“TUXTLA DE MIS AMORES Y DE MIS RECUERDOS”: FELIPE AGUIRRE FRANCO.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.
Nunca será fácil para un Obispo, cambiar de Sede, y en esto no solamente se da un desgarramiento interno, lógico, propio a toda persona, una resistencia natural psicológica al traslado. Sino en el caso de un Obispo, se da una fuerte resistencia, profética, que surge de profundas razones teológicas.
A propósito de esto, el prestigioso Cardenal Bernardino Gantin, quien fue desde 1984 hasta 1998 prefecto de la Congregación para los obispos; y en sus últimos años en Roma, Decano del Sacro Colegio Cardenalicio, declaraba en 1999 –recordando la tradicional doctrina Católica-: «Un obispo, una vez nombrado para una determinada sede, debe por norma permanecer en ella para siempre» (Revista internacional 30Días. 3.Marzo.1999, p. 23, entrevistado por Gianni Cardinale).
«La dignidad del episcopado reside en el munus que comporta y es tal que de por sí prescinde de todas las hipótesis de promoción y traslados, que deberían si no eliminarse, ser raros. El obispo no es un funcionario, un interino, un burócrata de paso, que se prepara para otros cargos más prestigiosos». La diócesis no es una realidad civil, funcional, sino que pertenece a la realidad del misterio de la Iglesia. Es una porción del pueblo de Dios en un territorio definido. El sacerdote, que es nombrado obispo y asume la responsabilidad de este pueblo de Dios, debe ser muy consciente… Con su nombramiento el obispo debe ser un padre y un pastor para el pueblo de Dios. Y el ser padre es para siempre. De modo que, cuando un obispo es nombrado para una determinada sede, en principio debe permanecer allí para siempre. Que quede claro. La relación entre el obispo y su diócesis se presenta también como un matrimonio, y un matrimonio, según el espíritu evangélico, es indisoluble. El nuevo obispo no debe hacer otros proyectos personales. Pueden darse motivos graves, muy graves, por los que la autoridad decide que el obispo vaya, por así decir, de una familia a otra. Al hacer esto la autoridad tiene en cuenta numerosos factores…
En los primeros siglos estaba tajantemente prohibido cualquier traslado de sede episcopal. Con el correr de los tiempos esta prohibición dejó de estar vigente. Progresivamente, cuando el número de las diócesis aumentaba, era comprensible que se recurriera a los traslados… Pero en este último caso los traslados deberían ser hacia sedes más incómodas, difíciles, y no hacia sedes más cómodas y prestigiosas. Los traslados, en ocasiones, anulan el principio fundamental de la estabilidad… Y es también una falta de respeto hacia el pueblo de Dios que recibe al obispo como padre y pastor, y ve que este padre y pastor se va después de pocos años”.
Claramente, no era éste el caso de Monseñor Felipe Aguirre Franco, sino una fecunda fidelidad a Cristo y a su Iglesia, Santa y Católica, como él mismo lo expresa, poéticamente, en el
CANTO A TUXTLA.
Monseñor Felipe Aguirre Franco
Tuxtla de mis amores y mis recuerdos,
Tuxtla que se levanta con la esperanza
por sobre las cumbres del Mactumatzá
Tuxtla la más hermosa, la más bonita, la más bonita
flor del sureste, Ciudad Capital.
Flor del Grijalva que se remansa
junto a las aguas de su caudal,
y el Sumidero de su torrente ríos de fe
firmes y fieles tus altos riscos están de pie.
Eres aureola para San Marcos
que se transforma en Joyonaqué.
Soy un aventurero del Infinito
soy trovador del viento,
con ritmo atento,
pulsando las notas de gozo y dolor.
Soy caminante – apóstol que va sembrando,
Que va sembrando
por los senderos semillas de amor.
25 años son en mis manos
el pentagrama de mi cantar.
Al alma lleva paz en la tierra
de un mes de abril.
Pastor ungido de un sacramento
Zoque y Tzotzil,
brazos abiertos, crucificados
por las ovejas de su redil.
Tuxtla donde son flores mis ilusiones
Tuxtla de mis cantares
y mis pesares
hundiendo en el surco
la acción pastoral.
Tuxtla esposa galana
que se retrata,
que se retrata
sobre el espejo
de su Catedral.
Con el emblema de mi callado
hacia el aprisco del Buen Pastor
pumpo y sandalias van pregonando:
Evangelizar.
Cuando de Chiapas un día
mi vida se ha de alejar
Tuxtla mi Iglesia te llevo dentro
y en ti yo quiero resucitar.
“Adiós ¡oh! Virgen de Guadalupe,
adiós, oh Madre, del Salvador,
desde que niño nombrarte supe
tú eres mi vida, mi solo amor”
Dejemos ahora que hable el poeta:
“Cómo surge el canto a Tuxtla? El canto a Tuxtla lo compuse como fruto de una visión contemplativa y de algunas tonadillas que traía en la mente y en el corazón, como quien contempla a Tuxtla Gutiérrez desde lo alto del Mactumatzá; desde el Convento se ve mucho más hermosa Tuxtla Gutiérrez y de esta manera quise dividirlo en tres partes, que son las tres estrofas de la canción; la primera estrofa: “cómo he visto a Tuxtla? No solo la Ciudad, sino personificada la Diócesis en la Ciudad, cómo la he visto en esos 25 años? Y dice:
Tuxtla de mis amores y mis recuerdos,
Tuxtla que se levanta con la esperanza
por sobre las cumbres del Mactumatzá
Tuxtla la más hermosa, la más bonita, la más bonita
flor del sureste, Ciudad Capital.
