José Pilar Quezada Valdès -sentado a la izquierda- y Agustín Caloca Cortés -Sentado a la derecha- alumnos en el Seminario de Guadalajaraa
... "en la Iglesia conviven asnos, mulos y machos cabríos, algunos tan salvajes que se sienten deseos de matarlos, pero no es posible porque 'el Amo quiere recibirlos todos en buen estado'."
El Cura de Torcy a su colega de Ambricourt, en: "Diario de un Cura Rural", de Bernanos.

jueves, 19 de febrero de 2009

50 AÑOS DE LA DIOCESIS DE ACAPULCO

50 AÑOS DE LA DIOCESIS DE ACAPULCO.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.

En este Año 2009, tiene lugar los cincuenta años de la Diócesis de Acapulco, como acontecimiento celebrativo que debe tenerse en cuenta, si profesamos una fe que mira a la historia como espacio donde Dios se revela, actuando a favor de su pueblo santo que es la Iglesia.
Pero la historia de la evangelización en Acapulco no comienza con la Diócesis. Sino que ella es el culmen de un proceso que inició ya hace más de quinientos años.
Es el caso de los 450 Años que cumplió la comunidad parroquial de Acapulco en 2005, tomando como base un dato que nos aporta el investigador y perito en historia por la Universidad de Cambridge PETER GERHARD en su obra editada por primera vez en 1972; traducida y editada posteriormente por primera vez al español en 1986 por la Universidad Nacional Autónoma de México llamada: Geografía Histórica de la Nueva España, 1519-1821; quien nos aporta el dato –sin indicar en qué se basa- de que: “Santos Reyes de Acapulco se convirtió en Parroquia secular del Arzobispado de México hacia 1555, con jurisdicción eclesiástica sobre el puerto, Coyuca, Acamalutla y Citlaltomagua. Otro sacerdote nombrado por el Obispo de Tlaxcala, vivía en Xocutla para 1553 y visitaba los pueblos vecinos. El Río Papagayo era frontera parroquial y diocesana. Para 1611 el curato de Xocutla había trasladado su sede a Santiago Ayutla, en la vecina jurisdicción de Igualapa (q. v.), dejando un vicario en San Pedro Cacahuatepec. San Miguel Coyuca se había trasformado para 1720 en una parroquia secular separada, igual que Cacahuatepec algunos años después. Había un monasterio franciscano perteneciente a la provincia de Michoacán, sin funciones parroquiales” (p. 40).
Este dato, en el contexto del trabajo de Peter Gerhard, bastante serio, se constituye en el mejor trabajo en su tipo hasta el momento. Un servidor ha tenido la oportunidad de confrontar la bibliografía que él consultó y que posteriormente obsequió a la Biblioteca del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, en Ciudad Universitaria, D. F.
Ciertamente, los primeros nombramientos de Párroco, como el ejemplo del que se da con fecha 1 de Octubre de 1566, cuando el Arzobispo de México Fray Alonso de Montúfar, nombra “al Reverendo Bachiller Alonso Hernández de Sigura, Cura y Vicario de los pueblos de Anacuilco, Citaltomagua, Acapulco, Tezcacicitlaia, Acamalutla, Coyuca, Acapulzalzopostle y sus subjetos... y como Vicario al Padre Francisco Sánchez Moreno. El nombramiento, firmado y sellado por Fray Alonso de Montúfar, Arzobispo de México, y su secretario Diego Maldonado; aparece transcrito en la obra: Descripción del Arzobispado de México hecha en 1570 y otros documentos, impreso en México por José Joaquín Terrazas e Hijas en 1897. Este documento habla de una jurisdicción parroquial amplia, dado que se trata en aquél entonces de aldeas con poca población, sin especificarse la Sede Parroquial.
Esperamos compartir con todos ustedes materiales para una historia de la Iglesia en nuestra micro región, que nos permitan retomar un papel más conciente. La Iglesia en Acapulco no llegó ayer por la tarde, sino que hunde sus raíces en cuatrocientos cincuenta años de presencia, que han dado frutos insignes de santidad, como es el caso de uno de sus preclaros hijos, el Beato Mártir acapulqueño Fray Bartolomé Días-Laurel.
Como antecedentes debo decir, que los trabajos históricos clásicos que conocemos, muchos de ellos manejan datos muy generales, carecen de una fundamentación seria, como es el trabajo de archivos, que no estuvieron a su alcance, la mayoría de los autores que conocemos solo hacen descansar sus afirmaciones en su propia fama, en la repetición de datos anteriores sin confrontarlos críticamente, de cualquier manera nos servirán como materia prima, para no cometer el mismo error. A demás, la gran mayoría de ellos son fruto de una cultura anticatólica, a-religiosa, y es de esperarse que en las clásicas historias de Acapulco y su región no aparezca la Iglesia Católica, como si esto fuera posible, siendo que la Iglesia determinó por siglos el desarrollo de las costumbres y de las instituciones de los pueblos costeños, con esta actitud, los autores clásicos que conocemos empobrecen sus trabajos resultando poco científicos e inexactos. Para terminar, invito a todos los que quieran enriquecer este esfuerzo de investigación histórica sobre la Iglesia en Acapulco, se comuniquen con un servidor para coordinar trabajos multidiciplinares que puedan aportarnos una visión más amplia de nuestra realidad social y eclesial.

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