José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.

viernes, 18 de enero de 2019

EJERCICIO OBLATIVO DE LOS PASTORES EN LA PROVINCIA ECLESIASTICA DE ACAPULCO


EJERCICIO OBLATIVO DE LOS PASTORES EN LA PROVINCIA ECLESIASTICA DE ACAPULCO
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas

El pasado 23 de diciembre de 2018 en la edición 2199 de la revista Proceso, Rodrigo Vera publicó un amplio reportaje titulado: “Si puedo matar a un sacerdote, puedo matar a cualquiera”; 26 clericidios en el sexenio de Peña. Recogiendo el hecho de que: “En el sexenio que terminó, el crimen organizado alcanzó un trágico récord de 26 sacerdotes católicos asesinados, sobre los 17 ultimados durante el mandato antecedente. Con este “clericidio”, como lo llama el religioso Omar Sotelo, las bandas delictivas buscan provocar “desestabilización social” en las comunidades, demostrar que nadie está a salvo y acallar a un sector que, como los periodistas, “genera opinión pública”. “Considerado como el período más trágico para el sacerdocio en México y únicamente superado por el periodo de la Guerra Cristera, un saldo de 26 sacerdotes asesinados mediante ataques directos y por el solo hecho de ser ministros de culto, crímenes que hasta la fecha no han sido aclarados, por lo que siguen en completa impunidad”.
Germaín Muñiz e Iván Añorve
Presenta el artículo una entrevista al religioso Omar Sotelo Aguilar, director del Centro Católico Multimedial (CCM), que acaba de presentar un informe sobre los sacerdotes ultimados. Estadísticas en mano, Sotelo indica que durante el sexenio de Ernesto Zedillo fueron ultimados tres sacerdotes, en el de Vicente Fox fueron cuatro, pero ya con Calderón los crímenes se dispararon a 17 y con Peña a 26. Mientras que, en América Latina fueron asesinados 14 sacerdotes en 2017 y la mitad de estos crímenes, siete, ocurrieron en México, que –asegura– “sigue siendo el país más peligroso para ejercer el sacerdocio, a pesar de que su población es mayoritariamente católica”. Explica el origen de tanto crimen: “El incremento de los asesinatos coincide justamente con el inicio de la guerra contra el narcotráfico. –¿Y por qué razón se ataca a los clérigos? –Porque el sacerdote es una especie de estabilizador social. 
John Ssenyondo
El crimen organizado sabe bien que al matar a un sacerdote provoca desestabilización social en la comunidad, sembrando así el miedo para poder actuar a su antojo”. “Hay una razón detrás de estos crímenes. Y aquí el mensaje que se manda es muy claro: ‘Si puedo matar a un cura puedo matar a quien sea’.” Sobre todo, los sacerdotes no son víctimas colaterales de la guerra contra el narcotráfico; “Los están matando por ser sacerdotes. Van contra ellos directamente. Estamos ante un clericidio, no se le puede llamar de otra forma. Pero además estos crímenes se ejecutan con una saña tremenda: primero secuestran a los sacerdotes, luego los someten a fuertes torturas y finalmente los matan”. “Tras la muerte viene la difamación, cuyo objetivo es criminalizar al sacerdote, acusándolo de pederasta, de disoluto o de estar coludido con el narco. Para las autoridades que investigan los casos esto representa una salida muy fácil y terminan diciendo: ‘Lo mataron porque se lo buscó’. Así le dan carpetazo al asunto y los crímenes quedan en la impunidad.”

Llama la atención que de los 26 casos de sacerdotes asesinados, seis son de la Provincia Eclesiástica de Acapulco, 1 de cada cinco, o también el 20%: Joel Román Salazar (10.dic.2013), José Ascención Acuña Osorio (21.sept.2014) y Gregorio López Gorostieta (22-25.dic.2014), los tres de la Diócesis de Ciudad Altamirano; Germaín Muñiz e Iván Añorve, acribillados (feb.2018) en la carretera Iguala-Taxco. El primero de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, el segundo de la Arquidiócesis de Acapulco. También de Chilpancingo-Chilapa, el misionero comboniano John Ssenyondo (abril.2014).
Gregorio López Gorostieta
Omar Sotelo es un religioso paulino que, a través del CCM, cada diciembre presenta informes anuales sobre los asesinatos y agresiones contra el clero mexicano. El año pasado publicó el libro “Tragedia y crisol del sacerdocio en México”, una investigación más sistematizada basada en estos informes. Y ahora acaba de presentar “Evaluación del sexenio 2012-2018”, un amplio reporte sobre estas agresiones ocurridas durante la administración recién terminada, en el que detalla fechas, lugares y circunstancias de cada caso. Y menciona las cinco entidades donde se dio el mayor número de asesinatos y agresiones contra sacerdotes y agentes de evangelización: Guerrero, Michoacán, Veracruz, Chihuahua y la Ciudad de México. Aclara el reporte sexenal: “Los crímenes contra sacerdotes no son propiamente de persecución religiosa por odio a la fe; en la mayor parte de los casos hay rasgos de una nueva forma de hostigar violentamente la acción pastoral de sus agentes evangelizadores, dando lugar al crecimiento del temor, de la impunidad y la violencia en diversas entidades del país”.

Hoy sabemos de varios obispos amenazados de muerte, entre ellos Salvador Rangel Mendoza, Obispo de Chilpancingo-Chilapa; y las presiones recibidas, que llevaron a solicitar su traslado, del Obispo de Ciudad Altamirano Monseñor Maximino Martínez Miranda, entre otros”. La realidad oblativa en el ejercicio del ministerio sacerdotal en nuestra Provincia, habla del grado de inserción de los pastores en la realidad del pueblo santo de Dios.

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