jueves, 16 de marzo de 2023

18 DE MARZO DE 1958: ERECCION CANÓNICA DE LA DIÓCESIS DE ACAPULCO

  




18 DE MARZO DE 1958: ERECCION CANONICA

DE LA DIOCESIS DE ACAPULCO

Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas

 

El término “erección canónica” se refiere en diversas circunstancias a la creación oficial de una institución eclesial, por la autoridad competente, de acuerdo con las normas vigentes en su momento. Se refiere al fundamento jurídico y no al establecimiento físico. En el caso de una diócesis el derecho canónico caracteriza a las diócesis, como iglesias particulares, en las cuales y desde las cuales existe la Iglesia Católica una y única, y corresponde a la suprema autoridad de la Iglesia, en este caso el Papa, erigirlas canónicamente, gozando en virtud del derecho canónico, de personalidad jurídica.


        En el caso de Acapulco, la erección canónica de la Diócesis tiene lugar un 18 de Marzo de 1958, cuando el Papa Pío XII promulga la Bulla “Quo aptiori” (Para una mejor atención de todos los fieles), con la cual se creaba la nueva Diócesis de Acapulco, designando el Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Soledad como nueva Sede Catedral.


Posteriormente, el 18 de Diciembre del mismo año, el Santo Padre Juan XXIII nombra al Señor Cura de San Andrés, en Tlaquepaque, de la Arquidiócesis de Guadalajara, Jalisco como Primer Obispo de Acapulco, el Siervo de Dios Monseñor José Pilar Quezada Valdés.  


ANTECEDENTES: 


A principio del Siglo XIX, tuvo lugar una consulta para erigir un obispado en la Costa del Mar o de Acapulco. Los documentos se encuentran en el Archivo General de la Nación, actualmente en el antiguo edificio de la antigua cárcel de Lecumberri, en la ciudad de México. En aquél entonces la balanza favoreció a Chilapa, sin embargo, por las vicisitudes de los tiempos, la diócesis se erigirá a mediados de siglo. Acapulco era ya mencionada desde ese entonces, como posible sede de una diócesis, al grado de que la región, por mucho tiempo será llamada Provincia del Mar del Sur o de Acapulco.


Será hasta a mediados del Siglo XX, cuando a raíz de un fuerte movimiento telúrico que sacudió el Estado de Guerrero el 28 de julio de 1957, que afectó seriamente muchas poblaciones y derribó algunos templos, el Delegado Apostólico en México Monseñor Luigi di Raimondi, visitó esta parte del Obispado de Chilapa, entregando a los damnificados la ayuda pecuniaria en nombre del Santo Padre el Papa Pío XII. Ya entonces, al reconocer el estado de la región, se vio la necesidad de crear una nueva Diócesis para la mejor atención de los pueblos de la costa del Estado.

Estaba vacante la Diócesis de Chilapa por el traslado a Querétaro de Obispo, Monseñor Toríz Cobián desde el 17 de mayo de 1958.

Por esta vacante y, en base a un informe del Delegado Apostólico Luigi Raimondi que había rendido a la Santa Sede a causa del terremoto en 1957 asoló esta región de las costas de Guerrero, Pío XII procede a la creación de la Diócesis de Acapulco, teniendo como sede el Puerto del mismo nombre y como territorio 23 municipios.

El Cabildo chilapeño, conforme lo prescribía el Código de Derecho Canónico de 1917, canon 432, & 1, eligió Vicario Capitular para que gobernara Diócesis de Chilapa, mientras la Santa Sede le nombrara Obispo Residencial y tomara éste posesión canónica de la misma.

El nombramiento recayó en la persona del Canónigo Egidio Martínez, éste aprovechó la circunstancia para visitar todas las parroquias de ambas costas y las del propio puerto de Acapulco, realizando millares de Confirmaciones.

El 18 de Marzo de 1958 el Santo Padre, el Papa Pio XII, promulgaba la bula “Quo aptiori”, con la que se creaba la diócesis de Acapulco. Y señalando como sede la Parroquia de Nuestra Señora de la Soledad.

         Se tomaba, para la creación de esta nueva Diócesis, 22 parroquias, 4 Vicarías Fijas y una Capellanía, todas del Obispado de Chilapa. 

