LA FAMILIA DEL BUEN PASTOR: FELIPE AGUIRRE FRANCO
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.
Felipe Aguirre Franco nació en Encarnación de Díaz, Jalisco (popularmente llamada La Chona), el 4 de Febrero de 1934. Ciudad perteneciente desde 1922 a la Diócesis de Aguascalientes.
Cuarto hijo de Inocencio Aguirre Magdaleno y Teresa Franco De Santos. Sus hermanos: Guadalupe, Ascensión (sacerdote), Eustaquio (también sacerdote), Bernardo, Teresa, Bernardo, Conrado, María de la Paz y Benjamín.
Recibió el Sacramento del Bautismo en la Fiesta de San Felipe de Jesús, 5 de Febrero de 1934, en el Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, por lo cual recibió también el nombre de Felipe.
Recibió el Sacramento de la Confirmación de manos del Obispo de Aguascalientes, y fundador de las Hermanas Católicas, Monseñor José de Jesús López y González.
Recibió la Primera Comunión en el Templo de Jesús, María y José de manos del Padre Capellán Joaquín Martín.
De una familia amplia y prolífica, que hunde sus raíces en la región de Jalisco, y todos y cada uno de ellos se reconocen e identifican.
Un espléndido trabajo realizado por la Hermana Adriana Maza Coutiño, de las Discípulas de Jesús Buen Pastor, titulado: “Evangelizar. Entrevista a Monseñor Felipe Aguirre Franco”; se presenta como una magnífica biografía en la que Monseñor Aguirre nos cuenta su historia, de esos apuntes he tomado los datos que ahora presentamos. El trabajo fue elaborado con motivo del XXV Aniversario de Vida Religiosa de la Reverenda Madre Silvia López Pérez, en el X Aniversario de la Fundación del Instituto Religiosos de Derecho Diocesano Discípulas de Jesús Buen Pastor; primera parte de un trabajo en tres volúmenes.
Monseñor Felipe, en el Capítulo 1, titulado: “Preparando una cuna”; recuerda gratamente la numerosa familia que le antecede, encabezada por sus abuelos maternos: Diego Franco Delgado y María Marcos de Santos de Franco; con sus ocho hijos; entre los que tienen un recuerdo muy especial la tía Lica, que no se casó, mujer muy virtuosa, ayuda invaluable para el Señor cura Ascensión, primero, y después a la Familia Aguirre Franco. De ella dirá monseñor Aguirre: “no le alcanzamos a pagar tantos beneficios que hizo por nosotros para atender a toda nuestra familia”.
De una familia patriarcal, donde los Padres juegan un lugar convergente y decisivo para la vida de los demás hijos, una vida piadosa, una vida que fue alentada por un Párroco Santo, el Señor Cura Felipe Ramírez; familia de campesinos, herreros, carpinteros, matanceros; familia de acendrados sentimientos cristianos.
Reseña ampliamente también, a sus abuelos paternos: Cosme Aguirre y María Encarnación Magdalena, con sus cinco hijos. Todos con una vida fuertemente apegada a la Iglesia.
Como corolario al Capítulo 1, donde registra el recuerdo de sus abuelos, Monseñor Aguirre termina diciendo:
“La vida de Dios se va engendrando a través de la familia y una familia no está sola, está junto con la de sus Abuelos, con la familia de sus Padres que van influyendo para que nuestra vida vaya siendo lo que Dios quiere que sea. Así mis parientes fueron gente que animaron nuestra vida en todo sentido, nos acompañaron, estamos llenos de gratitud y por ahí nos vinieron muchos bienes que Dios ha querido derramar”.
Sus padres Inocencio Aguirre Magdaleno y Teresa Franco De Santos, contrajeron Matrimonio ante el Señor Cura Plutarco Contreras, en el Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, un 26 de Noviembre de 1926.
Su Padre era un hombre de trabajado, ebanista de mucha calidad. Que había trabajado con unos alemanes, de él se conservan muchas obras de arte, especialmente sobre cedro, y sobre todo, figuras del arte gótico. Fue también Sacristán en el Templo de Jesús, María y José, bajo las ordenes del Padre Capellán Joaquín Martín; jefe de la Adoración Nocturna; se enlistó como Cristero en la Liga Nacional de la Defensa Religiosa –comandada por el hoy Beato Anacleto González Flores-, y su función era esconder a los Sacerdotes.
Su Madre, de Misa diaria y luego a sus trabajos del quehacer del hogar, sabía cantar las alabanzas del Señor, era muy alegre, muy humorista, se dedicaba completamente a la casa.
Su casa estaba contigua al Templo de Jesús, María y José, no había que salir a la calle para ir a los actos religiosos; puede decirse que Monseñor Aguirre nació al pie de dos torres de cal y canto, de estilo gótico, y los cantos de la Iglesia que se escuchaban hasta su casa, y siempre bajo el sonido de las campanas. Una vida cristiana donde se rezaba diariamente el Rosario, cercanos a la Eucaristía, a los Sacramentos y al Catecismo; con prácticas fuertes de piedad, como pagar mandas de rodillas al Señor de la Misericordia.
Al intentar resumir el recuerdo que guarda de sus Padres, Monseñor Aguirre sentencia:
“Los valores que mis Padres infundieron en nosotros. Creo que es en primer lugar: el amor a la Eucaristía, el amor a la Virgen Santísima, el amor al Papa, el amor a la Iglesia, el deseo de santidad, el espíritu de sacrificio, ya que mi Mamá era una mujer muy sacrificada, muy llena de espíritu de sacrificio y muy fervorosa, en todo”.
Felipe, de niño, acompañaba todos los domingos al Padre, como Monaguillo, en sus correrías apostólicas, tanto dentro de la misma La Chona, como en los pueblos aledaños; participaba en las colectas para las obras del Templo de Jesús, María y José; leía con avidez las revistas religiosas: “La Cruzada Eucarística”, “El Amiguito”, “El Chiquitín”.
Su formación inicia en la escuela de las Religiosas Maestras Católicas del Sagrado Corazón, en el Colegio “Felipe Ramírez” de La Chona. Tenía unos seis años cuando empieza a ir a la escuela, pero cuando entra ya sabía leer y escribir por que su Papá le enseñó, con el Silabario del Arcángel San Miguel.
En este rubro, Monseñor Aguirre recuerda con firmeza:
“La pobreza nunca fue dificultad para que estudiáramos por que siempre mi Mamá intercedió por nosotros para que tuviéramos el estudio y pudiéramos acudir a la escuela para que nosotros aprendiéramos lo que era preciso y necesario en esa etapa de nuestra vida”.
Ingresa al Seminario. a los once años de edad, al Seminario Auxiliar de Lagos de Moreno, Jalisco. El ingreso al Seminario fue de muy niños, Felipe, a los once años, para entonces, ya estaban en el Seminario su hermano Ascensión de trece años, su otro hermano, Eustaquio, de doce.
Y Monseñor Aguirre recuerda:
“Cuando éramos pequeños era natural que alguien pensara que íbamos nomás por que nos volábamos de ir pero que no era una cosa muy comprometida. De todas maneras con el tiempo se fue descubriendo que íbamos por que pensábamos tener la vocación de Dios nuestro Señor. Mi Papá alguna vez llegó a decirme: “no, ustedes nomás se vuelan, se vuelan no quieren aquí trabajar”, yo le dije: “no, nosotros sí vamos de adeverás”… y mi Mamá me llevó al Seminario”… era un 23 de Octubre de 1945.
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