18 DE MARZO DE 1999: PRECONIZACION DE MONSEÑOR LEOPOLDO GONZALEZ GONZALEZ COMO OBISPO TITULAR DE VONCARIA Y AUXILIAR DE MORELIA.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.
El acto de PRECONIZAR, canónicamente, consiste en dar publico nombramiento de un nuevo Prelado.
Monseñor Leopoldo González González, fue nombrado Obispo Titular de Voncaria y Auxiliar de Morelia el 18 de marzo de 1999, cargo que ostentó hasta que es trasladado como Obispo Titular de Tapachula, en Chiapas, en 2005.
El 18 de Marzo de 1999, el papa Juan Pablo II, lo nombró Obispo de Voncaria y Auxiliar de Morelia. Recibió la ordenación episcopal el 19 de Mayo de 1999 en la Catedral Metropolitana de Morelia, Michoacán; de manos del Arzobispo Estanislao Alcaraz Figueroa.
Su ministerio presbiteral lo había ejercido como formador y maestro en el seminario de Morelia, de agosto de 1975 a junio de 1999. Acompañó en la formación primero en el Seminario Menor y luego en el Seminario Mayor dando clases en secundaria de humanidades, filosofía y teología. Junto al ministerio en el seminario, fue rector de la capilla de las Tres Aves Marías en Morelia, capellán del internado de niñas “Santa María” de las Hermanas del Sagrado Corazón y de los niños pobres. Acompañó durante 15 años al movimiento de Encuentros Matrimoniales.
En febrero de 1995 el señor Arzobispo ahora Cardenal Alberto Suárez Inda lo nombró Vicario general de la arquidiócesis y Vicario Episcopal de la zona de Pastoral de la ciudad de Morelia.
Ya como Obispo Auxiliar estuvo encargado de la formación permanente del clero.
En ese periodo estuvo encargado de la formación permanente del clero de Morelia, y vocal de la Comisión Episcopal de Pastoral Indígena para el trienio 2004-2006.
Las Sedes Titulares, son instituciones del derecho canónico, que tienen como base jurídica, diócesis antiguas en el oriente cristiano o en áfrica, cuya población ha desaparecido, y se conservan en título, para permitir que obispos puedan ser nombrados utilizando esos títulos, sin tener una sede física y una comunidad de fieles concreta. El Obispo preconizado así, adquiere la plenitud del ministerio episcopal para poder ejercerlo como auxiliar en el lugar designado.
En el Caso de la Sede Episcopal de Voncaria, se trata de una antigua sede ubicada en la actual ciudad de Boghar, en Argelia, dentro de la Provincia Eclesiástica de Mauritania Cesariense. El título fue recuperado jurídicamente por el Papa Pio XI en 1933. Una vez que el Obispo en cuestión se transforma en titular de una diócesis actual, se pierde la titularidad episcopal antigua.
“¡ABBA! PADRE”. LA DIVISA EPISCOPAL DE MONSEÑOR LEOPOLDO GONZALEZ GONZALEZ.
Normalmente, las divisas o lemas que figuran en los escudos son indicadores de un ideal, de un programa de vida, de una virtud exigible a quien lo ostenta en su blasón.
El Primer Obispo de Acapulco, el Siervo de Dios Monseñor José Pilar Quezada Valdés, tuvo como divisa: “In ómnibus Christus” (en todas las cosas Cristo”); el segundo Obispo, que fue elevado a Primer Arzobispo, Monseñor Rafael Bello Ruiz, tuvo como divisa: “Evangelizare pauperibus” (evangelización a los pobres); el tercer Obispo y segundo Arzobispo, Monseñor Felipe Aguirre Franco, tuvo como lema: Evagelizar; y el cuarto Obispo y tercer Arzobispo, Monseñor Carlos Garfias Merlos, tuvo como lema: “Cristo es nuestra paz”.
Monseñor Leopoldo González fue elegido y ordenado Obispo en el año 1999, dentro del trienio de preparación para la celebración del Gran Jubileo del Año 2000, en el que el gran Papa San Juan Pablo II dispuso que ese año fuera designado como Año del Padre. Es por eso que, retomando esta disposición de la Divina Providencia, Monseñor Leopoldo asumió como lema episcopal: “¡Abbá!, Padre”.
La disposición de su escudo episcopal fue encargada a un condiscípulo suyo, el Presbítero Miguel Agüero, de feliz memoria. El escudo quiere expresar la inefable presencia del Padre (la palabra “Abbá, Padre” en lo alto del escudo), en Jesús (la cruz al centro del escudo), el don del Espíritu Santo (el haz de luz que atraviesa el escudo). La presencia de María, de pie junto a la cruz, representada en la advocación de Nuestra Señora de la Salud, Patrona de su diócesis de origen, Morelia. Su lema episcopal, Abbá, quiere expresar la confianza en el Padre, que es el origen de la misión, y quien la posibilita. La misión no es otra cosa, sino enseñar a las personas el amor que el Padre les tiene para que ellas también pronuncien este Santo Nombre y lo alaben.
Fue en el nuevo Testamento, donde Nuestro Señor Jesucristo, manifiesta claramente su relación filial, expresando el nombre de “Abba”. En su lengua materna, el arameo, es la palabra que un niño pequeño usa, y es expresión de una grande confianza. Es cercana a nuestra exclamación: “Papá”. Con esta palabra expresaba su oración, sea en los momentos de grande alegría: “Gracias de doy, Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Lc 10, 21), sea en los de profundo sufrimiento: “Padre, todo es posible para Ti. Aparta de mí este cáliz de amargura. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres Tu” (Mc 14, 36). Y así también enseñó a sus discípulos, a quienes elige como hermanos desde el momento mismo en que, siendo el Hijo del Padre, aceptó hacerse hombre como uno de nosotros. Cuando oren diga: “Padre Nuestro que estás en los cielos” (Mt 6, 9).
La Iglesia, aparece como sacramento del Padre, cuando en la última Cena, Jesús pone en las manos del Padre aquellos deseos que lo movían a entregarse a la muerte por amor a todos los seres humanos, a quienes Él había escogido por hermanos: “Padre santo, protege en tu nombre a los que me has dado para que sean uno, como Tú y Yo somos uno” (Jn 17, 11). El cariño de un Padre que mira por la unidad de su familia ha de inspirar todos nuestros esfuerzos de unidad, somos hijos haciéndonos hermanos.
El mundo necesita el amor compasivo del Padre día tras día y en todos los tiempos. La realidad tan llena de dolor que vivimos en nuestra arquidiócesis nos urge. La Iglesia está llamada a servir, en todos los campos que necesitan de salvación, haciendo presente el amor infinito del Padre. “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y cuantos sufren, son a la vez los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (GS 1).
¡De nuevo el Padre nos dará la vida! ¡Con Monseñor Leopoldo, Acapulco entra en la era de Francisco!
El deseo de los laicos y del presbiterio de Acapulco, había sido expresado proféticamente ante el entonces Nuncio Apostólico en México Monseñor Franco Coppola, durante una de sus visitas a Acapulco, por el Señor Cura de Nuestra Señora de Guadalupe en el Kilómetro Treinta, José Jesús Mendoza Zaragoza: "Que pronto sea nombrado un nuevo Arzobispo en el perfil que propone el Papa Francisco, “con olor a ovejas”, es decir, que efectivamente se preocupe por los pobres”.
Deseo profundo que se materializó en Monseñor Leopoldo: "compañero del dolor y la esperanza"...
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