 18 de diciembre preconiza como nuevos obispos de Chilapa y Acapulco, a los sacerdotes Fidel de Santa María Cortés y José Pilar Quezada Valdés para Chilapa y Acapulco respectivamente.
En el ínterin entre la promulgación de la Bulla Quo aptiori y la ejecución de la misma, un gran acontecimiento, providencial, marcó al puerto de Acapulco y su región, cuando a iniciativa de la Señora Amelia Sodi Pallares, se fabrica una hermosa imagen en bronce de la Santísima Virgen de Guadalupe, que es proclamada Reina de los Mares, y colocada en un altar submarino el 12 de Diciembre de 1958, en el Islote yermo de la Yerbabuena, frente a la Isla de la Roqueta. El traslado de la preciosa imagen Guadalupana estilizada, provocó una movilización grande de fieles para verla a su paso por las poblaciones de la carretera desde la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México donde fue bendecida por el Arzobispo Primado de México Monseñor Miguel Darío Miranda; hasta el Puerto, donde fue recibida apoteósicamente y honrada durante varios días en el Templo de Nuestra Señora de la Soledad, de donde salió para embarcarse en el Malecón, y después de un recorrido por mar, fue entronizada bajo las aguas del puerto.
EJECUCION DE LA BULA QUO APTIORI.
La ejecución de la Bulla “Quo aptiori”, dara lugar a momentos igualmente emotivos, cuando el 24 de Enero de 1959, el pueblo fiel se congregue para recibir al nuevo Obispo electo.
Todo inicio fue difícil, sobre todo para una naciente Diócesis, carente de lo más elemental, y en una ciudad que se está recreando a sí misma como es Acapulco, que se encontraba en ese momento en pleno despliegue de su potencial turístico, con el inevitable aumento de la población que la hará crecer como la conocemos hoy.
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