MEMORIAL ENTORNO AL PATRONAZGO DE
NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
SOBRE LA CIUDAD Y EL PUERTO DE ACAPULCO
Y SU POSTERIOR INVOCACION SOBRE LA DIOCESIS
Y LA ARQUIDIOCESIS DE ACAPULCO.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas
JUSTIFICACION
En atención a que el Excelentísimo Señor Arzobispo de Acapulco Don Felipe Aguirre Franco, realizará el próximo Martes 15 de Septiembre de 2009, la Solemne Proclamación del Patronazgo de Nuestra Señora de la Soledad sobre la Arquidiócesis de Acapulco, presento este ensayo con una particular reflexión, para tratar de determinar éste aspecto tan importante de la historia de la Iglesia de Acapulco.
El patronazgo es una institución eclesial, formal (ceremonial, documental, institucional), antiquísima, en la que se proclama vasallaje de un ente eclesial determinado (Diócesis, región, parroquia, movimiento eclesial, etc.), en relación con un misterio relacionado a Nuestro Señor Jesucristo, o a la Santísima Virgen María, o algún Santo en particular.
LA NOTICIA HISTORICA.
Transcribo, para conocimiento de todos, al historiador por excelencia de Acapulco -conforme a lo más próximo a la crítica histórica-, se trata de Tomás Oteiza Iriarte, quien, en su obra: Acapulco, la ciudad de las naos de oriente y de las sirenas modernas, Ed. Diana, pp. 191-192, nos dice:
“Ante la incertidumbre en que se encontraban los habitantes de Acapulco (el Generalísimo Morelos, apoderado del cerro de La Mira, preparaba el ataque final al Puerto. NdR), así como también las tropas que la guarnecían, hizo que su pensamiento se elevara a Dios que rige los destinos del mundo, pues comprendían que sólo El podía remediar la situación ya afligida, por lo cual, autoridades y vecinos creyeron conveniente pedir a la Virgen Patrona del Puerto, su intercesión ante el Omnipotente, para que volviera la paz en la Nueva España y puestos de acuerdo, celebraron con toda solemnidad funciones religiosas en su honor declarándola “Generala de los Ejércitos Realistas”.
Este hecho tuvo lugar el 8 de Diciembre de 1812 y para dar mayor realce, la Imagen de la Virgen, fue colocada en un altar y tribunas a un lado y otro para las autoridades militares y civiles del puerto portando sus uniformes de gran gala y tomando parte también la Guarnición de la Plaza con sus bandas de guerra y las fanfarrias de la población con todos los habitantes.
Celebrada una Misa Solemne, el Gobernador de la Ciudad colocó la Banda de Generala a la Virgen de la Soledad, interpretando la banda militar la marcha de honor mientras que en el Castillo disparaban salvas.
Terminando el acto, se organizó una procesión por las calles del puerto hasta el Castillo de San Diego, donde nuevamente los cañones dejaron oír su ronca voz, en su honor, siendo escoltada a su santuario por una guardia especial que rindió pleitesía de acuerdo con la ordenanza militar”.
Y la Revista Catedral, de Chilapa, Gro. del 20 de Septiembre de 1953, p. 74, más escueta, dice:
“Se juró en el Castillo de San Diego por Generala de las Tropas de Acapulco y Patrona de la Ciudad, a Nuestra Señora de la Soledad, en presencia de la oficialidad y el vecindario, con toda la tropa sobre las armas; y en señal de tan devoto acto, el Gobernador interino de la Plaza D. Pedro Vélez, le puso a la Santísima Imagen la Banda de General y un bastón en las manos con puño de oro. Esta ceremonia tuvo lugar un día martes”.
Es curioso que ni en un caso ni otro, se mencione al Señor Cura de la plaza, que por el conocimiento que tenemos se llamaba JOSE MARIA DE LA TORRE (Párroco de 1806 a 1813).
UNA PARTICULAR REFRIEGA IDEOLOGICA: ELEMENTOS PARA UNA HISTORIA DE LAS MENTALIDADES DEL MOMENTO QUE NOS OCUPA.
Los titulares originales de la Parroquia de Acapulco, los que dieron nombre a la Parroquia original, y origen a la pretensión de la Ciudad y Puerto de Acapulco al uso del título pomposo de “Ciudad de los Reyes”, los SANTOS REYES MAGOS, MELCHOR, GASPAR Y BALTAZAR, se verán desplazados en el Siglo XIX, por una nueva denominación: NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD. ¿Cuáles son las razones? ¿Qué sucedió y en qué momento?
Parece ser que el cambio paulatino se va dando en el contexto de la revolución de Independencia, en medio de una lucha ideológica entre dos bandos encontrados.
Por una parte los REALISTAS, partidarios a ultranza de la conservación de la monarquía, que en el Siglo XIX provocarán el deseo por la Independencia de la Nueva España, ante las instituciones borbónicas, que se encontraban imbuidas de una mentalidad anticlerical, que logró entre otras cosas la expulsión de los jesuitas de todo el reino español, y que en términos religiosos expresaban su cultura católica en devociones como la Virgen de los Remedios (en la Ciudad de México); y serán los que proclaman a la Virgen de la Soledad como Patrona de las Tropas Realistas y del Puerto, el 8 de Diciembre de 1812, en presencia de la oficialidad y el vecindario, con toda la tropa sobre las armas. Ceremonia en la que el Gobernador interino de la Plaza D. Pedro Vélez, le puso a la Santísima Imagen de la Soledad, la Banda de General y un bastón en las manos con puño de oro. (Cfr. Revista “Catedral”, Chilapa, Gro. 20 de Septiembre de 1953, p. 74). Los actos incluyeron una procesión por las calles del puerto siendo escoltada la Sagrada Imagen de la Soledad por una guardia especial que rindió pleitesía de acuerdo con la ordenanza militar (Cfr. Tomás Oteiza, Acapulco, la ciudad de las naos de oriente y de las sirenas modernas, Ed. Diana, pp. 191-192).
Y por otra parte los INSURGENTES, partidarios de una autonomía de la colonia -de la Nueva España-, primero desde posturas que promovían la restauración en el trono de la dinastía de los Austria -más fiel a las directrices católicas-, y en un segundo momento promovieron la total independencia del país, y tomaron como bandera la devoción a la Virgen de Guadalupe.
El Generalísimo Don José María Morelos y Pavón, quien el 20 de Octubre de 1810 recibe del Don Miguel Hidalgo y Costilla el encargo de insurreccionar la costa del sur, promoverá la devoción a la Guadalupana por todos los medios. El 11 de Marzo de 1813 proclama en Ometepec: “todos los mayores de diez años traigan en su sombrero la ‘cucarda’ y una cinta en la que se declare ser devoto de la Santísima Imagen de Guadalupe, soldado y defensor de su religión y su patria... reservando declarar por indevoto y traidor a la nación al individuo que, reconvenido por tercera vez, no usare de la cucarda nacional o no diese culto el 10 de Septiembre de 1811 castiga al puerto por su falta de colaboración con la lucha, ordena: “QUE LA POBLACIÓN DEL MISMO PUERTO NOMBRADA CIUDAD DE LOS REYES, PIERDA POR AHORA ESTE NOMBRE”...
