LA MIRA ¡MÍRALA! LA EPOPEYA CARISMÁTICA DE LAS CUEVAS DEL PADRE HERMANN
QUINTA ETAPA.
CAPITULO
SEGUNDO: EL ESPÍRITU SANTO MUEVE E INSPIRA A LAS PERSONAS.
Si
renuncias a tu YO, el servicio brotará automáticamente. Tony de Mello No. 3 El
Amor p. 19.
Una
embajadora del Espíritu Santo de Québec.
Si
todo el año de 1974 fue de una importancia capital para la Renovación
Carismática, podemos decir que desde el principio del mismo año ocurrió un
hecho trascendental que la sacó de la clandestinidad y le imprimió un impulso y
una orientación que marcaron definitivamente su destino.
Este
hecho capital nos hace ver cómo el Espíritu mismos de Dios interviene
directamente y de una manera inesperada en nuestros asuntos humanos e impone su
voluntad. He aquí la historia maravillosa de una canadiense carismática, Teresa
Como.
Muchísimos
turistas canadienses vienen a Acapu1co de Noviembre abril para disfrutar del sol y el agua cálida del mar.
Teresa Como que pasó aquí tres semanas, no llamó la atención Y fue considerada,
a lós ojos del mundo, como una de tantas vacacionistas. Sin embargo, tenía una
misión más importante que la de los diplomáticos políticos: Teresa fue
embajadora del Espíritu en favor de la Renovación en Acapulco.
A
mediados de Enero de 1974, Teresa se preparaba a ir de vacaciones a Puerto Rico
con dos parejas amigas, ya tenían los 5 boletos en la mano. Dos días antes de
la salida, Teresa recibió durante su oración una visión y una profecía. La
visión le mostraba un templo con cúpulas, tipo ortodoxo y la voz decía: "Cambia
tu boleto. A Acapulco debes ir”. No conocía Acapulco ni tampoco sus compañeros.
Pero ellos le tenían una gran confianza por ser ella una carismática seria y
respetada y no vacilaron en cambiar sus boletos para Acapulco. Para ayudar a
discernir la visión y confirmarla después, dibujó el templo que le había sido revelado
y lo dejó a su esposo.
El
grupito se alojó en un motel de Caleta. La primera noche Teresa quiso mandar
una tarjeta a su esposo y al buscar una típica de Acapulco, descubrió la de la
Catedral, idéntica a la de la visión y de su dibujo. Gritó de alegría y sus
compañeros igualmente. Pasaron los días y no pasaba nada relacionado con la
profecía. Teresa un poco perpleja decía: "El Señor no nos ha traído aquí
sólo para ver la Catedral de Acapulco... Es Imposible".
Felizmente
tres días antes del retorno a Canadá, el padre Hermann fue a celebrar una misa
en el Hotel Alba y del motel vecino vinieron unas personas, entre ellas Teresa.
Se acercó al padre y le preguntó si era carismático. La respuesta afirmativa la
lleno de alegría y le contó todo. Padre Hermann le hizo ver lo importante Y más
aún lo trascendental del hecho: "Fíjate nomás: La Catedral es el templo
del Obispo. La visión está vinculada con el templo material y también con el Obispo.
El Señor, por esta visión inusitada dada a una extranjera Carismática, quiere
vincular la Renovación con la Catedral y con el Obispo. Ahora bien, el nuevo
Obispo todavía no consagrado, aceptó la imposición de las manos en la Renovación.
Eso lo predispone a abrir su corazón a este mensaje de Canadá. El habla
francés". Los llevé a entrevistarse él a Vista Alegre.
