sábado, 18 de mayo de 2024

“¡ABBA! PADRE”. LA DIVISA EPISCOPAL DE MONSEÑOR LEOPOLDO GONZALEZ GONZALEZ, ARZOBISPO DE ACAPULCO.




“¡ABBA! PADRE”. LA DIVISA EPISCOPAL DEL NUEVO ARZOBISPO DE ACAPULCO.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.

Normalmente, las divisas o lemas que figuran en los escudos son indicadores de un ideal, de un programa de vida, de una virtud exigible a quien lo ostenta en su blasón.

El Primer Obispo de Acapulco, el Siervo de Dios Monseñor José Pilar Quezada Valdés, tuvo como divisa: “In ómnibus Christus” (en todas las cosas Cristo”); el segundo Obispo, que fue elevado a Primer Arzobispo, Monseñor Rafael Bello Ruiz, tuvo como divisa: “Evangelizare pauperibus” (evangelización a los pobres); el tercer Obispo y segundo Arzobispo, Monseñor Felipe Aguirre Franco, tuvo como lema: Evagelizar; y el cuarto Obispo y tercer Arzobispo, Monseñor Carlos Garfias Merlos, tuvo como lema: “Cristo es nuestra paz”.

Monseñor Leopoldo González fue elegido y ordenado Obispo en el año 1999, dentro del trienio de preparación para la celebración del Gran Jubileo del Año 2000, en el que el gran Papa San Juan Pablo II dispuso que ese año fuera designado como Año del Padre. Es por eso que, retomando esta disposición de la Divina Providencia, Monseñor Leopoldo asumió como lema episcopal: “¡Abbá!, Padre”.

La disposición de su escudo episcopal fue encargada a un condiscípulo suyo, el Presbítero Miguel Agüero, de feliz memoria. El escudo quiere expresar la inefable presencia del Padre (la palabra “Abbá, Padre” en lo alto del escudo), en Jesús (la cruz al centro del escudo), el don del Espíritu Santo (el haz de luz que atraviesa el escudo). La presencia de María, de pie junto a la cruz, representada en la advocación de Nuestra Señora de la Salud, Patrona de su diócesis de origen, Morelia. Su lema episcopal, Abbá, quiere expresar la confianza en el Padre, que es el origen de la misión, y quien la posibilita. La misión no es otra cosa, sino enseñar a las personas el amor que el Padre les tiene para que ellas también pronuncien este Santo Nombre y lo alaben.



Fue en el nuevo Testamento, donde Nuestro Señor Jesucristo, manifiesta claramente su relación filial, expresando el nombre de “Abba”. En su lengua materna, el arameo, es la palabra que un niño pequeño usa, y es expresión de una grande confianza. Es cercana a nuestra exclamación: “Papá”. Con esta palabra expresaba su oración, sea en los momentos de grande alegría: “Gracias de doy, Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Lc 10, 21), sea en los de profundo sufrimiento: “Padre, todo es posible para Ti. Aparta de mí este cáliz de amargura. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres Tu” (Mc 14, 36). Y así también enseño a sus discípulos, a quienes elige como hermanos desde el momento mismo en que, siendo el Hijo del Padre, aceptó hacerse hombre como uno de nosotros. Cuando oren diga: “Padre Nuestro que estás en los cielos” (Mt 6, 9).

La Iglesia, aparece como sacramento del Padre, cuando en la última Cena, Jesús pone en las manos del Padre aquellos deseos que lo movían a entregarse a la muerte por amor a todos los seres humanos, a quienes Él había escogido por hermanos: “Padre santo, protege en tu nombre a los que me has dado para que sean uno, como Tú y Yo somos uno” (Jn 17, 11). El cariño de un Padre que mira por la unidad de su familia ha de inspirar todos nuestros esfuerzos de unidad, somos hijos haciéndonos hermanos.

El mundo necesita el amor compasivo del Padre día tras día y en todos los tiempos. La realidad tan llena de dolor que vivimos en nuestra arquidiócesis nos urge. La Iglesia está llamada a servir, en todos los campos que necesitan de salvación, haciendo presente el amor infinito del Padre. “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y cuantos sufren, son a la vez los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (GS 1).

¡De nuevo el Padre nos dará la vida! ¡Finamente, Acapulco entra en la era de Francisco! El deseo de los laicos y del presbiterio de Acapulco, fue expresado proféticamente ante el actual Nuncio Apostólico en México Monseñor Franco Coppola, por el Señor Cura de Nuestra Señora de Guadalupe en el Kilómetro Treinta, José Jesús Mendoza Zaragoza: Que pronto sea nombrado un nuevo Arzobispo en el perfil que propone el Papa Francisco, “con olor a ovejas”, es decir, que efectivamente se preocupe por los pobres”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario