sábado, 19 de junio de 2010

SAN MARGARITO FLORES GARCIA. 2. LA INFANCIA DE UN SANTO TAXQUEÑO.

SAN MARGARITO FLORES GARCIA.
Tomado y adaptado de: "Notas eclesiásticas del Estado de Guerrero". De: Román Juan Guadarrama Gómez. pp. 280-336. Tipografías Editoriales, México, 1992.

2. LA INFANCIA DE UN SANTO TAXQUEÑO. Por su quebrantada salud, fue llevada a la pila bautismal en el templo de Santa Prisca, el domingo 5 de marzo, donde el Párroco Don Antonio Hernández Rodríguez, lo ungió con óleo y crisma, imponiéndole el 
nombre de JOSE FLORENCIO VICTOR, mientras que las aguas bautismales bañaban su cabeza, fungiendo como padrinos los hermanos Florencio y Magdalena Ramírez. Este Señor Cura, sería después Obispo de Tabasco, y tendría como Secretario al también Santo David Uribe Velasco. A los pocos días de esta celebración, el 18 de mayo, falleció Francisco, víctima del cólera y Don Germán y Doña Merced temieron que el recién nacido tuviera la misma suerte, por lo desnutrido que estaba. Pero Doña Paula Viveros, se postró varios días frente al Sagrario del Templo de Santa Prisca, para encomendar al niño Santa Margarita de Cortona, que en el Santoral se festeja el 22 de Febrero, fecha en que nació José Florencio Víctor. Paulatinamente la salud del bebé fue recuperándose notablemente, por lo que su abuela le llamó MARGARITO, nombre con el que se le conoció desde entonces. El Sacramento de la Confirmación debió recibirlo dentro de las Visitas Pastorales a Taxco del Excelentísimo Señor Ramón Ibarra y González, Obispo de Chilapa, celebrada del 11 al 21 de Mayo de 1901, o en la que realizo el Excelentísimo Señor Homobono Anaya del 4 al 9 de Diciembre de 1903. En las cuales no se pudo constatar su registro, por la confusión de los nombres con los que fue bautizado y después fue llamado. Margarito, en su niñez, siempre fue un niño enclenque que padeció de la plaga de la viruela negra que se propagó por el distrito de Alarcón, por la falta de higiene y la pobreza de la gente. Desde pequeño, ayudó con ahínco a las labores cotidianas de la casa y atendía con esmero a sus hermanos pequeños Luis y Jesús, asistiendo a la escuela del Maestro Panchito, quien también impartía el catecismo. Mal alimentado, pero con una inteligencia preclara, aprendió rápidamente a leer y a escribir, sobresaliendo en aritmética y artes manuales. En el año de 1907 Margarito, ocurrió en la Escuela Oficial Mixta de Taxco, que se encontraba en la casona que ocupa actualmente el Museo William Starling, siendo sus maestros Don Wenceslao Ramírez, Don José Jasso y Doña María de la Luz Embriz, de quienes recibió su dedicación y reconocimientos por su notable superación en todas las materias, y la admiración de sus compañeros por su comportamiento respetuoso. Su deseo de compartir lo que sabía con los demás, lo hizo que formara una escuela en el atrio de la Capilla de Ojeda, donde ilustraba con dibujos su clase y en sus ratos libres hacia papalotes para los niños de su barrio. Con todos estos menesteres, la necesidad lo obligo a trabajar de dependiente en la casa comercial “La gran señora” del señor Mateo Flores, situada en el Callejón de La Muerte, donde también recibió el estimulo de sus patrones y de sus empleados, por su dinamismo y agilidad en las cuentas. Por otra parte Margarito, nunca se metía con nadie y su bondad se reflejaba en sus actos, a pesar de que en su casa existía una pobreza relativa, se desprendía de unos cuantos daimes para ayudar a los mendigos. A Margarito, también le gustaba disfrutar de las fiestas, gozaba de las danzas y pastorelas de los barrios, ocurría a las capillas en las funciones de sus titulares, contemplaba con su familia los juegos pirotécnicos, le encantaban los títeres, las vistas y las carpas, bajaba los domingos a escuchar la música de la banda de la Prefectura, en el kiosco y en ocasiones acompañaba a su papá a las ferias de Tecalpulco y Paintla. Su mamá grande “Papilita” como la familia Flores García la conoció, fue la que inculcó en Margarito, el fervor constante al Santísimo Sacramento, y lo impregnó con sus pláticas nocturnas a la luz del candil, de cuentos, leyendas y de la vida de los Santos. En 1910 el Presidente Municipal Don Jesús O. Martínez mandó a demoler el Convento de San Bernardino y se celebraron en Taxco las pomposas Fiestas del Centenario, y al proclamarse el Plan