martes, 23 de octubre de 2012

NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD: CORONADA EN ACAPULCO COMO "PRIMERA REALIZACION DE ESA ESPERANZA DE LA IGLESIA QUE HA SIDO EL CONCILIO VATICANO II"




NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD: CORONADA EN ACAPULCO COMO “PRIMERA REALIZACION DE ESA ESPERANZA DE LA IGLESIA QUE HA SIDO EL CONCILIO VATICANO II”.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas

Ya en anterior capítulo, vimos cómo la Iglesia de Acapulco estuvo presente en la Apertura y en toda la Primera Sesión del Concilio Vaticano II, que cumple 50 Años de haberse realizado, en la persona de su Primer Obispo, el Siervo de Dios Monseñor José Pilar Quezada Valdés. Pues, como dicen los Padres de la Iglesia: “donde está el Obispo, allí está la Iglesia”.
El 8 de diciembre de 1962se concluye oficialmente la primera sesión con un discurso del Beato Papa Juan XXII. Y nuestro Primer Obispo de Acapulco, habiendo participado en esa emotiva ceremonia, se prepara para regresar a su amada Diócesis.
Una Circular más enviará Monseñor Quezada desde Roma, la Número 83, del 9 de Diciembre de 1962, con su grande satisfacción por el feliz término de la Primera Parte del Concilio Vaticano II.
En la misma Circular, anunciaba que le había sido concedido “Coronar a la Virgen de la Soledad, Patrona de la Diócesis, en el sesquicentenario de su Patronato, tocándonos pedirle, ser de los primeros realizadores de esa esperanza de la Iglesia que ha sido el Concilio Vaticano II”. Añadía: “Servir a Dios en nuestro prójimo, caridad y justicia para nuestros hermanos, amor y paz en las familias y en los pueblos a lo largo de nuestra Diócesis, será la preparación más indicada, y señalará la hora de poner en la frente de la Madre de Dios, una corona que signifique que el Reino de Dios está entre nosotros”.
Sesquicentenario, significa una fiesta o una conmemoración con la que se celebra el 150 aniversario de un acontecimiento, en el caso de Nuestra Señora de la Soledad, se refería la Proclamación del Patronato sobre la ciudad y el Puerto de Acapulco.
Monseñor Quezada tenía una alta conciencia histórica, aunque, claro está, no tuvo a su alcance la posibilidad de la investigación archivística que le diera certeza absoluta, pero le bastó la certeza moral-histórica, y aprovechó su estancia en Roma para solicitar en la Santa Sede la Coronación Pontificia de la Imagen acapulqueña. En el Archivo de las Causas de los Santos, actualmente en la Ciudad de Vaticano, se encuentra una sección de la antigua Congregación de los Ritos, con el registro de la solicitud y la concesión a favor del Obispo de Acapulco para coronar a la Imagen dolorosa. Esta ceremonia no se realizó sino hasta 1967, dos años después de terminado el Concilio Vaticano II.
Para el significado profundo que esta coronación tiene para la Iglesia de Acapulco, recomendamos leer en nuestro blog http://ephemeridesacapulcanae.blogspot.mx/search/label/Coronaci%C3%B3n%20Pontificia.
Cuando Monseñor Quezada coloca este acontecimiento, estaba proyectando a Acapulco todo lo que ya había sido ampliamente ventilado en la Primera Sesión del Concilio (Octubre-Diciembre de 1962). Pues el 23 de noviembre se entregó a los padres conciliares dos esquemas para su estudio antes de la discusión en aula: uno de ellos era el De Ecclesia (que luego se llamaría la constitución dogmática Lumen Gentium), y un apéndice con un esquema sobre la Virgen María (De beata Maria Virgine). Esquema que comenzó a analizarse el 1 de Diciembre, y que no alcanzó un consenso para ser publicado, ya que hubo muchas intervenciones de los Padres Conciliares en el Aula, quedando pendiente para posteriores sesiones, pero que nuestro Obispo de Acapulco, con grande entusiasmo, concretará al promover la coronación de la Virgen de la Soledad en su sesquicentenario.
A partir de esa importante conmemoración realizada el 8 de Diciembre de 1967, la Imagen de Nuestra Señora de la Soledad saldrá de su santuario año con año para recorrer la espléndida Bahía de Santa Lucía de Acapulco, en los yates comerciales de gran calado que atracaban en el muelle de La Candelaria. Este recorrido marítimo dejó de hacerse, hasta que un accidente tuvo lugar, cuando el muelle que era de madera, cedió ante la multitud de fieles que acompañaban a la Sagrada Imagen. Gracias a Dios, sin pérdidas que lamentar.

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