En el medio de estas dos tendencias, se encontraba el pueblo llano de Acapulco, que nunca recibió con entusiasmo el movimiento de Independencia; pues Acapulco siempre ha vivido de los forasteros, y por lo tanto, romper el ritmo de la vida con una guerra -así fuera la más justa- significaba la ruina del comercio y el intercambio que ello conlleva.
Pero Acapulco era un pueblo católico, de manera que vivió con ambigüedad la lucha militar e ideológica que se venía encima. La lucha ideológica que incluía símbolos religiosos, en la que por un lado había una “Virgen de los realistas”, Nuestra Señora de la Soledad, y por el otro lado la “Virgen de los Insurgentes”, Nuestra Señora de Guadalupe.
Lo cierto es que en medio de esta refriega ideológica, los Santos Reyes perdieron lugar por partida triple: los REALISTAS, aunque defendían las instituciones monárquicas, provistos de ideologías más afines al anticlericalismo borbónico, y se sintieron más identificados en la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Y por otra parte los INSURGENTES, que propugnaban por la Independencia de la Nueva España, nada querían saber de Reyes, así fueran Santos u orientales no españoles. Y los ACAPULQUEÑOS, que impactados de alguna manera por la nueva propuesta de independencia, simplemente fueron dejando de lado a los Santos Reyes Magos; pero tampoco se sintieron totalmente identificados en la devoción a Nuestra Señora de la Soledad por el solo hecho de haber sido proclamada por los Realistas. No obstante, hasta la década de los sesenta del siglo XX, la fiesta de los Reyes Magos estaba fuertemente arraigada en el Puerto.
En este choque ideológico podemos encontrar, por una parte el origen del guadalupanismo tan acendrado de los acapulqueños, que se manifiesta con júbilo explosivo cada año, y por otra parte la poca o nula devoción existente en torno a Nuestra Señora de la Soledad que, hasta hoy, CASI A 200 AÑOS!, será proclamada como Patrona del nuevo ente eclesial que ha surgido de la anterior Iglesia Madre de Acapulco: primero la Diócesis y después la Arquidiócesis de Acapulco.
De cualquier manera, y con todo y la proclamación hecha de Nuestra Señora de la Soledad como Patrona de las Tropas Realistas y del Puerto en 1812, todavía para este tiempo no ocupaba el centro de la devoción del Puerto, pues para entronizar la Imagen, una vez terminada la reconstrucción de su Capilla (ojo: Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, no en el Templo Parroquial), la ceremonia final de entronización se tuvo que realizar todavía un 6 de Enero de 1820, en la Fiesta patronal de la Parroquia, la Fiesta de los Reyes Magos, aprovechando el concurso natural de las gentes a la Parroquia.
Otro dato interesante es, que la actual Imagen que preside el Templo Parroquial -hoy Sagrario-Catedral y Santuario Diocesano-, no fue la misma proclamada en aquél entonces y ceñida como Generala, tuvo que ser una imagen anterior cuyo paradero se desconoce, pues la Imagen actual primero fue elaborada la Cabeza, y posteriormente, el cuerpo.
El 17 de Marzo de 1841 se estrenó la Cabeza de la actual Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Acapulco, conforme con un documento encontrado en la misma que nos trascribe la Revista Catedral, de Chilapa, Gro. de 20 de Septiembre de 1953, pp. 73-74:
“Esta cabeza se hizo en México, costó 30 pesos, Se estrenó el día 17 de Marzo de 1841. La bendijo el I. S. D. D. Manuel Posada y Garduño, primer Arzobispo mexicano. Fue hecha a solicitud del Lic. D. José María Gómez Daza, cura propio de esta Parroquia de Acapulco, a expensas de varias devotas señoras hijas de este Puerto, entre ellas Doña Feliciana Indúa; Doña Teodora Alen; y Doña Eleuteria Tellechea. Siendo Prefecto Don Manuel Dublán; Comandante principal Don Tomás Moreno; Juez Primero de la Paz Don José Sierra y este mismo supliendo la mayordomía de la Virgen, por falta de propietario Don Pedro Bita. En este mismo día estrenó la Santísima Virgen un vestido de seda que costó 160 pesos, colectados por las mismas devotas en todo el vecindario”
Y será hasta 1943 -ya muy cerca de la creación de la Diócesis de Acapulco-, cuando el Párroco de Acapulco Don Florentino Salomé de Altagracia Díaz (Párroco de 1920 hasta después de 1953 ¿?), mandó que se le colocara Cuerpo a la actual Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Acapulco –antes solo era un busto colocado en un bastidor que sosteniendo el vestido simulaba un cuerpo-, encontrándosele en una cavidad ex profeso abierta, el documento que ya ha sido trascrito antes.
De cualquier manera, mentiríamos, si decimos que no se conocía y veneraba ya antes la advocación de Nuestra Señora de la Soledad, pues para el 21 de Octubre de 1743 encontramos la primera mención que se hace de la Virgen de la Soledad en Acapulco, en una copia del Inventario del Convento de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, Título de Santa María de Guía de la Ciudad y Puerto de Acapulco, formado por Fray Francisco de Santa Bárbara Guillén, Vicario; y que se encuentra en el Archivo del Museo de Antropología e Historia de México, Fondo Franciscano, Volumen 167, fols. 143-52. Firmado por: Fray Francisco de Santa Bárbara Guillén; Fray Juan Bautista Pinna; Miguel Ramírez, Síndico; José de Bidagaín; Francisco Anselmo Aguado; Francisco Monroy.
En el dicho Inventario se da capítulo particular al: “ALTAR DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD.
Que contenía un cuadro de Nuestra Señora de la Soledad con su marco sobredorado, y es de tres varas y media. Contiene cuatro candeleros de cobre. Una Cruz de palo. Y un Ara de dicho altar.”
Esta descripción se refiere a un altar lateral de la Iglesia del Convento, que estaba abierta al culto público, pero que no era la Parroquia.
Una vara equivale 835 milímetros y 9 décimas. Cabe señalar que este Inventario no menciona la existencia de ninguna Imagen de Nuestra Señora de Guía, sino que indica que en el altar mayor presidía: “Una Imagen de bulto de vara y media de Nuestro Padre San Francisco con su Santísimo Cristo en la mano, de madera; una diadema de plata con su tornillo, pesa todo diez onzas; una mesita de China, que sirve al Santo de peana”...
¿Existió alguna imagen de los Reyes Magos? Es posible que no, o si la hubo, fue de tan baja calidad, que ni siquiera aparece mencionada, ni en los cronistas de los primeros siglos, ni en los posteriores inventarios de la Parroquia que han llegado hasta nosotros. El historiador Edmundo O’Gorman, en su libro “Destierro de sombras”, explica esto de alguna manera, indicando que en los siglos XVI y XVII no fue fácil poseer imágenes religiosas de gran calidad, en parte por el gran precio, y en parte las dificultades propias de inseguridad en estas tierras de la Nueva España.
