Homilía de la Celebración Eucarística del 150 Aniversario del Seminario de la Inmaculada de Chilpancingo-Chilapa, Gro.
Enero 15 de 2018
El primer Obispo de Chilapa Mons. Ambrosio María Serrano y Rodríguez, ordenó al Sr. Cura de Tixtla Don Vicente Hernández: "Edúquese principalmente a los pobres e idiomas de cualquier lugar de la Diócesis", se hablaban 5 idiomas. El Seminario de Chilapa nace principalmente por la inquietud del Obispo Ambrosio Serrano de poder atender a las personas en sus idiomas y comprender a los feligreses en su propia situación de pobreza y marginación. Así nace nuestro Seminario Diocesan9 de la Inmaculada el 15 de Enero de 1968.
La Erección Canónica de la Diócesis de Chilapa fue decretada por su Santidad Pío VII en 1816 con la Carta Apostólica "UNIVERESI DOMINICI GREGIS". La Guerra de la Independencia impidió la ejecución. El primero de Marzo de 1860 ordena su erección el Papa Pío IX. El 26 de Enero de 1862 se ejecutó el Decreto con la Bula "Grave Nimis", nombrando como primer Obispo en 1862 a Mons. Ambrosio María Serrano. Impedido de entrar en su territorio diocesano por la lucha entre liberales y conservadores tuvo que dirigir la Diócesis desde el destierro en San Martín Huaquechula, Puebla. Así con su Obispo desterrado nació nuestro Seminario Diocesano de la Inmaculada.
Hoy 15 de Enero de 2018 tenemos la gracia, gloria sea dada a Dios, de celebrar los 150 años de la Fundación de nuestro Seminario Diocesano de la Inmaculada. Gran honor para nosotros pero a la vez gran compromiso y responsabilidad para la Iglesia particular de Chilpancingo-Chilpa.
Sean dadas las gracias a la Santa Trinidad y dados también, nuestros sentimientos de amor y devoción a la Virgen Santa Inmaculada que nos han permitido durante estos 150 años formar a nuestros Sacerdotes. Gracias a todos nuestros padres y Obispos que nos han precedido, por sus fatigas y esfuerzos en favor de nuestro Seminario, gracias a todos los Formadores que durante este tiempo han entregado su vida en la noble tarea de formar a Cristo Buen Pastor en el cuerpo y en el corazón de nuestros Seminaristas.
Gracias a los Padres Eudistas que por tanto tiempo fueron los formadores y maestros de nuestro Seminario. Gracias al pueblo de Dios, a los amigos del Seminario que con tanta bondad nos han sostenido con su oración, buen ejemplo, animación y su apoyo económico.
Hoy también, Dios nos hace una gran regalo, al cumplirse estos 150 años de nuestro Seminario, el regalo y ofrenda son estos 8 Diáconos que dentro de pocos minutos se convertirán en Sacerdotes de Cristo, es la ofrenda mejor de gratitud que podemos ofrecer al Dador de todo bien. Estos nuevos Presbíteros que sin duda traen oxígeno nuevo a nuestra Iglesia Particular de Chilpancingo-Chilapa. Son la continuación de los 13 Obispos que nos han precedido y la continuación de tantos buenos sacerdotes y Santos que con su vida evangélica y ministerial han sostenido el caminar de nuestra Diócesis. Por eso he pedido que se trajeran las reliquias de nuestros campeones en la fe, que con su testimonio martirial nos acompañan y alientan, son el gran testimonio y ejemplo para todos nosotros de un corazón sacerdotal generoso y la entrega apasionada por la causa de Dios y del Evangelio, San David Uribe y San Margarito Flores.
Cuando nació la Diócesis no eran tiempos fáciles, existían grandes retos evangelizadores, si fue en tiempos del Papa Pío VII, tiempos de la Independencia no se pudo Ejecutar, el mismo Papa fue desterrado a Francia por Napoleón, si fueron los años de 1860, se dio la lucha de Conservadores y Liberales le impedían al primer Obispo entrar a su Territorio.
Y este hoy, que estamos viviendo, no está exento de tantas dificultades y problemas en todo el suelo patrio, en nuestro estado de Guerrero, y en particular en nuestro territorio diocesano. Existen muchos miedos, se han derramado lágrimas, existe el mal sentimiento del rencor y la venganza. La inseguridad y la muerte rondan por nuestras calles y caminos. Huele a muerte.
Pero tenemos la promesa del Señor Jesús: “Y sepan que yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo" (Mt 28,20). No caminamos solos, esta es la obra de Dios, la obra del Espíritu Santo. Debemos fortalecer la esperanza y no darle muerte, debemos fortalecer la fe y la confianza en el Señor de la historia. Nos acompaña María, la madre de los Sacerdotes.
"Mi paz les dejo mis paz les doy, no la doy como la da el mundo. No se turbe su corazón ni se acobarde" (Jn 14,27). No se turbe su corazón ni se acobarden, es el llamado de Jesús, ser Sacerdotes de fe y de esperanza. Con el señor a nuestro lado no nos debemos acobardar.
"Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian la buena nueva" (Is 52,7). Ustedes jóvenes Diáconos son nuestra mejor carta, ya que son jóvenes, tienen los ideales sacerdotales a flor de piel, los problemas la vida y las dificultadas todavía no ha marchitado la candidez de su vocación, ustedes respiran frescura, esperanza, libertad, sinceridad y verdad. Gasten su vida en la causa de la paz en el anuncio de Buena Nueva.
Jesús es la encarnación de la paz, mi paz les dejo, mi paz les doy. Ustedes son el Cristo vivo aquí y ahora entre nosotros, encamen los ideales de la paz con misericordia.
Queremos una Iglesia comprometida con la paz, constructora de la paz, defensora de la paz, instrumento de paz. Como un fruto del Espíritu "tengan amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre, templanza, contra tales cosas no hay ley'' Gal 5, 22-23.
San Agustín de Hipona rezaba a Dios: "Pero toda mi esperanza estriba en tu muy grande misericordia. Dame lo que me pides y pídeme lo que q leras¡ (San Agustín, Confesiones 10,26,37. El Padre misericordioso les dará todo aquello que El mismo les vaya pidiendo.
Finalmente una palabra de agradecimiento a los padres y familiares de estos Diáconos y dentro de unos instantes Sacerdotes, por su generosidad y apoyo cercano en la labor de su educación. Por su cariño a sus hijos y a la Iglesia. Un día los engendraron para la vida, hoy lo engendran para el Sacerdocio, que el Buen Dios los siga bendiciendo a todos y a cada uno de ustedes.
Así sea.
Fr. Salvador Rangel Mendoza, ofm.
Obispo de Chilpancingo-Chilapa.
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