Monseñor
Rafael Bello no sólo escuchó con interés el mensaje de Teresa sino que la hizo
contar cómo se portaba la Renovación en Québec. Después nos llevó delante del
Sagrario y todos tomados de la mano oramos. Teresa recibió un mensaje en
lenguas para Monseñor Bello que ella mismo interpretó así: "Amigo y
hermano mío, tienes la llave de mi Reino en tus manos, en tu alma. Persevera en
la humildad; Yo soy quien te hace sentir tu debilidad. Tus oraciones se van
directamente al Corazón. Interiormente impulsada, la muchacha añadió: "El Señor
le da s usted el don de sanación y la seguridad que Él está siempre a su lado”
Teresa
luego dio al padre Hermann una profecía que muy bien puede cada quien aplicársela.
Por eso la transcribimos: "Hijo mío muy amado, te amo, te amo, mi mano
está sobre ti; en las pruebas llámame que te ampararé. Te conozco por tu nombre
y eres precioso a mis ojos. Entre miles
y miles te he escogido para realizar yo por medio de ti, maravillas a mi pueblo.
No temas: abriré siempre las puertas delante de ti. Ve en mi paz: Mi Espíritu
te indicará el camino que has de seguir. Confía en Mí, te tomo de la mano y, si
tropiezas, te tomaré sobre mi hombro. Se a MI escucha; sé fiel y alerta porque
por ti voy a llamar a muchas almas. Te amo entrañablemente y te cuido a cada
instante de tu vida.
El
7 de octubre de 1973 el P. Rafael Bello había aceptado la Renovación y por eso
se proclama el primer carismático de Acapulco. Esta vez como Obispo auxiliar,
le abrió las puertas de la diócesis y el Señor quiso que la Renovación tenga en
él un abogado y protector. Con razón, pues, damos importancia a la visita a
Acapulco de la muchacha de Québec. Hubiéramos tal vez sospechado de una joven
de Acapulco. Pero ¿quién dudaría de Teresa y de su misión misteriosa y
trascendental?
El secreto del Obispo.
El 7 de octubre, cuando el padre Jaime y yo impusimos las
manos al padre Rafael Bello, él guardaba un secreto en su corazón y no quiso
revelarlo en ese momento.
Dos
meses más tarde, llegó a mi casa de repente el P. Bello y de dijo: “Vengo a
orar contigo”. En la capilla me dijo: “Toma la Biblia y ábrela con fe. Necesito
que el Espíritu Santo me hable claramente”.
El
Señor le dio los primeros versículos de la Carta a los Romanos: “lo, siervo de
Cristo Jesús y apóstol llamado de Dios, escogido para proclamar el Evangelio de
Dios”.
Luego
me dijo el padre Bello: "Te aviso que dentro de poco va a salir al público
una gran noticia que no te puedo revelar todavía". Al ver su emoción y relacionándola
con el recogimiento que tuvo al escuchar el texto de los Romanos, exclamé:
"¡Te han nombrado Obispo!" Se concretó a sonreír. De tal manera que
sin ¿pecar de indiscreción? Me hizo descubrir un acontecimiento supra
importante de su vida. Como despedida dijo: "Me voy fortalecido. Te
agradezco".
Un día en 1988, Monseñor Bello revelará públicamente en qué
sentido se sentiría fortalecido por su visita. Escogido para ser Obispo
auxiliar de Acapulco, se decidía a aceptar este terrible cargo. Confortado por la
oración de un amigo e iluminado por la Palabra de Dios, recibió la gracia de
decir SI al Santo Padre.
En
aquellos tiempos, pues, muchos acontecimientos venían fortaleciendo la amistad entre
el Sr. Obispo y la familia del Centro de La Mira.
Del
padre Valeriano, O. M. I., Monseñor Bello decía: "Es un Santo".
Monseñor aprovecha sus numerosas visitas a Acapulco para reunirse a orar con nosotros
y pedirle consejos a él.
Unos
150 Franco-Canadienses se reunieron en el hotel los Siete Mares, en Caleta, para
una misa de acción de gracias, en francés, por la nominación al episcopado del
padre Bello.
En
su homilía, me hizo ruborizar al declarar a mis paisanos: "Yo Soy el
discípulo del padre Hermann".
Por
fin Monseñor no ocultaba que había recibido dones del Espíritu Santo por medio
de La Mira: primero, el don de amar a los pobres, recibido el 7 de Octubre de
1973 cuando con el P. Jaime le impusimos las manos. De hecho, Monseñor subía
caminando, de Vista Alegre hasta Palma Sola, para evangelizar a esas familias
marginadas. Segundo, el don de sanación interior cuando la Canadiense Teresa le
entregó el mensaje del Señor.
Su
escudo y su lema, el Sr. Obispo los encuentra en La Mira.
Monseñor
Rafael Bello se preparaba a su consagración episcopal fijada el 25 de Marzo.
Vino a comer y me platicó de su escudo y de su lema. "Quiero algo que se
refiera a la evangelización y a los pobres".
Le presenté el blasón
de los Misioneros Oblatos, con su doble lema: “Me ha enviado a evangelizar a
los pobres y los pobres son evangelizados”. Sorprendido y feliz de tener una
rápida solución a su expectativa, dijo: "Mi lema será: Evangelizar a los
pobres”
Me
atreví a aconsejarle poner la Paloma en una parte libre de su escudo. Dijo:
"Conviene en verdad puesto que soy el primer carismático de Acapulco".
Como regalo de su consagración episcopal el Centro de La Mira le ofreció la
Mitra ornada con una paloma.
Monseñor
me encargó de invitar al padre Jaime, de Bolivia, al gran evento del 25 de
Marzo. El padre Jaime contestó: "No voy a poder viajar a Acapulco, pero te
mando un mensaje que recibí para en la oración: Ap. 11, 3-13. Tardé una semana
antes de decidirme a escribir, orando
reflexionando porque me preocupa demasiado el mensaje. Después de todo se
hizo claro. Comprendí que Monseñor es un profeta y como todos los profetas
auténticos tendrá que sufrir la oposición, el odio y el rencor".
¡Juanita! Eso no es el camino.
Juanita
Camacho nació y tiene a su familia en la parroquia del Santo Dominguillo, en
Acapulco. Tiene unos años trabajando en México en el Secretariado de Acción
Social de Monseñor Carlos Talavera. El Altillo y el Secretariado son los dos
centros principales de la Renovación en México. Juanita conoció su Pentecostés
y, pensando en Acapulco, desea vivamente que los torrentes de Agua Viva inunden
también su ciudad porteña-
Naturalmente
comunica su anhelo al párroco de San Dominguillo. Padre Carmona, integrista,
¿cómo iba abrirse a una corriente que favorece el desorden en la liturgia?
Juanita
se da cuenta que tocó a la mala puerta. Visita luego al párroco de Costa Azul
que la interroga sobre las características de la Renovación. No quiso saber
nada de oración espontánea, ni de movimientos del cuerpo, ni guitarras en Misa.
Monseñor
Bello manda a Juanita a Las Cuevas.
Sin
desanimarse, Juanita se acerca a Monseñor Bello recién consagrado Obispo. Muy
acogedor y sonriente, Monseñor explica que ya se inició la Renovación. “Vete a
ver al padre Hermann en La Mira, le dice, él te reserva sorpresas”.
La
sorpresa fue de ver reunidos a muchos jóvenes tocando guitarras y ensayando
cantos religiosos para las misas. O ya está preparado para aprender los cantos
carismáticos. Todas las tardes, durante sus vacaciones, Juanita sube a La Mira
a enseñar a los jóvenes los cantos y a platicar conmigo la Vida Nueva en el
Espíritu Santo. Por primera vez oigo nombrar a Monseñor Carlos Talavera, el
iniciador de la Renovación en la República. Así que cuando supe más tarde que
el predicador del Retiro sacerdotal de julio 74 iba a ser Monseñor Talavera me
prometí no perder la oportunidad de conversar con él.
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