EL PADRE CHILOLO
Tomado del facebook: Atoyac De Alvarez
TurismoAtoyaquense
Administrador · 9 de
agosto de 2020.
El padre Chilolo fue
querido por su feligresía, pero también muy criticado y ejemplo de lo que la
iglesia no debe ser. A muchos jóvenes los convirtió en fervorosos creyentes y a
otros en convencidos ateos. Impulsó a muchos importantes profesionistas y a
otros los vetó. Para muchos un hombre santo y para otros el cobrador de los
ricos. También acumuló propiedades que heredaron sus hijos de crianza. Para
bien o para mal éste polémico sacerdote marcó con su presencia, casi medio
siglo, la vida de nuestra matria.
Quienes los conocieron
lo definen como un sacerdote Franco y Claridoso. Su nombre completo fue Isidoro
Ramírez Suárez nació el 1 de agosto de 1895 en Xichú-Victoria, estado de
Guanajuato. Fue hijo de: J. Pedro Ramírez y María Ignacia Suárez. Tuvo como
hermanos a: Trinidad, José dolores, Ascensión, María Guadalupe y María
Concepción.
A los 16 años ingresó
al Seminario en Querétaro, pero debido a la Revolución Mexicana el Seminario
fue clausurado por el Gobierno, y Chilolo se refugió en el pueblo Real de Xichú
Guanajuato, al lado del sacerdote Román Herrera donde permaneció dos años.
En 1915 pasó con los
padres franciscanos al Convento de San Francisco de la Ciudad de Querétaro y
donde permaneció seis meses. Aprendió a tocar el armonio y se encargó de la
sastrería del Convento, haciendo los trajes para los monjes.
Luego pasó al Seminario
de Acámbaro Guanajuato, regresó al Seminario de Querétaro y finalmente ingresó
al Seminario regional de Monterrey.
Durante tres años, fue
auxiliar del obispo de Ciudad Victoria. Y trasladado monseñor José Guadalupe
Ortiz a la Diócesis de Chilapa, Isidoro se viene con él y a sus treinta años
ingresa al Seminario de Chilapa el 4 de Octubre de 1923.
Se ordenó sacerdote el
29 de noviembre de 1925. Cantó su primera Eucaristía el 12 de diciembre de 1925
en Atzacoaloya, con la asistencia del obispo monseñor José Guadalupe Ortiz.
Ejerció su ministerio
como capellán del templo de San José, en Chilapa. Donde el 30 de diciembre de
1929 fundó la Adoración Nocturna. Y en 1926 fundó la Acción Católica y fue
nombrado asistente diocesano de la misma. Igualmente fundó el Círculo Federico
Ozanam, de acción social, que contó con la membresía de 300 jóvenes que
impartían clases de canto y pintura.
En junio de 1926,
durante el movimiento cristero, siete meses después de su ordenación
presbiteral, fue detenido y enviado preso a la Ciudad de México en compañía de
otros siete religiosos. Fue cuando la iglesia pasó a la clandestinidad, las
misas y los servicios religiosos se celebraban a escondidas. En esos rituales fue
sorprendido Chilolo por eso fue confinado e incomunicado junto con sus
acompañantes.
Terminada la
persecución religiosa, Isidoro fue invitado por el obispo Díaz Escudero a que
volviera a Guerrero. Ya en Chilapa el 10 de enero de 1930 se le encargó reorganizar
el colegio del Sagrado Corazón y fue nombrado director, cargo que ocupó hasta
1935. Ese Colegio era el más importante en toda la Diócesis de Chilapa. Tuvo
como alumnos a numerosos jóvenes que más tarde llegarían a ser sacerdotes.
El Padre Chilolo regresó
nuevamente a Monterrey y fue nombrado Capellán de la Iglesia del Sagrado
Corazón de Jesús, pero pronto volvió nuevamente a Chilapa, para reorganizar el
catecismo con siete centros. Fundó las Teresitas, como promesa de comulgar
todos los domingos y los Tarsisios; niños que cantaban el Oficio Divino del
Santísimo. Formó una orquesta y una academia de Comercio, enseñaba
mecanografía, arte raro por aquél entonces. Tenía una escuela de música de
donde salieron cantores que supieron atender muy bien los coros parroquiales.
En Chilapa su trabajo
fue agobiante, multitudes asistían a la Hora Santa y a la Adoración Nocturna;
los jóvenes representaban obras teatrales. Llamado al ministerio parroquial se
vio obligado a dejar sus trabajos en la ciudad episcopal.
El 3 de Mayo de 1936
estuvo una temporada con el padre Florentino Díaz en Acapulco organizó la
Adoración Nocturna, los Tarcisios y la Hora Santa en Nuestra Señora de la
Soledad, la única parroquia que había en el puerto de Acapulco.