Por otra parte cabría preguntarse: ¿Dónde quedó aquella bellísima Imagen de Nuestra Señora de Guía, de marfil, traída de las Islas Filipinas, y que aparece inventariada en el Convento Franciscano a finales del Siglo XVIII?
LA DOCUMENTACION SOBRE LA COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DE ACAPULCO EXISTENTE EN EL ARCHIVO GENERAL DE LA NACION.
El primer expediente en cuestión tiene como posición: Archivo General de la Nación, México, D: F. Grupo Documental: Justicia, E; Volumen 11; Expediente 1; Folios 155-198; Tomo 80.
El segundo expediente tiene como posición: AGNM, Justicia E, Volumen 168. Folios 266 frente y 267 frente.
Del análisis de todo el grupo documental relativo a la Instrucción del proceso para establecer la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad en Acapulco, realizado por don Vicente Garviso en el año de 1822, y existente en el Archivo General de la Nación, en el espléndido Palacio de Lecumberri, en la Ciudad de México, se desprenden un sin número de elementos de interpretación histórica que fortalecen algunas hipótesis que he venido presentando en años anteriores en torno al Patronazgo de la Virgen de la Soledad, así como en relación con el Título original de la Parroquia de Acapulco.
Elementos que tienen fuerte implicación en la historia civil, tal y como se ha venido planteando por los escritores que han presentado diversas monografías que abordan la historia de la Ciudad y Puerto de Acapulco, así como por un número significativo de difusores resueltos que se encargan de repetir una y otra ves datos imprecisos, no por mala voluntad, sino con una evidente carencia de la metodología histórico-crítica, que hoy por hoy resulta capilar para la presentación y el abordaje de todo tipo de trabajos relacionados con la historia en todos los niveles.
Una y otra vez, es oportuno recalcar, que hace falta recursos y “la vida de muchos gatos”, para poder recuperar la memoria histórica contenida en lo grandes acervos documentales, conservados gracias a Dios, tanto en la Ciudad del Vaticano, como en Sevilla, y un número importante de Archivos nacionales y extranjeros.
Es igualmente importante recalcar, que una historia mejor falta por hacerse, despojada de actitudes antieclesiásticas que enturbian la mirada de tantos investigadores civiles, adulterando la presentación de datos, así como impidiéndoles una correcta interpretación de términos, instituciones, y procesos, que no se explican sin el dato duro de la presencia invasiva de una cultura católica que colorea la vida novohispana. Actitudes calificadas de despotismo ilustrado, no faltantes también en el ámbito clerical.
Algunas conclusiones, que resultan del análisis del presente grupo documental, son:
1. Cronológicamente, la documentación en cuestión inicia el 28 de Junio de 1809, cuando el Cura y Juez Eclesiástico, Bachiller Don Juan José Villanisán, y el vecindario de Acapulco solicitan licencia para construir y trasladar nueva Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, Firman: Bachiller Juan José Villanisan; Manuel de Orozón; Joaquín Aguiñiga; Francisco de Yrure; Simón de Adrián; Joaquín Doria; Juan Puyol; Nicolás Molina y Chico; Pedro de Jesús Piza; Francisco Suárez; Blas Pablo de Vidal; José María Vergara; Mariano Miguel de la Parra; José Dimayuga. Primer sello, dice: Ferdin. VII D. G. Hisp. Et. Ind. Rex. Al centro el escudo. Segundo sello, dice: Años 1816-1817 + Fernando VII D. G. M. H. dos reales (AGN. Negocios Eclesiásticos. Justicia E, vol. 11, Exp. 1, f. 181).
Esta solicitud fue respondida -en vía de mientras pues la respuesta oficial debía darla el Patronato de Indias en Sevilla-, el 28 de Junio de 1809, por el Arzobispo de México Don Francisco Xavier De Lizana, quien concedió licencias eclesiásticas provisionales para el establecimiento de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad en Acapulco (AGN. Negocios Eclesiásticos. Justicia E, vol. 11, Exp. 1, f. 185 vta).
Y la ratifica el Virrey Gobernador de la Nueva España Don Pedro Garibay, el 16 de Julio de 1809, con Licencia para la fábrica de la nueva Capilla que el Cura de Acapulco y sus vecinos intentan dedicar a María Santísima, previa la Licencia que el Ilustrísimo Señor Arzobispo concede. Firman: Pedro Ocón, Pro Secretario; y Don Pedro Garibay, Virrey Gobernador (AGN. Negocios Eclesiásticos. Justicia E, vol. 11, Exp. 1, fs. 182; 185 vta).
2. Como el proceso instruido tiene lugar en un período convulso de la historia tanto en España, como en la Nueva España y su transformación en el Imperio Mexicano. Este contexto adverso, alentará el procedimiento, hasta llegar a la cancelación definitiva -por respuestas que nunca llegaron-, cuando el 22 de Febrero de 1822: “La Regencia del Imperio Gobernadora Interina por falta de Emperador, decreta: Que se suspenda este asunto hasta que se resuelva sobre Patronato” .
3. Simultáneamente a estas solicitudes, se desarrolla un proceso de consulta para la creación de un Obispado en la costa del Mar del Sur o de Acapulco, entre los años 1800-1805, que progresivamente se irá afinando en la conceptualización de una Provincia del Mar del Sur o de Acapulco (título histórico). Y posteriormente, en los años 1842-1856, se deciden por la Sede de Chilapa, en atención “a lo templado de su clima”.
4. El vecindario de Acapulco, cuando solicita licencia para construir y trasladar nueva Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, el 28 de Junio de 1809, alega como motivos: el lugar indecente donde se encuentra la Capilla (junto a una Pulpería); el estado ruinoso de la Capilla; lo reducido del terreno; y sobre todo la devoción de los fieles –que aportan bastantes limosnas-, “principalmente entre los navegantes que fondean sus naves en la Bahía”.
5. Cuando el Padre Pascual Apreza, en 1889, elabora el Directorio de la Parroquia, transmite la información que: desde los años 10 hasta el 22, el Cura José María Morelos se apoderó del Curato, que no contaba todavía de Templo, ni altar, ni urna. Otra noticia histórica, transmitida por la Revista Catedral, impresa en 1953 en la Ciudad de Chilapa, confirma la especie, en el sentido de que no estaba en funciones el Templo Parroquial, porque un fuerte huracán lo afectó en Agosto de 1810. Y en ese mismo tenor, otra noticia más, nos confirma que la construcción de la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad quedó interrumpida por la guerra de Independencia.
6. Con todo esto, se entiende, que el juramento, con el que se proclama a la Virgen de la Soledad como Generala de las Tropas Realistas, y Patrona de la Ciudad y del Puerto, el 8 de Diciembre de 1812, tuvo lugar en espacio público –la plaza-, pues tanto su Capilla como el Templo Parroquial, se encontraban inhabilitados.