de San Luis Potosí, contra la dictadura del General Porfirio Díaz, surgió en el Distrito de Alarcón el movimiento armado al mando de Francisco López. Por lo que el señor Jesús O. Martínez, se apresuró a organizar una fiesta popular el 1º de Diciembre para tranquilizar a la población que con zozobra comentaba las noticias del levantamiento. En 1911 los Figueroa de Huitzuco, se adhirieron a los planes del señor Madero y el 23 de marzo, en la madrugada estallaron dos bombas en el Barrio de la Veracruz, alarmando a los taxqueños, que rumoraban la presencia del bandolero Jesús Moran, de antecedentes no gratos para los caminos de la región y que había escapado de la cuerda de reos, que construyeron la carretera Iguala-Chilpancingo. Morán se dedicó a robar algunas rancherías de la comarca y esa madrugada, había intentado saquear las arcas del Cristo de la Veracruz. Por estas circunstancias el señor Sabino Morales, Presidente Municipal de Taxco, encomendando a los señores Bernardino Ramírez y Juan Gutiérrez Duplán, que organizaran la defensa civil de la población. Después de la toma de Iguala, sobrevino la llegada de Margarito Giles Bahena al poblado de Tecalpulco, donde se le unió Morán y su gente, los cuales enfilaron rumbo a Taxco, arribando a la altura del Barrio de Pedro Martín el 24 de abril, al medio día. Los habitantes se apresuraron a refugiarse en los templos, en el Curato, en las casas de Don David Muñoz y Luis Maldonado, los alzados penetraron a la ciudad, y comenzó el fuego, no obstante que eran muy pocos los guardias y voluntarios de la defensa civil que lucharon por la plaza. Al llegar la noche, estaba la situación bajo el poder de la gente de Giles Bahena. Los rebeldes acamparon en las plazuelas y al día siguiente, los presos fueron liberados, saquearon algunas casas y cometieron incalificables delitos. Giles y Morán, prosiguieron sus correrías por el rumbo de Pilcaya, dejando en Taxco a Joaquín Miranda, quien mando quemar la documentación de la Prefectura Política y la del Juzgado de Letras. El 22 de Agosto arribó a Taxco el destacamento al mando de Alejo Mastache, quien dispuso que su tropa se alojara en lo que hoy es el Hotel Meléndez, y el cateo de las casas en busca de armamento. En septiembre, abandonó la ciudad cuando se aproximaban la fuerzas gobiernistas del 29 Batallón de Caballería, comandado por el General Aureliano Blanquet, quien restauro el orden, dejando como jefe de la plaza al Capitán Francisco M. Yedra. Pero ni la renuncia del General Díaz a la Presidencia de la República, ni la exaltación de Madero al poder, calmaron a los pronunciados, quienes siguieron con las pugnas y conflictos, que afectaron la economía del país. Don Germán Flores, aprovechaba los días pacíficos para llevar su peluquería ambulante a la plaza principal, donde tenía como ayudante a Margarito y como “chícharo” a su hermano Luis, mientras que Jesús, ofrecía a la clientela cervezas de macate y garapiñas. Para esos días Paula, tenía un par de años, Marciana, recién había nacido, y su hermana María había contraído Matrimonio con el señor Lauro Hernández. En el año de 1912, los nativos de Taxco se organizaron para prevenir los ataques de los alzados, siendo preparados por le Cabo Gregorio Vicario y el señor Germán Martínez. El 15 de Mayo, Jesús H. Salgado y su gente entraron sigilosos por los barrios de Guadalupe y Ojeda, pero la defensa civil y el destacamento les hicieron el frente hasta el anochecer, en que un fuerte aguacero suspendió la refriega. Al amanecer del día siguiente, la reyerta se reanudó, y cuando los salgadistas tenían ganada la situación, apareció por el rumbo de Pedro Martin, el 28 Batallón del Cuerpo de Rurales al mando del General Gertrudis G. Sánchez, y por la Garita, las fuerzas gobiernistas del Coronel Eugenio De la Fuente, quienes se introdujeron por las callejuelas logrando la salida de los salgadistas, que despavoridos se retiraron por el cerro del Huixteco. Por la tarde la colocación de la población quedó al mando del Mayor Alfonso Magaña, que comandaba el 55 Batallón de la Guardia de los Rurales, y quien al saber el asesinato del señor Madero desconoció la autoridad del General Victoriano Huerta. Magaña desertó y la tropa exigió a los taxqueños su mantenimiento, percatado de esa actitud el Jefe de Operaciones en el Estado de Guerrero, General Antonio