Finalmente fue nombrado
párroco de la Asunción de María en Atoyac de Álvarez, el 27 de octubre de 1936,
por el obispo Leopoldo Díaz Escudero. Llegaría a nuestra ciudad el 6 de
noviembre 1936 y el 17 de diciembre en carta al canónigo Abraham Flores, de
Chilapa, informa que la toma de posesión de la parroquia de Atoyac fue muy
violenta, no se certificó la existencia de lo que los libros contenían, pues
los objetos estaban en posesión de personas particulares de las cuales muchas
estaban en la sierra y dilatan en bajar.
Cuando Chilolo llegó, a
nuestra ciudad, no había carreteras y desde Pie de la Cuesta viajó en pango
hasta donde termina la laguna y de ahí en carreta hasta Atoyac.
La actividad apostólica
que había desarrollado antes en Chilapa y Acapulco se repitió en Atoyac. Sobre
todo edificó por dos veces la Iglesia Parroquial y dio vida a la Acción
Católica. Periódicamente recorría los poblados de la Sierra Cafetalera. Sembró
capillas por todas partes y ganó la simpatía de mucha gente, que le llamaban
padre Chilolo. En los momentos de mayor peligro recorría la sierra montado a
caballo, administrando los sacramentos y recogiendo el diezmo, regresaba con
una recua de mulas cargadas de café.
Cuando llegaba a Los
Valles tocaban el cuerno y realizaba bautizos colectivos, un día lo acompañó
Ramón Pino Barrientos, ese día bautizaron a 40 chamacos, Francisco Gómez era el
secretario que hacía las boletas. Cobraron 10 pesos por cada bautismo. De
regresó Bernardo Reyes mandó sus bestias cargadas de café, que dio la gente
para el padre. Dos camionetas llenas del grano se recogieron en San Andrés de
la Cruz.
Dice Simón Hipólito del
párroco Chilolo, “cuando subía a la sierra cafetalera exigía café. A los más
jódidos cafetaleros unos botes, medida regional; a los cafeticultores prósperos
algunos quintales”. Comentan que en sus homilías mucho remarcaba que pagaran
sus deudas. Muchos campesinos estaban endeudados con los compradores de
semillas.
El 1 de marzo de 1937
se iniciaron los trabajos de reconstrucción del templo parroquial. Con los años
Simón Hipólito recordaría que a principios de 1937, la iglesia Santa María de
la Asunción era solamente un barda con una mediagua donde se veneraba a la
virgen patrona de Atoyac. “Dicho párroco puso manos y poblado en acción para
construir un nuevo templo. El primer paso fue desenterrar todos los huesos que
estaban dentro de la barda y mediaguas, ya que en años pretéritos la gente
católica y acaudalada era sepultada dentro del templo y el atrio. Fueron
colocadas dos ollas, una grande para echar los huesos y una chica para las
joyas de oro. Cada tarde acudíamos a dar fajina. Entraron los albañiles y
entraron los muros; enseguida los carpinteros ara la colocación de vigas y
fajillas. Y volvimos a dar fajina, esta vez para pintar con cal de blanco todas
las tejas”.
El padre Isidoro no
vino solo con llegaron también Flaviano Sánchez y Espiridión Hernández quienes
ayudaban en las labores de la parroquia.
Con el apoyo de los
vecinos el padre comenzó la construcción del templo, luego se echó a cuestas la
instalación de un reloj público, que después de una gran colecta, se compró en
la Joyería y Relojería “La Princesa de la Ciudad de México y se instaló. El 22
de marzo de 1948, el obispo de Chilapa Leopoldo Díaz Escudero, bendijo las dos
obras: la Torre y el Reloj.
Al poco tiempo el
domingo 11 de noviembre 1956 el obispo Alfonso Toríz Cobián colocó para primera
piedra para la construcción del templo de Santa María de la Asunción como lo
conocemos ahora. En una botella de vidrio introdujeron un documento que contenía
la constitución de patronato pro-templo, formado por personas significativas de
esta ciudad, presidente José Navarrete Nogueda, secretario José Castro Reynada,
tesorero Onofre Quiñones Zarate y Raúl Estévez Galeana, siendo presbítero
Isidro Ramírez Suárez, quedó situada al lado oriente del altar mayor, nos dejó
escrito nuestro cronista por excelencia Wilfrido Fierro Armenta.
Para la construcción de
la parroquia participó toda la gente, se recuerda que Rosalino Sotelo organizó
el caracol de plata que daba vuelta en atrio y don Silvestre Hernández Pino el
kilómetro de plata que comenzó en la iglesia y terminó hasta la fábrica de
hielo, donde ahora está la tienda Coppel.
El Padre Chilolo tuvo
muchos colabores durante sus 47 años de Párroco en Atoyac, entre ellos: Máximo
Gómez Muñoz, quien llegó el 3 de diciembre de 1979 como vicario coadjutor y
finalmente nombrado párroco el 21 de enero de 1981.
En 1970 comienza su
proceso de jubilación, de modo que el obispo, no queriendo que el padre Chilolo
abandonara a su grey, pensó aligerarle el trabajo, y en 1978 se inicia la
fragmentación del territorio parroquial, creándose la vicaría de El Paraíso,
con los pueblos más encumbrados de la sierra atoyaquense.
Y será el 7 de agosto
de 1980, cuando el padre chilolo presenta su renuncia en una reunión del
presbiterio de la Costa Grande. Monseñor Rafael Bello Ruiz comisionó a padre
Ángel Martínez Galeana, como vicario general, y al presbítero Francisco Padilla
Chavelas como secretario de la congregación, para que lo acompañen este
proceso.
En el año 1975 que
cumplió sus bodas de oro sacerdotales sus feligreses atoyaquenses tiraron la
casa por la ventana. Hubo una gran fiesta.
El 27 de Noviembre de
1975, la Solemne Concelebración Eucarística con motivo de sus Bodas de Oro
presbiterales, tuvo lugar en el templo de San José, en Chilapa, fueron
presididas por el obispo de Chilapa monseñor Fidel Cortés Pérez.
Y el 3 de diciembre de
1975, la solemne concelebración Eucarística con el mismo fin fue en el templo
parroquial de la Asunción de María, en Atoyac de Álvarez, presidida por el
obispo de Acapulco monseñor José Pilar Quezada Valdés.
El querido y polémico
padre Chilolo falleció un 14 de Abril de 1983, a las 5. 25 de la mañana, en
Atoyac de Álvarez, rodeado de una alta estima por sus feligreses. Sus restos
mortales descansan al pie del Sagrario, en el Templo Parroquial de Santa María
de la Asunción.
Chilolo dejó una huerta
en Quinto Patio y otra en El Charco Largo mismas que heredaron sus hijos de
crianza.
Su muerte coincidió con
uno de los episodios más difíciles de la historia eclesial atoyaquense, el
conflicto interno que provocó la salida del padre Máximo Gómez Muñoz de la
iglesia oficial para fundar la parroquia del Dios Único.
Chilolo llegó a ser muy
querido por las familias tradicionales de Atoyac. Uno de sus acólitos más
famosos fue Israel Nogueda Otero quien llegaría a ser gobernador del Estado de
Guerrero.
Muchos recuerdan que
los 12 de diciembre celebraba primeras comuniones colectivas en la misa de 7 de
la mañana y después de la misa, en el Curato, el padre les daba un delicioso y
sencillo desayuno de chocolate con leche caliente con “repetidas”, un pan de
huevo cubierto de azúcar. Fomentó la congregación de niños Tarsicios.
No tenía empacho para
regañar a quienes llegaban tarde a Misa, a las mujeres les decía “viejas
lagañosas”. Cuando la misa todavía era en latín, las señoras se dedicaban a
rezar el Rosario durante la misa. Y los himnos en latín sólo los cantaba él y
Flaviano Sánchez.
Memorables fueron los
paseos a su finca Quinto Patio, las familias llevaban barbacoa y los niños
nadaban en un estanque que él tenía. Tenía un gran poder de convocatoria.
Cuando el obispo iba al pueblo, sólo bastaba que avisara a las fonderas del
mercado para que enviaran comida para el banquete.
Se recuerdan mucho
también las posadas que organizaba en la parroquia donde se rompía piñata y se
organizaban juegos.
Isidoro impulsó a
profesionistas como Bolívar Reyna Vergara de gratos recuerdos, sin embargo le
cerró el camino al sacerdocio a Hilario Reyes. Un grupo de los cívicos de
Atoyac encabezados por Pedro Contreras Javier publicaban “El Tábano” donde
denunciaban las irregularidades que ocurrían dentro de la parroquia.
Chilolo intervino como
mediador ante la guerrilla de Genaro Vázquez para rescatar a Donaciano Luna
Radilla y después intervino cuando Lucio Cabañas secuestró a Cuauhtémoc García
Terán. La parroquia era el lugar favorito de los guerrilleros para dejar los
recados.
😋✍ Texto de Víctor
Cardona Galindo, con datos tomados de la red, de Simón Hipólito y Wilfrido
Fierro Armenta.
#Atoyacmimatria
Eres Grande, Victor 😊
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