Parroquias: San Agustín, en Coahuayutla; San Felipe de Jesús, en La Unión; Nuestra Señora de Guadalupe, en Zihuatanejo; San Pedro Apóstol, en Petatlán; San Luis Rey de Francia, en San Luis de La Loma; San Bartolomé Apóstol, en Tecpan; San Jerónimo, en San Jerónimo; Santa María de la Asunción, en Atoyac de Álvarez; San Miguel Arcángel, en Coyuca de Benítez; Nuestra Señora del Carmen, en el Barrio del Hueso; Nuestra Señora de la Soledad, en el Centro; San Isidro Labrador, en La Sabana; San Felipe de Jesús, en Dos Arroyos; San Marcos Evangelista, en San Marcos; Santiago Apóstol, en Cuautepec; Santiago Apóstol en Ayutla de Los Libres; San Luis Rey de Francia, en San Luis Acatlán; San Miguel Arcángel, en Azoyú; Santiago Apóstol, en Ometepec; San Juan Bautista, en Igualapa; San Miguel Arcángel, en Xochistlahuaca; Nuestra Señora del Rosario, en Tecoanapa.

Vicarías: Purísima Concepción, en Tlacoachistlahuaca; San Nicolás de Tolentino, en Cuajinicuilapa; Sagrado Corazón de Jesús, en el Fraccionamiento Costa Azul; San José, en Las Mesas (Mpio. de San Marcos); y Capellanía de la Colonia Progreso.

Estando vacante la diócesis de Chilapa, gobernaba el Canónigo Egidio Martínez Vargas, por el traslado del anterior obispo monseñor Alfonso Toriz Covian, como Obispo de Querétaro. Corresponderá a este canónigo coordinar la fundación de la nueva diócesis, recorrió toda la costa para tal efecto, y hizo entrega de la nueva jurisdicción al ejecutarse la bula.

 Con una población aproximada para aquél entonces de 294, 240 habitantes; distribuidos en una área aproximada de 25 000 kilómetros cuadrados.

         Para el 9 de octubre de 1958, fallece el Papa Pio XII, y le sucede el 28 del mismo mes el Papa Juan XXIII, quien para el  18 de diciembre  preconiza como nuevos obispos de Chilapa y Acapulco, a los sacerdotes Fidel de Santa María Cortés y José Pilar Quezada Valdés para Chilapa y Acapulco respectivamente.


UN MES ANTES DE LA DIOCESIS: SANTA MARIA DE GUADALUPE, REINA DE LOS MARES. UNA PREPARACION PROVIDENCIAL.


         En el ínterin entre la promulgación de la Bulla Quo aptiori y la ejecución de la misma, un gran acontecimiento, providencial, marcó al puerto de Acapulco y su región, cuando a iniciativa de la Señora Amelia Sodi Pallares, se fabrica una hermosa imagen en bronce de la Santísima Virgen de Guadalupe, que es proclamada Reina de los Mares, y colocada en un altar submarino el 12 de Diciembre de 1958, en el Islote yermo de la Yerbabuena, frente a la Isla de la Roqueta. El traslado de la preciosa imagen Guadalupana estilizada, provocó una movilización grande de fieles para verla a su paso por las poblaciones de la carretera desde la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México donde fue bendecida por el Arzobispo Primado de México Monseñor Miguel Darío Miranda; hasta el Puerto, donde fue recibida apoteósicamente y honrada durante varios días en el Templo de Nuestra Señora de la Soledad, de donde salió para embarcarse en el Malecón, y después de un recorrido por mar, fue entronizada bajo las aguas del puerto.


EJECUCION DE LA BULA QUO APTIORI.

         La ejecución de la Bulla “Quo aptiori”, dara lugar a momentos igualmente emotivos, cuando el 24 de Enero de 1959, el pueblo fiel se congregue para recibir al nuevo Obispo electo. 

    
    La Bula “Quo aptiori”, al calce tiene los instrumentos diplomáticos que siguen: Cancillería Apostólica, vol. XCVII, N. 5. Firman: Cardenal Constantini, Canciller; Cardenal Marcelo Nimi, Secretario; Francisco Annival Ferreti, Protonotario Apostólico. El documento lo firma el Papa Juan XXIII, y el Cardenal Villot; fechado el 18 de diciembre de 1958.


