lunes, 1 de febrero de 2010

XIV. ENTREVISTA CON MONSEÑOR FELIPE AGUIRRE FRANCO, ARZOBISPO DE ACAPULCO.

ENTREVISTA A MONSEÑOR FELIPE AGUIRRE FRANCO, ARZOBISPO DE ACAPULCO, REALIZADA POR LA HERMANA ADRIANA MAZA COUTIÑO, DE LAS DISCIPULAS DE JESUS BUEN PASTOR.

Capítulo XIV: PADRE EN LA FAMILIA DEL BUEN PASTOR

Cómo germina en mi corazón y en mi entendimiento la inspiración divina de una Fundación? No fueron ni la carne ni la sangre las que pusieron este proyecto en mi mente y en mi corazón; creo que así como son los caminos de Dios por los diferentes vericuetos por los cuales se manifiesta, me di cuenta que había un grupo de aspirantes que trataban de vivir en comunidad, un poco impulsadas por el Párroco de Ntra. Sra. del Carmen, el P. Enrique Alfaro; comencé a ver que ahí había inquietud y me platicaba mucho el P. Enrique Alfaro Bermúdez que ya tenía candidata para Superiora, para primera Ministra, para Maestra de Novicias, para muchos cargos, creo que hasta una persona viuda andaba ahí; eran personas grandes, algunas que se habían salido de alguna Congregación. Había cuatro ó cinco muchachitas muy jovencitas, entre ellas andaba la Hna. Adriana Maza Coutiño, con ese mismo propósito. Yo un día le dije al P. Enrique ‘yo creo que no se comienza por ahí, habría que comenzar más bien desde abajo: con Aspirantes, no desde la cúpula. Recuerdo que alguna vez platicando con estas jovencitas me expresaron que sí querían ser Religiosas. Un día le platiqué al P. Salvador Valadez ‘qué le parecía eso que estaba pasando’, pues él era encargado de la Pastoral Vocacional, entonces pensamos en que podría ser un indicio de vocación para una nueva Congregación el hecho de ese grupito de quienes deseaban ser Religiosas pero que buscaban el camino, le dije que “haber que podía hacer él”.
Pensé que podría haber una Congregación para el servicio de la pastoral, la catequesis, la pastoral profética, la litúrgica, la social, yo siempre había pensado que podría haber algunas Religiosas que se prepararan para servir en el apostolado litúrgico, así como para la pastoral social, como conozco algunas otras Congregaciones Religiosas.
Era un reto desde luego tener quien se encargara de esas muchachitas que deseaban ser Religiosas; luego ver que tuvieran un carisma específico para la Diócesis, a mí me pareció que el reto principal era que sí se necesitaba alguien que estuviera más directamente en la PASTORAL, porque otras Congregaciones están un tiempo, o están en la escuela, o están en otras actividades, pero hace falta alguien que esté más directo en todos los aspectos de la pastoral de las Parroquias, de la Diócesis, de las Regiones, de los Decanatos, entonces no tanto pensé en fundarlas sino en ayudar a los que podrían fundar una Congregación.
Mis temores. Que pudiéramos engañar a esas pobres muchachitas, que no las ayudáramos, que defraudáramos las esperanzas ilusionadas de ellas y que no pudiéramos nosotros, que no supiéramos cómo hacerlo; de pronto pensé que nos podría asesorar un poco el Sr. Obispo Don Raúl Vera López que era Obispo Coadjutor en San Cristóbal de las Casas, o más bien, que era conocido, yo le había consultado cuando él estaba en Cd. Altamirano todavía como Obispo.
Qué sucede en la Iglesia en ese entonces? En Tuxtla era el año de 1992 y se estaban cumpliendo 500 años del Encuentro del Evangelio con las Tierras de América Latina, y había que ir a la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo; se estaba gestando el documento de Santo Domingo, nuestra Diócesis ya impulsaba el Seminario Menor. En estas circunstancias el P. Salvador Valadez es el encargado de la Pastoral Vocacional y trabaja también como Padre espiritual en el Seminario y había mucha cercanía porque ya lo había Ordenado Sacerdote y le dije un día: “haber qué puedes hacer tú con ellas para que las orientes y habla con el P. Enrique Alfaro para ver qué se puede hacer con estas muchachitas”. El ya me había planteado – porque era muy creativo y sigue siendo muy creativo, de esos hombres que no paso sin huarache; me presentó un proyecto de lo que se podía hacer con ellas pero, iba a ser necesario buscar a una Religiosa que las acompañara como Superiora.
Esta relación con el Padre Salvador es muy antigua; desde que él era Seminarista lo conocí, hasta dirigiendo el coro del Seminario en la Ordenación de los Padres Oscar Juárez y José Luis Mendoza; él traía una sotana negra sin mangas. Lo ordené Sacerdote en su tierra natal de Jesús María, Jalisco, el 6 de enero de 1991.
¿Qué misión me encomendó Dios al inicio de la Fundación? Pues buscar los caminos de lo que podría hacerse, comenzar a pensar en la M. Silvia, y los primeros pasos por donde podría llevarse a estas jovencitas desde el comienzo como aspirantes, luego como Postulantes, después para el noviciado y el juniorado.
Desde mi visión se fueron entrelazando estos hechos. Platiqué con el Padre Salvador: “vamos hablándole a la M. Silvia que está actualmente con las Franciscanas de Jesús Crucificado, en la Casa de San Marcos, en la Comunidad de ellas, de Tuxtla; yo veo que ella tiene un corazón diocesano muy grande y una espiritualidad franciscana; ojalá ella pudiera y quisiera apoyarnos para esto; después pediríamos permiso a su Superiora General. Entonces fue el P. Salvador, habló con ella, le gustó mucho la idea y exclamó con palabras semejantes: “Ese era mi sueño, eso era algo que yo no sabía descifrar pero como que lo estaba esperando”. Así comenzó también ella a aclarar ese llamado que Dios le había dado de fundar una nueva Congregación; también el Padre Salvador y este servidor nos dimos manos a la obra.
Surge la TRILOGIA. Y ahí se empieza a dar esa TRILOGIA, donde cada quien aporta lo suyo y cuando dentro de una triple relación, vimos que teníamos tres aspectos importantes que comunicar cada quien: La M. Silvia, esa actitud de buscar el amor de Dios siempre y ser amor en el Amor de Dios; el P. Salvador, que siempre había dicho como lema de su sacerdocio, hasta lo puso en su estola: “serviré evangelizando”; todo ésto unido a mi Lema Episcopal, que ya desde el 1974 era “Evangelizar”.
Constituyó los tres contenidos de un mismo Carisma congregacional: AMAR-SERVIR y EVANGELIZAR. Ahí comienza a darse la unidad en la relación de estos tres tratados teológicos, espirituales, ascéticos de nuestro vivir de la M. Silvia, del P. Salvador y de un servidor.
Qué sucede en mi vida después de este tiempo de revelación divina? Que había que dar manos a la obra. Recuerdo que empezaron los diálogos con un grupo de muchachitas, iban Lucy, Adriana, Verónica, Clary con su pelo muy encrespado, Lourdes, Emma, en fin, estuvieron yendo ahí con nosotros a la Casa Episcopal y se fue haciendo un grupo de futuras aspirantes; como todas las cosas, se fue caminando y el P. Salvador y la M. Silvia siguieron platicando, hasta que también comenzamos a hablar a la Congregación de Franciscanas de Jesús Crucificado. Por una parte encontré gran comprensión de parte de la M. Superiora; por otra, algunas Hermanas Franciscanas de Jesús Crucificado, como que se mostraron un poquito extrañadas de que yo quisiera de esa manera, en cierto modo, defraudar toda la estima y apoyo que me habían mostrado, fundando una casa con nosotros; pero yo les expliqué que si era voluntad de Dios, por ahí podíamos buscar un camino donde ellas las FJC pudieran pagar con el mismo regalo a Dios el favor que Dios les hizo a ellas.
Les dije: “yo recuerdo que a ustedes también les prestaron a una Religiosa cuando trataron de ser fundadas; fue una de las Franciscanas de Ntra. Sra. del Refugio que estuvo dándoles el apoyo de la formación de su pequeña comunidad, allá en Guadalajara, en Federación 815, una de las Religiosas de Zapopan, creo que era la Madre Berenice. Ahora ayúdenles, hagan lo mismo que Dios hizo con ustedes; así como Dios tuvo misericordia dándoles una fundadora, pues ojalá ahora puedan darle también ustedes una fundadora para esta nueva Congregación, que pensamos puede ser dedicada a la pastoral especialmente diocesana, comenzando con esta Diócesis tan necesitada de Tuxtla Gutiérrez”.
Las reuniones se fueron haciendo poco a poco; íbamos a la Casa de San Marcos, platicábamos con la M. Silvia; el P. Salvador cada vez iba llevando más cuidado de todo; iba tomando nota de todo lo que se podía y se debía hacer, hasta que por fin comenzamos a buscar ya las fechas en que comenzarían a caminar este grupo de muchachitas que empezarían a vivir en un internado, buscar una casa donde pudieran vivir, las fechas para hacer una recepción y luego los nombramientos para que ella, la Me. Silvia y el P. Salvador, comenzaran la obra con el reconocimiento de la Diócesis de Tuxtla Gutiérrez, de parte del Obispo; así comenzaran ellos a trabajar en bien de este grupo, que quiso llamarse “DISCIPULAS DE JESUS BUEN PASTOR”.

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