7. El dato novedoso que aporta todo este análisis, aparece en el proyecto de Constituciones realizadas el 13 de Enero de 1816, y consiste en la distinción que encontramos claramente establecida entre Templo Parroquial y Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, inmuebles que parecen ser distintos cuando en la Cláusula 12, se indica que: “Celebrará cada año esta devota Cofradía la fiesta de Dolores de Nuestra Señora en su día, en que se deberá celebrar de cuenta de ella, en la Iglesia Parroquial de este Puerto, mientras no se concluya la Capilla que se está fabricando a la Santísima Virgen . Aunque ambos lugares debieron estar en estado ruinoso, todavía hasta el 25 de Septiembre de 1818, pues la población tenía que “oir la Santa Misa en la plaza pública, por no haber allí un templo en que puedan elevar sus votos al Altísimo con el recogimiento y decoro que es indispensable” .
8. Esta distinción entre Templo Parroquial y Capilla de Nuestra Señora de la Soledad es tan clara, que incluso el Fiscal de Real Hacienda Encargado de lo Civil Zagarzurrieta, el 31 de Mayo de 1816, al dar su voto razonado para la aprobación de la Cofradía, señala como objeción, que no se solicitó anteriormente licencias reales para edificar la Capilla, y por lo mismo, Vicente Garviso debe explicar: dónde y con qué autoridad se ha comenzado a construir la mencionada Capilla… Y el Oficial Mayor Yáñez, el 27 de Junio del mismo año, retoma la misma objeción, que deberá explicar el encargado del negocio aludido.
9. Otro aspecto más, que deberá ser matizado, es el hecho de que queda instalada la Imagen…el 6 de Enero de 1820, y aquí no se ponen de acuerdo los que transmiten el dato: la Revista “Catedral” dice que fue en el Templo Parroquial de Acapulco, y otros más, dicen que en su Capilla –la de Nuestra Señora de la Soledad- al terminarse la construcción. Este último dato es más creíble, pues todavía el 30 de marzo de 1853, la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que al parecer cuenta ya con personalidad propia –superado el problema en torno al Patronato-: “…solicita al Supremo Gobierno ceda el solar del antiguo convento de San Francisco para que se edifique en aquél Puerto una Iglesia Parroquial, con la anuencia del Arzobispo de México Lázaro” (AGN. Negocios Eclesiásticos. Justicia E, vol. 168, fs. 266-267).
10. Se va confirmando, por otra parte, la tesis de que, el título original de la Parroquia de Acapulco, hasta principios del Siglo XIX, era los Santos Reyes. De allí surgió el título de Acapulco como CIUDAD DE LOS REYES, o SANTOS REYES ACAPULCO, como aparece en descripciones y monografías históricas. No en alusión a los reyes de España, quienes sólo otorgaron ese título en todo el continente americano a la Ciudad de Lima (Perú); y el título más cercano que otorgaron en la Nueva España fue el de CIUDAD REAL, aplicado a San Cristóbal (hoy De Las Casas, en Chiapas). Y sólo así se explica que la Misa de Función, a la que acudían incluso las Autoridades Civiles y Militares con todo el protocolo, era el 6 de Enero (dos ejemplos: el Ayuntamiento y el Gobernador Don Nicolás Gándara en 1820; y el Alcalde de Acapulco Don José María Egeo y su Cabildo en 1821; en ambos casos, con toda la Tropa de la plaza); a demás, fue un 6 de Enero cuando la Imagen de la Virgen de la Soledad es colocada solemnemente en el Templo Parroquial/Capilla (1820). Esto es muy claro, pues se aprovechaba así el gran concurso de gentes que en todos los tiempos suelen acudir a las fiestas patronales.
Se da entonces una sustitución, en dos dimensiones:
> desplazamiento de lugar. Al terminarse más expeditamente la construcción de la Capilla (1820) de Nuestra Señora de la Soledad, en detrimento de la edificación del Templo Parroquial (1852); lógicamente, se deduce, el ente jurídico (Parroquia), se apoderó del edificio ya terminado,
> y desplazamiento de la titularidad. En la que, la devoción más consolidada en el vecindario (el Patronazgo de la Virgen de la Soledad), desplaza la titularidad de los Santos Reyes, y la Parroquia se apropia ahora de este nuevo Título.
De modo que en ese periodo turbulento (ideológico, militar, gubernativo, y eclesial en la génesis de la creación de un nuevo Obispado), titular y alma devota de la Iglesia acapulqueña surge con un rostro nuevo: el dulce y sereno rostro de María Santísima, en la representación de su Soledad; protectora de navegantes, de milicias, y de fieles de la Ciudad de los Reyes y Puerto de Acapulco.
Proceso que se volverá a repetir, cuando en 1959, al crearse la Diócesis de Acapulco, se toma como Sede (Catedral), el único Templo consolidado (El Carmen, Costa Azul, San Cristóbal y Dominguillo estaban en ciernes).
11. Dilucidar en qué momento y bajo qué circunstancias, la original (28 de Junio de 1809) petición de licencias que el vecindario presenta de construcción y traslado de la Capilla se transforma sorpresivamente en juramento y proclamación de patronato, sobre las Tropas, y sobre la Ciudad y Puerto (8 de Diciembre de 1812), nos lleva inevitalbemente, a plantear la validez eclesial del acto, en el cual no parece haber estado presente ningún clérigo. Y sí aparece enmarcado con todos los tintes de un acto político donde los REALISTAS (perdedores), buscan la protección divina contra los INSURGENTES (finalmente ganadores). Sujeto, y motivaciones, alejados del ámbito meramente eclesial.
12. Por otra parte, y a partir de las observaciones que surgen desde este análisis, podemos plantear que se dio en este caso concreto, un movimiento de sustitución a principios del Siglo XIX, en el que la devoción a los Santos Reyes y su titularidad sobre la Parroquia original de Acapulco es desplazada, por la devoción y titularidad de Nuestra Señora de la Soledad.
Fenómeno nada extraño en otros casos parroquiales ligados a Santuarios, imágenes, y centros de importancia histórica (vgr. Petatlán, Igualapa, etc.) Movimiento que se consolidará, con la proclamación formal -oportuna y necesaria en el espléndido marco del jubileo de oro de la Diócesis- del Patronazgo de la Virgen Santísima Nuestra Señora de la Soledad, sobre un ente eclesial del todo diverso (temporal y culturalmente), como es primero la Diócesis y después la Arquidiócesis actual de Acapulco; así como por motivaciones cualitativamente distintas (no político-ideológicas). Proclamación que puede ser vista como indiferente por algunas mentes ilustradas, y a la que se resiste con argumentos de inutilidad, desde un pretendido pastoralismo, pero no así por la rica y plurisecular tradición litúrgica de la Iglesia Una Santa Católica y Apostólica.
Juan Carlos Flores Rivas Pbro.
15 de Septiembre de 2009.
Solemnidad de Nuestra Señora de la Soledad
Patrona de la Ciudad y Puerto de Acapulco,
en la Proclamación Solemne de su patronazgo
sobre la la Arquidiócesis de Acapulco.
NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
SOBRE LA CIUDAD Y EL PUERTO DE ACAPULCO
Y SU POSTERIOR INVOCACION SOBRE LA DIOCESIS
Y LA ARQUIDIOCESIS DE ACAPULCO.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas
JUSTIFICACION
En atención a que el Excelentísimo Señor Arzobispo de Acapulco Don Felipe Aguirre Franco, realizará el próximo Martes 15 de Septiembre de 2009, la Solemne Proclamación del Patronazgo de Nuestra Señora de la Soledad sobre la Arquidiócesis de Acapulco, presento este ensayo con una particular reflexión, para tratar de determinar éste aspecto tan importante de la historia de la Iglesia de Acapulco.
El patronazgo es una institución eclesial, formal (ceremonial, documental, institucional), antiquísima, en la que se proclama vasallaje de un ente eclesial determinado (Diócesis, región, parroquia, movimiento eclesial, etc.), en relación con un misterio relacionado a Nuestro Señor Jesucristo, o a la Santísima Virgen María, o algún Santo en particular.
LA NOTICIA HISTORICA.
Transcribo, para conocimiento de todos, al historiador por excelencia de Acapulco -conforme a lo más próximo a la crítica histórica-, se trata de Tomás Oteiza Iriarte, quien, en su obra: Acapulco, la ciudad de las naos de oriente y de las sirenas modernas, Ed. Diana, pp. 191-192, nos dice:
“Ante la incertidumbre en que se encontraban los habitantes de Acapulco (el Generalísimo Morelos, apoderado del cerro de La Mira, preparaba el ataque final al Puerto. NdR), así como también las tropas que la guarnecían, hizo que su pensamiento se elevara a Dios que rige los destinos del mundo, pues comprendían que sólo El podía remediar la situación ya afligida, por lo cual, autoridades y vecinos creyeron conveniente pedir a la Virgen Patrona del Puerto, su intercesión ante el Omnipotente, para que volviera la paz en la Nueva España y puestos de acuerdo, celebraron con toda solemnidad funciones religiosas en su honor declarándola “Generala de los Ejércitos Realistas”.
Este hecho tuvo lugar el 8 de Diciembre de 1812 y para dar mayor realce, la Imagen de la Virgen, fue colocada en un altar y tribunas a un lado y otro para las autoridades militares y civiles del puerto portando sus uniformes de gran gala y tomando parte también la Guarnición de la Plaza con sus bandas de guerra y las fanfarrias de la población con todos los habitantes.
Celebrada una Misa Solemne, el Gobernador de la Ciudad colocó la Banda de Generala a la Virgen de la Soledad, interpretando la banda militar la marcha de honor mientras que en el Castillo disparaban salvas.
Terminando el acto, se organizó una procesión por las calles del puerto hasta el Castillo de San Diego, donde nuevamente los cañones dejaron oír su ronca voz, en su honor, siendo escoltada a su santuario por una guardia especial que rindió pleitesía de acuerdo con la ordenanza militar”.
Y la Revista Catedral, de Chilapa, Gro. del 20 de Septiembre de 1953, p. 74, más escueta, dice:
“Se juró en el Castillo de San Diego por Generala de las Tropas de Acapulco y Patrona de la Ciudad, a Nuestra Señora de la Soledad, en presencia de la oficialidad y el vecindario, con toda la tropa sobre las armas; y en señal de tan devoto acto, el Gobernador interino de la Plaza D. Pedro Vélez, le puso a la Santísima Imagen la Banda de General y un bastón en las manos con puño de oro. Esta ceremonia tuvo lugar un día martes”.
Es curioso que ni en un caso ni otro, se mencione al Señor Cura de la plaza, que por el conocimiento que tenemos se llamaba JOSE MARIA DE LA TORRE (Párroco de 1806 a 1813).
UNA PARTICULAR REFRIEGA IDEOLOGICA: ELEMENTOS PARA UNA HISTORIA DE LAS MENTALIDADES DEL MOMENTO QUE NOS OCUPA.
Los titulares originales de la Parroquia de Acapulco, los que dieron nombre a la Parroquia original, y origen a la pretensión de la Ciudad y Puerto de Acapulco al uso del título pomposo de “Ciudad de los Reyes”, los SANTOS REYES MAGOS, MELCHOR, GASPAR Y BALTAZAR, se verán desplazados en el Siglo XIX, por una nueva denominación: NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD. ¿Cuáles son las razones? ¿Qué sucedió y en qué momento?
Parece ser que el cambio paulatino se va dando en el contexto de la revolución de Independencia, en medio de una lucha ideológica entre dos bandos encontrados.
Por una parte los REALISTAS, partidarios a ultranza de la conservación de la monarquía, que en el Siglo XIX provocarán el deseo por la Independencia de la Nueva España, ante las instituciones borbónicas, que se encontraban imbuidas de una mentalidad anticlerical, que logró entre otras cosas la expulsión de los jesuitas de todo el reino español, y que en términos religiosos expresaban su cultura católica en devociones como la Virgen de los Remedios (en la Ciudad de México); y serán los que proclaman a la Virgen de la Soledad como Patrona de las Tropas Realistas y del Puerto, el 8 de Diciembre de 1812, en presencia de la oficialidad y el vecindario, con toda la tropa sobre las armas. Ceremonia en la que el Gobernador interino de la Plaza D. Pedro Vélez, le puso a la Santísima Imagen de la Soledad, la Banda de General y un bastón en las manos con puño de oro. (Cfr. Revista “Catedral”, Chilapa, Gro. 20 de Septiembre de 1953, p. 74). Los actos incluyeron una procesión por las calles del puerto siendo escoltada la Sagrada Imagen de la Soledad por una guardia especial que rindió pleitesía de acuerdo con la ordenanza militar (Cfr. Tomás Oteiza, Acapulco, la ciudad de las naos de oriente y de las sirenas modernas, Ed. Diana, pp. 191-192).
Y por otra parte los INSURGENTES, partidarios de una autonomía de la colonia -de la Nueva España-, primero desde posturas que promovían la restauración en el trono de la dinastía de los Austria -más fiel a las directrices católicas-, y en un segundo momento promovieron la total independencia del país, y tomaron como bandera la devoción a la Virgen de Guadalupe.
El Generalísimo Don José María Morelos y Pavón, quien el 20 de Octubre de 1810 recibe del Don Miguel Hidalgo y Costilla el encargo de insurreccionar la costa del sur, promoverá la devoción a la Guadalupana por todos los medios. El 11 de Marzo de 1813 proclama en Ometepec: “todos los mayores de diez años traigan en su sombrero la ‘cucarda’ y una cinta en la que se declare ser devoto de la Santísima Imagen de Guadalupe, soldado y defensor de su religión y su patria... reservando declarar por indevoto y traidor a la nación al individuo que, reconvenido por tercera vez, no usare de la cucarda nacional o no diese culto el 10 de Septiembre de 1811 castiga al puerto por su falta de colaboración con la lucha, ordena: “QUE LA POBLACIÓN DEL MISMO PUERTO NOMBRADA CIUDAD DE LOS REYES, PIERDA POR AHORA ESTE NOMBRE”...
