JUAN PP. XXIII. PARA PERPETUA MEMORIA
Se atestigua que por una singular fuerza
sobrenatural la Imagen de la Bienaventurada Virgen de la Soledad se conserva
piadosamente en la ciudad episcopal de la Diócesis de Acapulco, recientemente
erigida, y que atrae amorosamente los corazones de los fieles cristianos.
En verdad, hace 150 años, con beneplácito de todo el
pueblo, las autoridades religiosas, civiles y militares, ante aquella Venerable
Imagen consagraron la ciudad de Acapulco a esta misma Madre Dolorosa.
Desde entonces este culto mariano ha venido
aumentando felizmente y el día de la festividad de esa advocación de la Madre
de Dios suele celebrase con especial solemnidad.
Y la Augusta Madre de Dios, invocada con devotos
ruegos, como propicia protectora y medianera ha derramado y sigue derramando un
cúmulo de gracias sobre los habitantes de Acapulco.
Manifestando los ardientes deseos del clero y del
pueblo, puestos bajo su cuidado, del Venerable Hermano José Pilar Quezada Valdés
Obispo de Acapulco, nos pidió que concediésemos la gracia de que dicha Imagen
sea coronada con áurea diadema en nombre y autoridad nuestra.
Presentadas estas súplicas por el Venerable Hermano
Angelo Dell Acqua, Arzobispo titular de Calcedonia y Sustituto en los negocios
públicos de la Iglesia, decidimos conceder dicha gracia con mucho gusto.
Así pues, por fuerza de estas letras y en virtud de
nuestra autoridad Apostólica, encomendamos al mismo Ordinario de Acapulco que
el día que él elija, después de la Misa Solemne y conforme al rito y a las
fórmulas prescritas, en nuestro nombre y con nuestra autoridad, imponga ÁUREA
CORONA a la IMAGEN DE LA VIRGEN DE LA SOLEDAD tan venerada en la ciudad de
Acapulco.
Nos no dudamos en nada, que estas solemnidades
sagradas, redundaran en bien de la Religión y en provecho espiritual del
pueblo.
Igualmente confiamos que los fieles cristianos de la
ciudad y también de toda la Diócesis de Acapulco, se esforzaran cada día más y
más en amar y venerar a la Madre de Dios.
No obstante cualquier cosa en contrario.
Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del
Pescador, el día 6 del mes de Diciembre de 1962, quinto de Nuestro Pontificado.
JUAN PP. XXIII. H. J. Cardenal Cicognani Encargado
de los negocios públicos de la Iglesia.
Notas: El documento
original tiene un sello rojo que dice: JUAN PP. XXIII, llevando al centro la
imagen de San Pedro que lanza 1as redes al mar.
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