    Los obispos preconizados se pusieron de acuerdo con el Delegado Apostólico para fijar la fecha de su ordenación episcopal. La del Obispo de Acapulco se fijo para el 25 de enero de 1959; la del Obispo de Chilapa para el 24 de febrero siguiente. Ambos fueron ordenados por el Cardenal Arzobispo de Guadalajara Don José Garibi Rivera.

    Al saber el Presbiterio de Acapulco del nombramiento del Párroco de San Andrés, designó una Comisión para que le hicieran una visita de cortesía, que al mismo tiempo le llevara información de primera mano y llegaran a algunos acuerdos. La Comisión estuvo formada por los presbíteros Jorge Parra Martínez, Isidoro Ramírez, Jesús Jiménez Abarca, Juvenal Porcayo Uribe y Moisés Carmona.

    Entre los acuerdos tomados estuvieron: el día de su llegada, la toma de posesión canónica de la Diócesis y la Ordenación Episcopal. De otros menesteres los sacerdotes de la nueva Diócesis se harían cargo.

    Se llegó el ansiado día de la llegada. Un grupo de laicos y sacerdotes se dirigieron hasta el puente del río Papagayo de la Carretera Federal. Ahí esperaron alegres a la comitiva que venía de Guadalajara, encabezada por el Cardenal José Garibi Rivera, el Delegado Apostólico Luigi Raimondi e innumerables sacerdotes y laicos. Venía el Obispo electo en un modesto automóvil, acompañado de un Vicario. Saludos, vivas, aplausos. Así todo era alegría. Se enfilaron por la carretera federal rumbo al Puerto de Acapulco, los pueblos habían adornado la carretera con tendidos de colores; al pasar la comitiva gritaban vivas y los obispos los bendecían a su paso. Recorrido un largo trecho preguntó el Cardenal a uno de los nuestros: “¿Ya estamos en terreno de la Diócesis de Acapulco?”, le contestaron: “Todavía no”; un poco más adelante hizo la misma pregunta, la respuesta fue la misma; replicó: “A pilar le dejaron los puros pescadores”.

    Finalmente llegaron a La Garita, el grueso de los feligreses estaba esperando de uno y otro lado de la carretera desde donde acompañaron a los Ilustres huéspedes hasta la Parroquia de Nuestra Señora de la Soledad, que esa misma noche quedaría convertida en Catedral y sede del primer Obispo.

    Según testimonio del entonces Presbítero Rafael Bello Ruiz, eran las 10 de la noche cuando se leyó la Bula de Erección de la nueva Diócesis y se redactó el Acta de Ejecución, la que firmaron los dignatarios, así como sacerdotes y laicos. Los masones, enfurecidos por todos estos acontecimientos, trataron de sabotear la ceremonia dejando sin luz eléctrica a la ciudad y puerto, por lo cual este acontecimiento tuvo lugar en medio de la oscuridad.

    La entrega de la nueva jurisdicción la hizo el Canónigo Egidio Martínez, que era el Vicario Capitular de la Diócesis de Chilapa, de cuyo territorio se desmembra la de Acapulco (Revista Seminario de Acapulco, n. 2, enero de 1960).

    Al entregarle el Vicario Capitular, le dijo que le entregaba un territorio de 25 mil kilómetros cuadrados, 26 parroquias, 34 sacerdotes y cerca de 400 mil feligreses. Todo esto sucedía el 24 de enero de 1959.

    Al día siguiente, se procedió a la Ordenación Episcopal del Siervo de Dios, Monseñor José Pilar Quezada Valdés, en la Catedral de Nuestra Señora de la Soledad de Acapulco, siendo obispos co-consagrantes el Eminentísimo Cardenal de Guadalajara José Garibi Rivera y los señores obispos Francisco Javier Nuño, Auxiliar de Guadalajara; Alfonso Toriz Cobián, de Querétaro; y Alfredo Galindo Mendoza, del Vicariato Apostólico de la Baja California.

Todo inicio fue difícil, sobre todo para una naciente Diócesis, carente de lo más elemental, y en una ciudad que se está recreando a sí misma como es Acapulco, que se encontraba en ese momento en pleno despliegue de su potencial turístico, con el inevitable aumento de la población que la hará crecer como la conocemos hoy.

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