En el medio de estas dos tendencias, se encontraba el pueblo llano de Acapulco, que nunca recibió con entusiasmo el movimiento de Independencia; pues Acapulco siempre ha vivido de los forasteros, y por lo tanto, romper el ritmo de la vida con una guerra -así fuera la más justa- significaba la ruina del comercio y el intercambio que ello conlleva.
Pero Acapulco era un pueblo católico, de manera que vivió con ambigüedad la lucha militar e ideológica que se venía encima. La lucha ideológica que incluía símbolos religiosos, en la que por un lado había una “Virgen de los realistas”, Nuestra Señora de la Soledad, y por el otro lado la “Virgen de los Insurgentes”, Nuestra Señora de Guadalupe.
Lo cierto es que en medio de esta refriega ideológica, los Santos Reyes perdieron lugar por partida triple: los REALISTAS, aunque defendían las instituciones monárquicas, provistos de ideologías más afines al anticlericalismo borbónico, y se sintieron más identificados en la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Y por otra parte los INSURGENTES, que propugnaban por la Independencia de la Nueva España, nada querían saber de Reyes, así fueran Santos u orientales no españoles. Y los ACAPULQUEÑOS, que impactados de alguna manera por la nueva propuesta de independencia, simplemente fueron dejando de lado a los Santos Reyes Magos; pero tampoco se sintieron totalmente identificados en la devoción a Nuestra Señora de la Soledad por el solo hecho de haber sido proclamada por los Realistas. No obstante, hasta la década de los sesenta del siglo XX, la fiesta de los Reyes Magos estaba fuertemente arraigada en el Puerto.
En este choque ideológico podemos encontrar, por una parte el origen del guadalupanismo tan acendrado de los acapulqueños, que se manifiesta con júbilo explosivo cada año, y por otra parte la poca o nula devoción existente en torno a Nuestra Señora de la Soledad que, hasta hoy, CASI A 200 AÑOS!, será proclamada como Patrona del nuevo ente eclesial que ha surgido de la anterior Iglesia Madre de Acapulco: primero la Diócesis y después la Arquidiócesis de Acapulco.
De cualquier manera, y con todo y la proclamación hecha de Nuestra Señora de la Soledad como Patrona de las Tropas Realistas y del Puerto en 1812, todavía para este tiempo no ocupaba el centro de la devoción del Puerto, pues para entronizar la Imagen, una vez terminada la reconstrucción de su Capilla (ojo: Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, no en el Templo Parroquial), la ceremonia final de entronización se tuvo que realizar todavía un 6 de Enero de 1820, en la Fiesta patronal de la Parroquia, la Fiesta de los Reyes Magos, aprovechando el concurso natural de las gentes a la Parroquia.
Otro dato interesante es, que la actual Imagen que preside el Templo Parroquial -hoy Sagrario-Catedral y Santuario Diocesano-, no fue la misma proclamada en aquél entonces y ceñida como Generala, tuvo que ser una imagen anterior cuyo paradero se desconoce, pues la Imagen actual primero fue elaborada la Cabeza, y posteriormente, el cuerpo.
El 17 de Marzo de 1841 se estrenó la Cabeza de la actual Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Acapulco, conforme con un documento encontrado en la misma que nos trascribe la Revista Catedral, de Chilapa, Gro. de 20 de Septiembre de 1953, pp. 73-74:
“Esta cabeza se hizo en México, costó 30 pesos, Se estrenó el día 17 de Marzo de 1841. La bendijo el I. S. D. D. Manuel Posada y Garduño, primer Arzobispo mexicano. Fue hecha a solicitud del Lic. D. José María Gómez Daza, cura propio de esta Parroquia de Acapulco, a expensas de varias devotas señoras hijas de este Puerto, entre ellas Doña Feliciana Indúa; Doña Teodora Alen; y Doña Eleuteria Tellechea. Siendo Prefecto Don Manuel Dublán; Comandante principal Don Tomás Moreno; Juez Primero de la Paz Don José Sierra y este mismo supliendo la mayordomía de la Virgen, por falta de propietario Don Pedro Bita. En este mismo día estrenó la Santísima Virgen un vestido de seda que costó 160 pesos, colectados por las mismas devotas en todo el vecindario”
Y será hasta 1943 -ya muy cerca de la creación de la Diócesis de Acapulco-, cuando el Párroco de Acapulco Don Florentino Salomé de Altagracia Díaz (Párroco de 1920 hasta después de 1953 ¿?), mandó que se le colocara Cuerpo a la actual Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Acapulco –antes solo era un busto colocado en un bastidor que sosteniendo el vestido simulaba un cuerpo-, encontrándosele en una cavidad ex profeso abierta, el documento que ya ha sido trascrito antes.
De cualquier manera, mentiríamos, si decimos que no se conocía y veneraba ya antes la advocación de Nuestra Señora de la Soledad, pues para el 21 de Octubre de 1743 encontramos la primera mención que se hace de la Virgen de la Soledad en Acapulco, en una copia del Inventario del Convento de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, Título de Santa María de Guía de la Ciudad y Puerto de Acapulco, formado por Fray Francisco de Santa Bárbara Guillén, Vicario; y que se encuentra en el Archivo del Museo de Antropología e Historia de México, Fondo Franciscano, Volumen 167, fols. 143-52. Firmado por: Fray Francisco de Santa Bárbara Guillén; Fray Juan Bautista Pinna; Miguel Ramírez, Síndico; José de Bidagaín; Francisco Anselmo Aguado; Francisco Monroy.
En el dicho Inventario se da capítulo particular al: “ALTAR DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD.
Que contenía un cuadro de Nuestra Señora de la Soledad con su marco sobredorado, y es de tres varas y media. Contiene cuatro candeleros de cobre. Una Cruz de palo. Y un Ara de dicho altar.”
Esta descripción se refiere a un altar lateral de la Iglesia del Convento, que estaba abierta al culto público, pero que no era la Parroquia.
Una vara equivale 835 milímetros y 9 décimas. Cabe señalar que este Inventario no menciona la existencia de ninguna Imagen de Nuestra Señora de Guía, sino que indica que en el altar mayor presidía: “Una Imagen de bulto de vara y media de Nuestro Padre San Francisco con su Santísimo Cristo en la mano, de madera; una diadema de plata con su tornillo, pesa todo diez onzas; una mesita de China, que sirve al Santo de peana”...
¿Existió alguna imagen de los Reyes Magos? Es posible que no, o si la hubo, fue de tan baja calidad, que ni siquiera aparece mencionada, ni en los cronistas de los primeros siglos, ni en los posteriores inventarios de la Parroquia que han llegado hasta nosotros. El historiador Edmundo O’Gorman, en su libro “Destierro de sombras”, explica esto de alguna manera, indicando que en los siglos XVI y XVII no fue fácil poseer imágenes religiosas de gran calidad, en parte por el gran precio, y en parte las dificultades propias de inseguridad en estas tierras de la Nueva España.