Flor del Grijalva que se remansa
junto a las aguas de su caudal,
y el Sumidero de su torrente ríos de fe
firmes y fieles tus altos riscos están de pie.
Eres aureola para San Marcos
que se transforma en Joyonaqué.
Sí, y es que desde las alturas se divisa Tuxtla Gutiérrez como si fuera un remanso del Río Grijalva que se ha metido entre la Ciudad, o como si la Ciudad fuera el remanso del río, como si se soslayara, se explayara el río, pareciera como si fuera una corona de Joyonaqué que son esas flores ensartadas que hacen los zoques en forma de resplandor.
La segunda estrofa es lo que yo he sido en Tuxtla Gutiérrez a través de estos 25 años y dice:
Soy un aventurero del Infinito
soy trovador del viento,
con ritmo atento,
pulsa ndo las notas de gozo y dolor.
Soy caminante – apóstol que va sembrando,
Que va sembrando
por los senderos semillas de amor.
25 años son en mis manos
el pentagrama de mi cantar.
Al alma lleva paz en la tierra
de un mes de abril.
Pastor ungido de un sacramento
Zoque y Tzotzil,
brazos abiertos, crucificados
por las ovejas de su redil.
Y es que 25 años es como un pentagrama donde se escriben las notas musicales y como en el mes de abril fue mi Ordenación Episcopal y muchas celebraciones más han sido en este mes y también es la Fiesta de San Marcos, por eso digo “pastor ungido de un sacramento” ya que en el mes de abril canté mi Primera Misa, y fui ungido Obispo. Y quiero ser “brazos abiertos, crucificados” como el Señor de la Misericordia de mi Pueblo.
La tercera estrofa es lo que Tuxtla ha sido para mí, como una Esposa. En Tuxtla a una esposa fuerte, fecunda se le dice galana, por eso yo quise poner esa expresión que va muy de acuerdo con la expresión de San Pablo cuando habla de la Iglesia: “como una esposa que se engalana para su esposo”. Y dice:
Tuxtla donde son flores mis ilusiones
Tuxtla de mis cantares
y mis pesares
hundiendo en el surco
la acción pastoral.
Tuxtla esposa galana
que se retrata,
que se retrata
sobre el espejo
de su Catedral.
Con el emblema de mi callado
hacia el aprisco del Buen Pastor
pumpo y sandalias van pregonando:
Evangelizar.
Cuando de Chiapas un día
mi vida se ha de alejar
Tuxtla mi Iglesia te llevo dentro
y en ti yo quiero resucitar.
Evangelizar ha sido el emblema de mi Episcopado y por eso lo quise dejar en la última estrofa; es lo que Tuxtla ha sido para mí, durante estos 25 años. El canto a Tuxtla es una visión contemplativa que guardaré siempre conmigo en las alforjas de mis recuerdos.
Cómo surge mi amor a los indígenas? Mi amor a los indígenas surge desde el conocimiento que he tenido en mi niñez de la Virgen de Guadalupe, como dice aquella estrofa:
“Adiós ¡oh! Virgen de Guadalupe,
adiós, oh Madre, del Salvador,
desde que niño nombrarte supe
tú eres mi vida, mi solo amor”
Algo así va, mi amor a la Virgen de Guadalupe con el conocimiento de Juan Diego. Cuando yo era Seminarista me acuerdo que le dije que yo quería ser: “alguien que como Juan Diego llevara rosas del Tepeyac a los demás”, no sabía ni a dónde pero por ahí comprendo mi vocación para trabajar en la Pastoral indígena.
También mis raíces indígenas como mis antepasados Huicholes del norte de Jalisco y mi propia identidad mestiza, por mis apellidos españoles, vasco Aguirre y gallego Franco, sin embargo, mis ancestros también son de los Huicholes.
La Virgen de Guadalupe me ha agarrado la palabra, yo he tratado de expresar mi amor a los indígenas y le he pedido a Dios que me conceda saberles servir con amor, con cercanía, pero servirles no como una conquista, como para ganarlos para mi causa sino reconocer sus valores y desde sus culturas, desde su propia identidad valorarlos, desde su experiencia de Dios acompañarlos y conocer las riquezas de su caminar en su conocimiento de Dios en donde se encuentran las semillas del Verbo y que deben alcanzar su perfeccionamiento en Jesucristo Resucitado…” Hasta aquí el poeta.
Trasladado a Acapulco, Monseñor Aguirre Franco sabrá lo que ésta última sede comporta en su topónimo náhuatl mismo, y que marcan su sino: El lugar de los carrizos destruidos (acatl-poloa-co).
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