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DE DICIEMBRE: 450 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE FRAY JUAN BAUTISTA MOYA
Pbro.
Lic. Juan Carlos Flores Rivas
El miércoles 20 de diciembre de 2017, se cumplirán 450 años
del fallecimiento, en el convento de San Agustín, en la ciudad de Valladolid
(hoy Morelia, Michoacán), de Fray Juan Bautista Moya, llamado el “apóstol de la
Tierra Caliente”. Y la arquidiócesis de Morelia, se prepara junto con la
Provincia de la Orden de San Agustín, para conmemorar este acontecimiento
histórico, con un Coloquio académico sobre la vida, obra y fama de santidad de
este insigne religioso. Las Ponencias, por la calidad intelectual de los
ponentes, prometen ser de primera calidad. Convocados por la Postulación
General y la Orden de San Agustín, el evento será inaugurado por el Arzobispo de
Morelia Carlos Garfias, y será clausurado por Su Eminencia el Cardenal Alberto
Suárez.
Fray
Juan Bautista Moya es relevante para la recuperación de la memoria histórica
del pueblo cristiano de la Costa Grande de la actual Arquidiócesis de Acapulco,
pues fue el misionero más insigne que evangelizó estas tierras, y llegó a ser
considerado “fundador” de los pueblos
antiguos de la antigua Provincia de Zacatula. Esta tesis, aunque ya no está
vigente, de cualquier manera, nos hace reconocerlo como padre de la Iglesia en la costa del mar del sur o de Acapulco.
Juan
Bautista Moya y Valenzuela, nació en Jaén, España, en 1504. Fue un fraile y
misionero agustino español, reconocido por su labor evangelizadora en la región
de la Tierra Caliente (concepto que no coincide, pues era más amplio en aquél
siglo, con el concepto actual de Tierra Caliente). Es conocido por sus méritos
milagrosos y religiosos como el “Apóstol de Tierra Caliente”. Obtuvo grados de
filosofía y teología así como cátedras por oposición. Misionero a América en
1536, en un segundo grupo conformado por doce misioneros agustinos hacía la
Nueva España, encabezados por Fray Francisco de la Cruz, es enviado hacia el
sur de la Nueva España y se establece en la región que cubre las poblaciones de
Chilapa y Tlapa, que formaban parte de la Provincia de Puebla, aprendiendo el
idioma Náhuatl. Prior en la Ciudad de México, cargo que deja en muy poco tiempo
para trasladarse a la región de Tierra Caliente, en la provincia de Michoacán.
Evangeliza en Guayangareo, en Valladolid (hoy Morelia), Tiripetío y Tacámbaro,
Tuzantla, Huetamo, Turipécuaro (hoy San Lucas) y Pungarabato (hoy Ciudad
Altamirano) en donde se establece para formar su centro de operaciones.
Recorrió la Huacana, Atoyac, Tecpan, Petatlán, Zacatula y Coahuayutla.
Recorrido este último, saliendo de Tacámbaro, que lo llevó hasta la costa de
Zacatula (que abarca la actual Costa Grande del Estado de Guerrero) que, según
la Crónica de la Provincia, conocida con el nombre de Americana Thebaida, el Apóstol de Tierra Caliente realizó en dos
años de 1538 a 1540.
Su
piedad y su celo eran tan grandes, que todavía hoy se le recuerda con
veneración, y ha sido abierta su causa de canonización por la Diócesis de
Ciudad Altamirano. No obstante que el calor sofocante de muchos lugares era más
que suficiente para agotarlo, daba a los pobres el escaso sustento que para él
disponía por el goce que le causaba hacer una obra de caridad. Al inculcarles
la fe a los pobladores de la región logró que hicieran a un lado las prácticas
de idolatría. Estableció a pobladores dispersos en lugares más adecuados para
vivir. A su vez, levantó edificios que serían templos e iglesias y
construcciones que albergarían a hospitales y escuelas. Permaneció en
Pungarabato hasta 1567, año en que enferma y es trasladado a Valladolid (hoy
Morelia) donde muere el día 20 de diciembre. Sus restos descansan en el
Convento de la Orden de los Agustinos en la ciudad de Morelia, Michoacán.
Milagros:
En Tacámbaro, al plantar un báculo de una rama seca, floreció y fructificó en tan
sólo unos minutos. En Pungarabato (hoy Ciudad Altamirano) enterró su báculo dentro
del atrio de la iglesia, donde más tarde se construiría en ese mismo sitio la
Cruz de Mayo, prometiendo que nunca se inundaría la población. En Coyuca de
Catalán, mientras se celebraba una misa, Bautista Moya dejó su báculo junto a
la entrada del templo e hizo enraizar una gran Parota, la cual fructificó y
permaneció junto al templo por mucho tiempo. En esa misma población, cruzaría
las crecidas aguas del río Balsas sobre un caimán hacia el otro lado donde
realizaría una extremaunción. En Zirándaro invitó a comer al encomendero y al
ofrecerle unas pobres tortillas, que eran su alimento, las oprimió entre sus
manos y salió sangre, y el fraile le dijo al encomendero: “Estas tortillas
están hechas con sangre de indios pobres”. Varias personas afirmaban haberlo
visto en levitación, y estar en tres lugares distantes a la misma hora.
Esta
conmemoración se presenta como una ocasión providencial, que están llamadas a
celebrar, todas y cada una de las comunidades eclesiales surgidas de esa
primera evangelización agustina, sobre todo los pueblos originarios de la
región pastoral Costa Grande: Atoyac, Tecpan y Petatlán; así como también
Acapulco.
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