Por otra parte cabría preguntarse: ¿Dónde quedó aquella bellísima Imagen de Nuestra Señora de Guía, de marfil, traída de las Islas Filipinas, y que aparece inventariada en el Convento Franciscano a finales del Siglo XVIII?
LA DOCUMENTACION SOBRE LA COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DE ACAPULCO EXISTENTE EN EL ARCHIVO GENERAL DE LA NACION.
El primer expediente en cuestión tiene como posición: Archivo General de la Nación, México, D: F. Grupo Documental: Justicia, E; Volumen 11; Expediente 1; Folios 155-198; Tomo 80.
El segundo expediente tiene como posición: AGNM, Justicia E, Volumen 168. Folios 266 frente y 267 frente.
Del análisis de todo el grupo documental relativo a la Instrucción del proceso para establecer la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad en Acapulco, realizado por don Vicente Garviso en el año de 1822, y existente en el Archivo General de la Nación, en el espléndido Palacio de Lecumberri, en la Ciudad de México, se desprenden un sin número de elementos de interpretación histórica que fortalecen algunas hipótesis que he venido presentando en años anteriores en torno al Patronazgo de la Virgen de la Soledad, así como en relación con el Título original de la Parroquia de Acapulco.
Elementos que tienen fuerte implicación en la historia civil, tal y como se ha venido planteando por los escritores que han presentado diversas monografías que abordan la historia de la Ciudad y Puerto de Acapulco, así como por un número significativo de difusores resueltos que se encargan de repetir una y otra ves datos imprecisos, no por mala voluntad, sino con una evidente carencia de la metodología histórico-crítica, que hoy por hoy resulta capilar para la presentación y el abordaje de todo tipo de trabajos relacionados con la historia en todos los niveles.
Una y otra vez, es oportuno recalcar, que hace falta recursos y “la vida de muchos gatos”, para poder recuperar la memoria histórica contenida en lo grandes acervos documentales, conservados gracias a Dios, tanto en la Ciudad del Vaticano, como en Sevilla, y un número importante de Archivos nacionales y extranjeros.
Es igualmente importante recalcar, que una historia mejor falta por hacerse, despojada de actitudes antieclesiásticas que enturbian la mirada de tantos investigadores civiles, adulterando la presentación de datos, así como impidiéndoles una correcta interpretación de términos, instituciones, y procesos, que no se explican sin el dato duro de la presencia invasiva de una cultura católica que colorea la vida novohispana. Actitudes calificadas de despotismo ilustrado, no faltantes también en el ámbito clerical.
Algunas conclusiones, que resultan del análisis del presente grupo documental, son:
1. Cronológicamente, la documentación en cuestión inicia el 28 de Junio de 1809, cuando el Cura y Juez Eclesiástico, Bachiller Don Juan José Villanisán, y el vecindario de Acapulco solicitan licencia para construir y trasladar nueva Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, Firman: Bachiller Juan José Villanisan; Manuel de Orozón; Joaquín Aguiñiga; Francisco de Yrure; Simón de Adrián; Joaquín Doria; Juan Puyol; Nicolás Molina y Chico; Pedro de Jesús Piza; Francisco Suárez; Blas Pablo de Vidal; José María Vergara; Mariano Miguel de la Parra; José Dimayuga. Primer sello, dice: Ferdin. VII D. G. Hisp. Et. Ind. Rex. Al centro el escudo. Segundo sello, dice: Años 1816-1817 + Fernando VII D. G. M. H. dos reales (AGN. Negocios Eclesiásticos. Justicia E, vol. 11, Exp. 1, f. 181).
Esta solicitud fue respondida -en vía de mientras pues la respuesta oficial debía darla el Patronato de Indias en Sevilla-, el 28 de Junio de 1809, por el Arzobispo de México Don Francisco Xavier De Lizana, quien concedió licencias eclesiásticas provisionales para el establecimiento de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad en Acapulco (AGN. Negocios Eclesiásticos. Justicia E, vol. 11, Exp. 1, f. 185 vta).
Y la ratifica el Virrey Gobernador de la Nueva España Don Pedro Garibay, el 16 de Julio de 1809, con Licencia para la fábrica de la nueva Capilla que el Cura de Acapulco y sus vecinos intentan dedicar a María Santísima, previa la Licencia que el Ilustrísimo Señor Arzobispo concede. Firman: Pedro Ocón, Pro Secretario; y Don Pedro Garibay, Virrey Gobernador (AGN. Negocios Eclesiásticos. Justicia E, vol. 11, Exp. 1, fs. 182; 185 vta).
2. Como el proceso instruido tiene lugar en un período convulso de la historia tanto en España, como en la Nueva España y su transformación en el Imperio Mexicano. Este contexto adverso, alentará el procedimiento, hasta llegar a la cancelación definitiva -por respuestas que nunca llegaron-, cuando el 22 de Febrero de 1822: “La Regencia del Imperio Gobernadora Interina por falta de Emperador, decreta: Que se suspenda este asunto hasta que se resuelva sobre Patronato” .
3. Simultáneamente a estas solicitudes, se desarrolla un proceso de consulta para la creación de un Obispado en la costa del Mar del Sur o de Acapulco, entre los años 1800-1805, que progresivamente se irá afinando en la conceptualización de una Provincia del Mar del Sur o de Acapulco (título histórico). Y posteriormente, en los años 1842-1856, se deciden por la Sede de Chilapa, en atención “a lo templado de su clima”.
4. El vecindario de Acapulco, cuando solicita licencia para construir y trasladar nueva Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, el 28 de Junio de 1809, alega como motivos: el lugar indecente donde se encuentra la Capilla (junto a una Pulpería); el estado ruinoso de la Capilla; lo reducido del terreno; y sobre todo la devoción de los fieles –que aportan bastantes limosnas-, “principalmente entre los navegantes que fondean sus naves en la Bahía”.
5. Cuando el Padre Pascual Apreza, en 1889, elabora el Directorio de la Parroquia, transmite la información que: desde los años 10 hasta el 22, el Cura José María Morelos se apoderó del Curato, que no contaba todavía de Templo, ni altar, ni urna. Otra noticia histórica, transmitida por la Revista Catedral, impresa en 1953 en la Ciudad de Chilapa, confirma la especie, en el sentido de que no estaba en funciones el Templo Parroquial, porque un fuerte huracán lo afectó en Agosto de 1810. Y en ese mismo tenor, otra noticia más, nos confirma que la construcción de la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad quedó interrumpida por la guerra de Independencia.
6. Con todo esto, se entiende, que el juramento, con el que se proclama a la Virgen de la Soledad como Generala de las Tropas Realistas, y Patrona de la Ciudad y del Puerto, el 8 de Diciembre de 1812, tuvo lugar en espacio público –la plaza-, pues tanto su Capilla como el Templo Parroquial, se encontraban inhabilitados.
