Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas.
La entereza espiritual del Padre Hermann fue probada, y ampliamente testimoniada por quienes lo conocimos y dialogamos con él. El 11 de Febrero de 1994, pasado el "ciclón" acapulqueño -calificado así por él mismo- y tomando con serenidad una decisión personal, en Nota periodística aparecida en el diario Novedades de Acapulco: El Padre Hermann se retira. El texto recoge sus declaraciones en torno a ese futuro que hoy ha llegado a su plenitud:
“Creo firmemente que hay más sabiduría, satisfacción y armonía en una renuncia oportuna que en una tardía y forzada, tanto en las personas que se jubilan a tiempo que en las otras que esperan o desean ese momento. Al renunciar ahora hago un servicio valioso a la comunidad… Puesto que el Centro hasta hoy ha dependido de mí, mejor afrontar el problema del futuro ahora que todavía pueden ponderar conmigo con calma y acierto las orientaciones posibles a dar al Centro fortalecerlo y duplicar su rendimiento. Tomada así, mi decisión es positiva y fuente de esperanza y gozo… dejo Acapulco por iniciativa personal a mediados de abril para disfrutar de un año sabático en Canadá, a la orilla de un hermoso río llamado Richeliu, a unos 18 kilómetros de Montreal.
Seguramente saben ustedes que durante un año sabático uno se libera de toda responsabilidad para dedicar su tiempo entero a lo que más le gusta: estudios, viajes, lecturas, oración contemplativa, silencio… unos escogen viajar lejos, hacia Europa o Asia; para mi eso no basta, aspiro a un viaje más largo, aquel que gustaba al General De Gaulle más largo que la hazaña de los astronautas y que consiste en descender en el fondo de al alma.
En nuestra casa oblata de Richelieu vive una numerosa comunidad de oblatos, la mayoría jubilados que ha pasado 20, 40 o 50 años de su vida en las misiones extranjeras o del norte de Canadá; gentes llenas de experiencia, comprensión y sabiduría. Ahí, de mayo de 1994 a mayo de 1995 me dedicaré a lo que más me gusta: la lectura, la oración contemplativa y el silencio. Y en junio, en esta casa de Richelieu se festejará a los Oblatos que cumplen 25, 50 y 60 años de vida religiosa o sacerdotal y a mí me toca en este año de 1994 celebrar mis bodas de oro en ese aspecto”…
Sobre el destino de Las Cuevas de la Mira, afirmó: “Tienen un destino brillante”… Amén.
Seguramente saben ustedes que durante un año sabático uno se libera de toda responsabilidad para dedicar su tiempo entero a lo que más le gusta: estudios, viajes, lecturas, oración contemplativa, silencio… unos escogen viajar lejos, hacia Europa o Asia; para mi eso no basta, aspiro a un viaje más largo, aquel que gustaba al General De Gaulle más largo que la hazaña de los astronautas y que consiste en descender en el fondo de al alma.
En nuestra casa oblata de Richelieu vive una numerosa comunidad de oblatos, la mayoría jubilados que ha pasado 20, 40 o 50 años de su vida en las misiones extranjeras o del norte de Canadá; gentes llenas de experiencia, comprensión y sabiduría. Ahí, de mayo de 1994 a mayo de 1995 me dedicaré a lo que más me gusta: la lectura, la oración contemplativa y el silencio. Y en junio, en esta casa de Richelieu se festejará a los Oblatos que cumplen 25, 50 y 60 años de vida religiosa o sacerdotal y a mí me toca en este año de 1994 celebrar mis bodas de oro en ese aspecto”…
Sobre el destino de Las Cuevas de la Mira, afirmó: “Tienen un destino brillante”… Amén.
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