G. Olea, salió con su ejército a Taxco el 17 de Mayo, mandando a fusilar a sus cabecillas. El 23 de Julio en Iguala fue fusilado Ambrosio Figueroa, y las fuerzas gobiernistas que se encontraban en esa ciudad se trasladaron a Taxco, por lo que el vecindario estuvo en capilla toda la noche, esperando el ataque de los figueroístas. Por la madrugada del día siguiente las fuerzas federales comandas por los generales Antonio G. Olea y Juan Andrew Almazán, salieron de la colonial ciudad. En el año de 1914 el Gobierno del General Victoriano Huerta menguaba en la República, recurriéndose a la leva de varones para reforzar el ejercito. En Taxco el Prefecto Político del Distrito de Alarcón, Don Bernardino Ramírez, pactó con el jefe del destacamento que no se verificara esta acción en su jurisdicción y a cambio le ofrecía la rendición de los hermanos Rosalino, Félix y Herón Ramírez que se habían convertido en un peligro, los proscritos se presentaron y fueron amnistiados, salvándose así los hombres de esta medida. Pero a Taxco, le acechaba un peligro mayor, la presencia de los agraristas del vecino Estado de Morelos, sobre todo por las discrepancias entre Rómulo Figueroa y Emiliano Zapata Salazar. A pesar de todas estas zozobras, Margarito Flores, se dedicó con fervor y piedad a la adoración diaria al Santísimo Sacramento, con devoción ayudaba al Padre Francisco Rodríguez en la celebración de la Misa y cuando se podía recorría con el, las capillas de los poblados cercanos. A la toma de Chilpancingo por los zapatistas, Jesús H. Salgado, fue designado Gobernador del Estado, mandando a Taxco a Crispín Sámano, quien llegó el 12 de abril, al día siguiente saqueó las casas comerciales, quemando la tienda del señor Flores. Este incendio puso en peligro el Templo de Santa Prisca, quedando la plaza al mando de Francisco Castro y Pedro Saavedra. “Comenzaron a llegar grupos de rebeldes y o primero que hacían era buscar al Presidente Municipal para exigir dinero, comida, pastura y maíz para la caballada, que colocaban de un lado y otro de la calle. Entonces comenzaron a abrir las trojes de maíz, lazaban el ganado de quien fuera, y lo sac
rificaban para comer, a la gente le vendían a cinco centavos el kilo de carne y el cuero lo regalaban a los curtidores. El Hotel Meléndez era una caballeriza, las calles estaba llenas de basura, estiércol y maíz que cubrían los empedrados. Este derroche produjo muy pronto escasez de todo y comenzaron a derrocharse la nigüa, la sarna y otras infecciones. No había luz, la única planta estaba paralizada por falta de carbón, desapareció el tianguis de alrededor del zócalo y en su lugar solamente había hojarasca de encino con trementina y ocote para alumbrarse en la noche. Para la sarna encontraron un remedio, el bálsamo de sabino con limón, se aplicaba con una pluma. La nigüa era más difícil porque es una pulga pequeña que se introduce en la piel y produce una comezón muy fuerte , para extirparla se necesita una aguja para romper la piel alrededor de donde está la nigüa (para sacar la bolsa de liendres, pero queda un orificio que requiere de cal viva para evitar la reproducción de la nigüa). ¿Se imagina que dolor? Pero esta era la única forma de acabarla. También apareció el tifo por la gran cantidad de piojo blanco, pulgas, chinches que tenia la gente. No había con que atacarlo, solo contábamos con una hierba llamada clacuancayo, con agua de cocimiento de esa hierba bañaban al paciente, le daban a beber una parte del jugo y otra se la frotaban. Murió mucha gente, hubo casas que ce cerraron porque se murieron todos. En esa temporada se murió el sacerdote Melesio Quezada, un buen hombre que iba a donde lo llamaban y en sus viajes a los pueblos, les pedía que le pagaran con un poco de maíz. Tenía en el Curato mujeres que hacían tortillas y afuera se formaba la gente a quien daba una tortilla a cada uno hasta donde alcanzaba. En esos viajes se contagio y murió.” (Tomado del libro: 70 años en la Industria Embotelladora, de don Manuel Castrejón Gómez). Así llegó el año de 1915 en medio de la miseria y el hambre que asoló la región, ocasionando el deceso de cientos de personas por inanición. Pero todas estas vicisitudes no detuvieron a Margarito Flores, a emprender su camino a Chilapa, para ingresar en el Seminario.

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