7. El dato novedoso que aporta todo este análisis, aparece en el proyecto de Constituciones realizadas el 13 de Enero de 1816, y consiste en la distinción que encontramos claramente establecida entre Templo Parroquial y Capilla de Nuestra Señora de la Soledad, inmuebles que parecen ser distintos cuando en la Cláusula 12, se indica que: “Celebrará cada año esta devota Cofradía la fiesta de Dolores de Nuestra Señora en su día, en que se deberá celebrar de cuenta de ella, en la Iglesia Parroquial de este Puerto, mientras no se concluya la Capilla que se está fabricando a la Santísima Virgen . Aunque ambos lugares debieron estar en estado ruinoso, todavía hasta el 25 de Septiembre de 1818, pues la población tenía que “oir la Santa Misa en la plaza pública, por no haber allí un templo en que puedan elevar sus votos al Altísimo con el recogimiento y decoro que es indispensable” .
8. Esta distinción entre Templo Parroquial y Capilla de Nuestra Señora de la Soledad es tan clara, que incluso el Fiscal de Real Hacienda Encargado de lo Civil Zagarzurrieta, el 31 de Mayo de 1816, al dar su voto razonado para la aprobación de la Cofradía, señala como objeción, que no se solicitó anteriormente licencias reales para edificar la Capilla, y por lo mismo, Vicente Garviso debe explicar: dónde y con qué autoridad se ha comenzado a construir la mencionada Capilla… Y el Oficial Mayor Yáñez, el 27 de Junio del mismo año, retoma la misma objeción, que deberá explicar el encargado del negocio aludido.
9. Otro aspecto más, que deberá ser matizado, es el hecho de que queda instalada la Imagen…el 6 de Enero de 1820, y aquí no se ponen de acuerdo los que transmiten el dato: la Revista “Catedral” dice que fue en el Templo Parroquial de Acapulco, y otros más, dicen que en su Capilla –la de Nuestra Señora de la Soledad- al terminarse la construcción. Este último dato es más creíble, pues todavía el 30 de marzo de 1853, la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que al parecer cuenta ya con personalidad propia –superado el problema en torno al Patronato-: “…solicita al Supremo Gobierno ceda el solar del antiguo convento de San Francisco para que se edifique en aquél Puerto una Iglesia Parroquial, con la anuencia del Arzobispo de México Lázaro” (AGN. Negocios Eclesiásticos. Justicia E, vol. 168, fs. 266-267).
10. Se va confirmando, por otra parte, la tesis de que, el título original de la Parroquia de Acapulco, hasta principios del Siglo XIX, era los Santos Reyes. De allí surgió el título de Acapulco como CIUDAD DE LOS REYES, o SANTOS REYES ACAPULCO, como aparece en descripciones y monografías históricas. No en alusión a los reyes de España, quienes sólo otorgaron ese título en todo el continente americano a la Ciudad de Lima (Perú); y el título más cercano que otorgaron en la Nueva España fue el de CIUDAD REAL, aplicado a San Cristóbal (hoy De Las Casas, en Chiapas). Y sólo así se explica que la Misa de Función, a la que acudían incluso las Autoridades Civiles y Militares con todo el protocolo, era el 6 de Enero (dos ejemplos: el Ayuntamiento y el Gobernador Don Nicolás Gándara en 1820; y el Alcalde de Acapulco Don José María Egeo y su Cabildo en 1821; en ambos casos, con toda la Tropa de la plaza); a demás, fue un 6 de Enero cuando la Imagen de la Virgen de la Soledad es colocada solemnemente en el Templo Parroquial/Capilla (1820). Esto es muy claro, pues se aprovechaba así el gran concurso de gentes que en todos los tiempos suelen acudir a las fiestas patronales.
Se da entonces una sustitución, en dos dimensiones:
> desplazamiento de lugar. Al terminarse más expeditamente la construcción de la Capilla (1820) de Nuestra Señora de la Soledad, en detrimento de la edificación del Templo Parroquial (1852); lógicamente, se deduce, el ente jurídico (Parroquia), se apoderó del edificio ya terminado,
> y desplazamiento de la titularidad. En la que, la devoción más consolidada en el vecindario (el Patronazgo de la Virgen de la Soledad), desplaza la titularidad de los Santos Reyes, y la Parroquia se apropia ahora de este nuevo Título.
De modo que en ese periodo turbulento (ideológico, militar, gubernativo, y eclesial en la génesis de la creación de un nuevo Obispado), titular y alma devota de la Iglesia acapulqueña surge con un rostro nuevo: el dulce y sereno rostro de María Santísima, en la representación de su Soledad; protectora de navegantes, de milicias, y de fieles de la Ciudad de los Reyes y Puerto de Acapulco.
Proceso que se volverá a repetir, cuando en 1959, al crearse la Diócesis de Acapulco, se toma como Sede (Catedral), el único Templo consolidado (El Carmen, Costa Azul, San Cristóbal y Dominguillo estaban en ciernes).
11. Dilucidar en qué momento y bajo qué circunstancias, la original (28 de Junio de 1809) petición de licencias que el vecindario presenta de construcción y traslado de la Capilla se transforma sorpresivamente en juramento y proclamación de patronato, sobre las Tropas, y sobre la Ciudad y Puerto (8 de Diciembre de 1812), nos lleva inevitalbemente, a plantear la validez eclesial del acto, en el cual no parece haber estado presente ningún clérigo. Y sí aparece enmarcado con todos los tintes de un acto político donde los REALISTAS (perdedores), buscan la protección divina contra los INSURGENTES (finalmente ganadores). Sujeto, y motivaciones, alejados del ámbito meramente eclesial.
12. Por otra parte, y a partir de las observaciones que surgen desde este análisis, podemos plantear que se dio en este caso concreto, un movimiento de sustitución a principios del Siglo XIX, en el que la devoción a los Santos Reyes y su titularidad sobre la Parroquia original de Acapulco es desplazada, por la devoción y titularidad de Nuestra Señora de la Soledad.
Fenómeno nada extraño en otros casos parroquiales ligados a Santuarios, imágenes, y centros de importancia histórica (vgr. Petatlán, Igualapa, etc.) Movimiento que se consolidará, con la proclamación formal -oportuna y necesaria en el espléndido marco del jubileo de oro de la Diócesis- del Patronazgo de la Virgen Santísima Nuestra Señora de la Soledad, sobre un ente eclesial del todo diverso (temporal y culturalmente), como es primero la Diócesis y después la Arquidiócesis actual de Acapulco; así como por motivaciones cualitativamente distintas (no político-ideológicas). Proclamación que puede ser vista como indiferente por algunas mentes ilustradas, y a la que se resiste con argumentos de inutilidad, desde un pretendido pastoralismo, pero no así por la rica y plurisecular tradición litúrgica de la Iglesia Una Santa Católica y Apostólica.
Juan Carlos Flores Rivas Pbro.
15 de Septiembre de 2009.
Solemnidad de Nuestra Señora de la Soledad
Patrona de la Ciudad y Puerto de Acapulco,
en la Proclamación Solemne de su patronazgo
sobre la la Arquidiócesis de Acapulco.
Pbro.Juan Carlos, es en verdad encomiable su trabajo y que ha servido para complementar el mío, infinitas gracias.
ResponderEliminarIsabel Valdeolívar